Volar sobre el mar

La XCat busca expandir un negocio donde riesgo y lujo se dan la mano, como se aprecia en esta imagen, de Dubái.

La XCat busca expandir un negocio donde riesgo y lujo se dan la mano, como se aprecia en esta imagen, de Dubái. / periodico

PEPE GIL-VERNET / BARCELONA

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Cambados es un municipio pontevedrés de 15.000 habitantes incrustado en el corazón de las Rías Baixas. El paisaje es idílico, la vida tranquila y apacible y la economía se sustenta gracias al turismo y a la industria pesquera, en la que el marisco es la joya de la corona. A simple vista nada lo diferencia de las muchas villas que adornan el serpenteante litoral del oeste gallego.

Pero hay un detalle que lo hace especial. De los siete astilleros con los que cuenta el pueblo, hay uno que esconde un secreto que pocos conocen lejos de Cambados: en Altman Marine, especialistas en el diseño de embarcaciones de recreo, llevan trabajando a destajo desde hace meses para poner a punto un barco muy especial. Se trata de un bólido de carreras de última generación que participa en la XCat Racing, una de las competiciones más reconocidas y peligrosas del mundo de las lanchas motoras.

El pistoletazo de salida de la temporada tiene lugar esta semana en el circuito de Fujairah (Emiratos Árabes), la primera de las ocho sedes de un campeonato que recorrerá buena parte del mundo, con pruebas en Portugal, China y Australia.

Estos catamaranes fabricados de fibra de carbono (de entre 7 y 10 metros de eslora y dos toneladas de peso) cuentan con dos motores de 6.000cc que pesan 250 kilos cada uno y pueden alcanzar velocidades de hasta 180 km/h. Cada lancha cuesta entre 200.000 y 300.000 euros, dependiendo del presupuesto de cada equipo. Para manejarlas se necesitan dos pilotos: uno que se encarga del volante y otro que controla los motores.

«Es como la fórmula 1 sobre agua», sentencia Álex Cherigny (Barcelona, 1989), el ingeniero náutico que ocupa el cargo de team manager de Altman Marine desde que llegara al equipo hace unos meses. Estos barcos son máquinas de precisión y un pequeño descuido puede tener consecuencias fatales.

LA MÁXIMA PRIORIDAD

«Un error de cálculo, una ola traicionera o un golpe de viento le puede costar la vida al piloto», advierte Álex. El peligro es tal que las medidas de seguridad son tan estrictas que pueden resultar un poco esperpénticas. Para poder correr hay que cumplirlas a rajatabla. «La temporada pasada casi nos descalifican de una prueba porque la tipografía de las letras del casco no era la reglamentaria», rememora Álex, que tuvo que mover cielo y tierra para solucionar el problema en tiempo récord. «La seguridad es la prioridad número uno», justifican fuentes de la WPPA, la entidad organizadora. El equipo de salvamento lo integran helicópteros, buzos profesionales y reanimadores.

El trabajo del team manager durante la competición es extenuante. Antes de las carreras, Álex se encarga de que todo esté en orden y soluciona cualquier imprevisto: dirige el grupo de trabajo, organiza la logística, supervisa el mantenimiento de la lancha, estudia los circuitos y prepara la estrategia a seguir durante la prueba. Además, mantiene reuniones asiduas con los comisarios para repasar la reglamentación, que cambia cada poco para adaptarse a los avances tecnológicos. «Es un estrés increíble, parece que nunca llegas, que te pilla el toro, pero al final siempre estamos a punto». Una vez en el agua, cuando todo está dispuesto para la batalla, entra en juego la pericia de los pilotos. Para poder competir necesitan una superlicencia emitida por la UIM (Unión Internacional Motonáutica).

Tom Barry-Cooter (Australia) y Pal Virik Nilsen (Noruega) son los conductores de Altman Marine y forman un sólido tándem desde hace años. Han corrido juntos en diferentes clases y categorías. El primero lleva el volante y el segundo, el copiloto, se encarga de los motores. Álex, desde la cabina, está en contacto constante con ellos.

PALABRA DE PILOTO

«El factor más peligroso de este deporte es el agua -explica Tom- porque varía constantemente, a cada ola, a cada vuelta». Los accidentes en esta superficie tienen características totalmente diferentes a las de otros deportes, lo que aumenta la peligrosidad. «Un impacto fuerte puede destrozar la estructura del barco y despresurizar la cabina. Además, corres el riesgo de quedarte bajo el agua e inconsciente», advierte el piloto australiano, un loco de las carreras. «Por esta razón la potencia es un arma de doble filo», comenta Álex. «Es fundamental para poder ganar, pero si abusas, lo puedes pagar».

«Lo más importante es el feeling con el agua, sentir que la lancha forma parte de ti», interviene Tom. «Los mejores conductores son aquellos capaces de exprimir al límite el barco y aprovecharlo con las condiciones del mar. Para ello es clave tener buena sintonía con el copiloto».

Si las condiciones climatológicas o el estado del mar pueden poner en riesgo la salud de los pilotos, la prueba queda cancelada, tal y como ocurrió este viernes. El fuerte viento y la intensa marejada obligaron a posponer un día la prueba.

Altman Marine es el único participante español entre las catorce embarcaciones de la clase XCat Racing, una competición que empezó en 2013 y cuya élite la forman los equipos patrocinados por las fortunas del golfo pérsico. Tanto es así que cuatro de las ocho pruebas se celebran sobre estas aguas.