En el nombre de Nairo

Nairo Quintana, durante la 18º etapa de la Vuelta

Nairo Quintana, durante la 18º etapa de la Vuelta / periodico

SERGI LÓPEZ-EGEA

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Hubo un tiempo, por allá 1985, en el que Bernard Hinaut camino de su quinta y última victoria en el Tour --desde entonces no ha ganado ningún francés en los Campos Elíseos-- ordenaba a sus gregarios de La Vie Claire que en las etapas llanas intensificaran el ritmo al máximo para ahogar a los corredores del Café de Colombia, a los que temía, sobre todo a Lucho Herrera Fabio Parra, en las cuestas de los Alpes y los Pirineos. Si los ahogaba en el llano, donde los antiguos 'escarabajos' (así bautizados en su día nada menos que por Gabriel García Márquez) se movían con torpeza llegarían sin fuerza a las cumbres donde se desenvolvían con desparpajo hasta el punto de que podían quitarle los colores a su jersey amarillo.

Aquellos colombianos de los años 80 subían con potencia, pero frenaban demasiado en las bajadas, se cortaban en el llano, desaparecían del mapa al primer adoquín de Roubaix y perdían una minutada en cada contrarreloj que disputaban.

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En el ciclismo del 2016, en un año en el que Chris Froome ha ganado el tercer Tour, en el que Peter Sagan se ha llevado todos los honores, en el que Alejandro Valverde se ha negado a envejecer y Alberto Contador ha sido traicionado por las caídas en las rondas francesa y española, los colombianos han demostrado que ya no corren con la careta de torpes, lejos de las subidas. Y, sobre todo, que cuentan con una figura indiscutible, mundial, ídolo de un país más hábil con la bici que con un balón. Colombia se mueve deportivamente en el nombre de Nairo, de Nairo Quintana, llamado a ser protagonista ciclista del próximo año, en el que seguramente intentará el reto del doblete Giro (con permiso de Vincenzo Nibali) y Tour (con la autorización de Froome) para demostrar que puede ascender a la única plaza del cajón de París que todavía no ha pisado, tras ser dos veces segundo (2013 y 2015) y una tercero, en julio pasado, después de esfumarse su sueño amarillo por pesadillas con las alergias.

Pero Colombia no es solo Nairo, Colombia es también un país ciclista que cuenta con corredores hábiles en el 'crono', como Rigoberto Urán, dos veces segundo en el Giro; con gregarios consistentes, como Sergio Henao, uno de los grandes protectores de Froome en el todopoderoso conjunto británico del Sky y hasta con velocistas capaces de pelear por las grandes clásicas del calendario mundial como Fernando Gaviria. Y, sobre todo, sin olvidar al nuevo fenómeno del país, Esteban Chaves, otro más en una estupenda escuela de escarabajos que corren en el nombre de Nairo, pero también en el suyo propio para ser las estrellas en el naciente 2017.