LA CONFIRMACIÓN DEL JOVEN META ALEMÁN
Ter Stegen, la gran obra de Zubi
DAVID TORRAS / MÚNICH ENVIADO ESPECIAL
No se arrodilló. Tenía delante suyo a Lewandowski y se mantuvo de pie. Quizá estaba a siete u ocho metros. No más. Enganchó un derechazo imponente el delantero polaco, a quemarropa, fusilando a un joven que está donde está, en el Barça, porque escuchó a Zubizarreta hace más de un año. "Vine aquí por Zubi". Y ahí queda para siempre una de las grandes obras del director deportivo que despidió con malos modos Bartomeu el pasado mes de enero. Disparó 'Lewa' y esa prodigiosa mano izquierda de Marc-André ter Stegen apareció de forma increíble. No solo porque interceptó el violento derechazo del nueve del Bayern sino porque no se quebró. Ni su cuerpo, ni tampoco su mano izquierda.
En ese instante, y cuando el Allianz Arena estaba abatido por la fuerza del tridente (25 goles suman Messi, Suárez y Neymar de los 28 del Barça en Europa), descubrió que hay un portero alemán, y no es Neuer, que volvió a su país para anunciarle que ya ha dejado de ser del futuro para pertenecer al presente. Ter Stegen (23 años), dueño de unos pies precisos, con una lectura privilegiada del juego -tiene pausa y no se asusta cuando le presionan, más bien disfruta con el rival en su casa- y con dos manos indestructibles como se vio en esa doble parada a Lewandowski que le coló, ya desde anoche, en la memoria del culé.
Por arriba y por abajo
No entendía el delantero polaco qué demonios había ocurrido con ese demoledor disparo. Cuando vio retorcerse a Ter Stegen repeliendo la pelota pensó que era algo de ciencia ficción. Una película imposible, imaginó 'Lewa'. Pero no intuía que aún le faltaba un final casi perfecto. El balón, caprichoso él, se revolvió hacia la línea de cal que une a los dos palos, sin pensar que ese aleman, hijo de Zubi, iba a comportarse con una agilidad felina para evitar el gol. Era gol o gol. Pero llegó Ter Stegen con su prodigiosa mano izquierda, sí, la misma que le aguantó de pie, para sacar esa pelota envenenada. Una doble acción impresionante. Por arriba. Por abajo.
De potencia en la mano, de reflejos en su reacción. De puro instinto el de Ter Stegen, el portero suplente del Barça (el de la Liga es Bravo, camino de su Trofeo Zamora, el primero de su carrera, recién llegado al Camp Nou). El portero de la Champions y de la Copa. Un joven insolente, respetuoso con Valdés, a quien no paró de elogiar desde que llegó, pero que se instaló bajo los palos del Camp Nou como si llevara ahí toda la vida. No le gusta mirar la Liga desde el banquillo, pero ni una sola queja ha lanzado, aguardando con paciencia franciscana su momento.
Y llegó. Y en su casa, además. Y ante su gente. Dio la sensación incluso de que cuando sacó esas dos manos -que eran, en realidad, una (la izquierda)- el Bayern, Guardiola, Múnich, Alemania entendieron todos que habían asistido a un acontecimiento sobrenatural. Algo que se ve pocos días. Ahí estaba Marc, la obra de Zubi, de pie mirando a los ojos de Lewandowski antes de protagonizar una parada increíblemente espectacular. Más digna de Neuer, el campeón del mundo, que de Ter Stegen. Parece curioso que un portero que encajó anoche tres goles en el Allianz saliera convertido en el héroe del Barça, al mismo nivel que el tridente. Tal vez ni Zubi viera el partido.
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