Valverde al mando

El ciclista murciano se viste como líder de la Volta en Vallter 2000 seguido por Purito y Wiggins

Valverde muestra su nueva bici de contrarreloj.

Valverde muestra su nueva bici de contrarreloj.

SERGI LÓPEZ-EGEA / Setcases

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Imposible pedir más a esta Volta 2013. Basta con solo mirar las tres primeras plazas de la general (Alejandro Valverde, Purito Rodríguez y Bradley Wiggins) para constatar la calidad que atesora esta ronda catalana. Una prueba que ayer, en la nevada cumbre de Vallter 2000, la cima de Miguel Induráin y el malogrado Antonio Martín Velasco, contempló el triunfo de un joven de 23 años, colombiano, de nombre Nairo Quintana y que está llamado a ser una de las joyas del futuro, un diamante en bruto del Movistar.

Valverde, Purito y Wiggins han rechazado esconderse desde la primera pedalada de la prueba, el lunes en Calella. Han venido a Catalunya a ganar; así, sin más, pero al igual que Los Inmortales, solo podrá quedar uno, solo uno vestirá el domingo, en Barcelona, el definitivo jersey verdiblanco de líder, que, desde ayer por la tarde en el Pirineo gerundense, a kilómetros de la capital catalana, viste Valverde, gracias a su segunda posición en Vallter 2000 y a la bonificación que capturó el lunes con su tercera plaza en Calella.

Vallter 2000, adonde solo había llegado una carrera ciclista (la Volta, por supuesto) en 1992, había entrado por sí sola en la pequeña leyenda de este deporte. Aquel día Induráin, de líder, y Tony Rominger, de contrincante, se exhibieron con un vibrante duelo. Como no, el campeón navarro dejó ganar a su rival suizo. Pero, con ellos, se coló un joven rebelde, Antonio Martín, que desde aquel septiembre de 1992 y hasta que el retrovisor de un camión lo golpeó mortalmente en febrero de 1994, estaba llamado a ser el gran heredero del pentacampeón. Aquí, en Vallter 2000, se presentó en sociedad, antes de colocarse el jersey blanco como mejor joven y mejor promesa de la grande boucle de 1993.

21 AÑOS DESPUÉS

Tuvieron que pasar 21 años para que los corredores regresaran a esta estación de esquí, sobre el cielo de Setcases, a pocos kilómetros del bellísimo Camprodon. Y tuvieron que volver en una época ciclista en que el viento vuelve a respirar un aroma fresco, como el viento puro del Pirineo que los recibió en Vallter 2000. Atrás han quedado malditos puertos y ciclistas estadounidenses que seguramente corrieron un viaje a ninguna parte.

Y sucedió lo que ocurre en el nuevo ciclismo, alejado de exhibiciones de antaño que ahora resultan imposibles de realizar. Nadie ataca si no es prácticamente en el último kilómetro, sobre todo cuando sopla el aire fresco de cara, como sucedió ayer ascendiendo a la cima. Se observó en el mejor belga del pelotón para grandes vueltas, Jurgen Van den Broeck. Atacó a cuatro kilómetros de la meta y se desfondó. «Era una locura atacar en solitario con el viento de cara en un puerto tan duro como este. Era necesario llegar al final porque solo no se iba a ninguna parte», explicó Valverde tras conquistar el jersey verdiblanco.

UN FINAL INTENSO

Pero los últimos cuatro kilómetros fueron maravillosos, ciclismo en su pura esencia. Van den Broeck rompió la paz del pelotón y en un santiamén solo quedaron delante los buenos, los que se juegan la general, los que quieren triunfar en Barcelona, los que se volverán a lucir hoy en una subida tremenda, en las cuestas de Port Ainé, la ascensión que hace un año se tuvo que anular debido a una inesperada nevada.

Porque Bradley Wiggins cerró las bocas de quienes lo censuran porque dicen que no sube, en un argumento similar al que utilizaban hace 20 años los críticos con Induráin. Wiggins, que no sabe reservarse y que ha venido a Catalunya «con ganas de llevarse la Volta», tal como explicó en meta su mejor gregario en el Sky, el vasco David López, exciclista del Movistar, atacó en el último kilómetro. Y fue entonces cuando todo se hizo añicos. Sir Wiggo se coló en busca de la victoria, Quintana lo marcó por detrás, mientras Valverde y Purito se vigilaban a poquísima distancia.

LA SEÑAL PARA QUINTANA

Y ya cuando las rampas de Vallter 2000 se hicieron todavía más complicadas, Wiggins fue neutralizado, la señal para que Quintana, con permiso de Valverde, se lanzara hacia la victoria, mientras el corredor murciano y Purito se disputaban la segunda plaza a tan solo seis segundos del corredor colombiano. «Me he aprovechado del marcaje entre los favoritos para buscar la victoria en solitario. Así lo habíamos hablado por la mañana, antes de la salida. La táctica salió perfecta», indicó Quintana tras conseguir la victoria en la primera de las dos etapas de montaña de la Volta. «Ataqué porque la gente ya estaba muy madura», añadió el colombiano. «Ha ganado no solo un gran escalador ¿destacó su compañero Valverde¿ si no un ciclista que está llamado no solo a ganar etapas sino grandes vueltas».

El sábado pasado ellos dos reconocieron la subida, el mismo día en que Purito también vino de inspección porque su fiel gregario, Albert Losada, le dijo que las cuestas de esta cumbre pirenaica quitaban el hipo. No coincidieron por poco. Pero todos sabían que el desgaste de ayer sería impresionante, en una cima que no desmerecería si un día llegara el Tour a sus laderas.

La Volta no está ni mucho menos decidida, porque la general sigue en un pañuelo con un podio provisional digno de una ronda de tres semanas. Y porque hoy, camino de Port Ainé, se dibuja una etapa maratón, lo que en el lenguaje ciclista se denominaría como una jornada de Tour de alta montaña con 217 kilómetros salvajes.

Porque hoy, desde las 10,25 en Llanars, entre Setcases y Camprodon, no hay un territorio donde poder recuperar las piernas con las ascensiones al Coll de Merolla (11,45, hora prevista de paso), Pedraforca (12,30 horas), La Josa del Cadí (13,00 horas), el Cantó (15,30 horas) y la subida final a Port Ainé (16,48 horas), un trazado que asusta, una zona que esconde toda la rabia de la etapa reina de la Volta 2013.

SIN BONIFICACIONES

Hoy, por segundo día consecutivo y por decisión de la organización, no habrán bonificaciones, lo que si sucederá en las etapas del viernes, en Lleida; el sábado, en Valls (Tarragona), y el domingo en Barcelona, con las ocho ascensiones a Montjuïc, que deben resultan determintes en el supuesto de que el marcaje no se rompa hoy mismo camino de Port Ainé. Pero, sin duda, Alejandro Valverde, Purito Rodríguez y Bradley Wiggins no se dejarán sorprender, en una Volta que, por ahora, pese a la falta de patrocinadores y la crisis económica que sufre la prueba, no puede quejarse por el espectáculo, digno del Tour de Francia, por obra y gracia del trío Valverde, Purito y Wiggins.