Sergio García: "Hubo algún año en que marqué más de 60 goles"

El futbolista perico recuerda su trayectoria por el fútbol base, su paso por el Barça y cómo le echaron en infantiles

Sergio García abandona en su coche la ciudad deportiva Dani Jarque.

Sergio García abandona en su coche la ciudad deportiva Dani Jarque. / periodico

JUAN TERRATS / BARCELONA

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Comenzó a marcar en la calle la Granadella, cerca del bar Manolo. A Sergio siempre se le ha asociado con el gol. Su paso por el fútbol base del Barça fue espectacular.

—Usted es uno de esos futbolistas que se forjaron dando patadas a un balón en la calle...

—Sí, comencé en la calle jugando con mis amigos o con mi padre, que me enseñó a pegarle al balón. Me hacía chutarlo contra la pared sin parar, derecha-izquierda, una repetición tras otra. No quería que solo le diera con una pierna.

—Y fíjese ahora. Los aficionados le ven jugar y comentan que es un futbolista con el sello del Barça. Sus gestos técnicos, su visión...

—No creo. El fútbol es talento, trabajo, esfuerzo y calle en mi caso. Ahí se aprenden cosas que no te las puede ofrecer ninguna escuela de fútbol. La calle fabrica futbolistas listos. Aprendes a moverte en espacios reducidos. Hay gente que no ha estado en el Barça y tiene muchísima calidad. Seguramente habrá jugado en la calle.

—Grasshopper, Damm y Barça han sido sus clubs de pequeño. Dicen que en el club azulgrana superó los 900 goles, una cifra histórica.

—Eso dicen. No sé, yo no me dedicaba a apuntar los goles que metía. Eso sí, marqué un montón. Era la costumbre. Sí recuerdo que hubo algún año en que logré más de 60 goles.

—Entró de alevín en el Barça y le echaron en el último año de infantil.

—Me fichó Oriol Tort. Probé, me gustó y me quedé.

—Tiene grabado su adiós del Barça. ¿Fue un palo?

—Sí, lo fue. A nadie le gusta que le digan que no sirves. Fue una decisión del técnico del infantil. Muchos entrenadores me decían que podía seguir en el Barça. Esa decisión me hizo ser más fuerte. Y regresé a la Damm.

—¿Se puede saber el nombre del técnico que le echó del Barça?

—Sí, Galera. No creo que siga entrenando porque no sabía de fútbol. El Barça le echó al poco de irme.

—Hablando de entrenadores, ¿qué técnicos le han marcado más?

—Recuerdo con cariño a Van Gaal porque fue el que me hizo debutar con el primer equipo. Con Víctor Fernández aprendí muchísimo, le gusta mucho entrenar con el balón. Trabajaba acciones que sucedían luego en los partidos. También Javier Aguirre. Su trabajo táctico y defensivo eran enormes. Da sentido a la estrategia y sus equipos saben a qué juegan.

—¿Van Gaal? ¿Pero no fue Rijkaard quien le hizo debutar en Primera?

—Van Gaal fue el que me volvió a fichar para el juvenil. Me fue a ver al campo de la Damm y me fichó. Luego me hizo debutar en la Champions. Supongo que se acordaba de que me fichó él, pero no me dijo nada.

—¿Y Rijkaard?

—Me hizo debutar en Primera. Debuté en aquel Barça-Sevilla que se disputó a medianoche. Recuerdo que fallé a puerta vacía. El balón tropezó con un trozo de césped y rematé con la espinillera. A veces pienso que me ha faltado un poco de suerte en momentos puntuales.

—Al final de ese curso se fue cedido al Levante.

—Era joven y quería jugar. Podía haberme quedado, pero no me gusta estar sentado en el banquillo esperando a ver qué pasa. Piensas en tu futuro y te das cuenta de que tú eres delantero y que en el Barça siempre han tenido gente muy buena en esa posición. Y como dicen: lejos del Barça o Madrid también se puede vivir del fútbol.

—Levante, Zaragoza, selección...

—Hice dos años muy buenos en el Zaragoza y al tercero fui a la selección. Imagínese qué ilusión. Un sueño. Jugar entre los más grandes. Y encima el año de la Eurocopa. Y ganarla.

—Y estar bajo las órdenes de Luis Aragonés, todo un lujo, un maestro.

—Al llegar me dijo: 'Usted está aquí por méritos propios, no por Luis'. Era simpático, reíamos mucho. Y también era serio en el trabajo. La selección hizo un cambio brutal con él.

—¿Qué hacía un jugador del Zaragoza entre gente del Madrid y del Barça?

—El grupo era una piña, no había diferencias. No era una selección, era un equipo y se veía en el campo. Éramos un grupo de amigos. ¡Qué fácil es jugar al lado de Xavi, de Iniesta, de Silva o de Cazorla! Y ya se lo digo yo: ¡ojalá me vuelvan a llamar!