Mitos renovados por TV-3

Moreno Manchón Kubala

Tres nombres que cosquillean la memoria vuelven ahora con fuerza gracias a la serie de detectives 'KMM'. Pero, ¿cómo eran aquellos futbolistas históricos? Veamos

UN TRÍO DE LEYENDAKubala, Moreno y Manchón, en una alineación del Barça de la temporada 1952-53.

UN TRÍO DE LEYENDAKubala, Moreno y Manchón, en una alineación del Barça de la temporada 1952-53.

POR EMILIO PÉREZ DE ROZAS

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Hace 40 años, en El Pont d'Armentera, papá tenía un amigo del alma con el que iba a cazar siempre que podía. Y solo quería ir con él. Se sumaban otros compinches, pero papá solo iba a cazar si venían los perros de su amigo. Ni que decir tiene que se trataban de auténticos mil leches, pícaros, veloces, sabuesos de verdad. Pero me temo que a papá lo que más le gustaba no era solo que ese trío de cuatro patas levantase liebres, conejos y perdices con la velocidad que Pepe pisa manos. No, a papá le encantaban sus nombres. Y, sobre todo, la sonoridad con la que su amigo del Pont los hacía corretear por los bosques de Les Pobles, Santes Creus y Aiguamúrcia. Y es que los perros se llamaban Kubala, Chuta y Gol. Así que pueden imaginarse la sinfonía en los días de caza:«¡Kubala, Chuta, Gol! ¡Chuta, Kubala, Gol! ¡Gol, Kubala, Chuta!». Papá, íntimo de Kubala, se lo pasaba en grande y, de vez en cuando, se cobraba alguna perdiz.

Cuentan que cuando la productora Diagonal TV empezó a preparar la serie de detectives que TV-3 ofrece cada lunes, le pidió a Javier Olivares, uno de sus creadores y guionistas, que le diese vueltas a un título original, con gancho, que generase buen rollo. Y Olivares, un castellanohablante que cuando se sumergió en el catalán lo hizo de la mano de canciones comoTemps era tempsde Joan Manuel Serrat (1980), no pudo olvidar jamás aquella histórica estrofa:«Temps de Una, Grande y Libre / Metro Goldwyn Mayer / Lo toma o lo deja / Gomas y lavajes / Quintero, León i Quiroga / Panellets i penellons / Basora, César, Ku-bala, Moreno i Manchón».Eso, Kubala, Moreno y Manchón. Y si queremos darle un aire de siglo XXI, de 2.0, juvenil, posmoderno: KMM. Y así empezó todo. Con la creación de un personaje central, Josep Solé, al que todos conocen como Kubala, pues se trata de un exfutbolista profesional que se convierte en detective. Y que, de pronto, conoce a unexmossoD'Esquadra, Carles, que, encima, se apellida Moreno. Menuda casualidad. Y que, a las pocas semanas, vaya hombre, cuando el trabajo aún era escaso en el despacho, conocen a Helena, hija de médicos, licenciada en Criminología. Josep y Carles, Kubala y Moreno, dudan si incorporar a Helena a su agencia, hasta que el futbolero del grupo le dice a su socio:«Carles, Helena se apellida Manchón, deberíamos de completar la delantera mítica del Barça». Y la fichan, claro.

Pero ésa, lo siento, no era la delantera del Barça de las Cinc Copes. A los Ramallets, Martín, Seguer, Biosca, Segarra, Gonzalvo III, Basora, César, Kubala y Manchón casi nunca les acompañó (al menos en aquella triunfal temporada 51-52, dirigida por Fernando Daucik) Moreno, sino Vila. Moreno apareció en la alineación en la siguiente campaña, también excelente, pero no tanto. En el verano del 52, los doctores Josep Moragas y Josep Mestre tuvieron que operar del menisco izquierdo a Vila y lo que hoy es un trámite sencillo entonces precisaba de meses de recuperación. Y, sí, entonces Moreno acabó formando parte de aquella mortal delantera.

Nadie explica en la serie que Moreno también se ha colado de rondón en el título, como tampoco se explicó del todo, ni siquiera Joan Manuel Serrat, por qué este futbolista maño apareció en la delantera deTemps era temps. «Serrat retrata el equipo de su niñez, en ningún momento dice que sea el Barça de las Cinc Copes», llegó a confesar Jordi Vila Armangué, hijo del centrocampista azulgrana. Se ha dicho que, en cierta ocasión, Serrat y Vila se encontraron en Menorca y el cantautor le dijo que incluyó a Moreno en su canción porque, con tres sílabas, le iba mejor para la métrica que Vila, que solo tiene dos. Ya ven, KMM tiene la misma errata que el cancionero delnoi del Poble Sec.

Y ahí están ellos intentando resolver misteriosos casos mientras Josep vive aburrido de sus años futbolísticos, desinteresado de la progresión y excelente futuro que todos los ojeadores auguran a su hijo Pol, infantil del Sant Andreu, y haciendo oídos sordos al abuelo Antonio, un buscavidas convertido en padre, abuelo, entrenador y mánager del pequeño, con el objetivo de que su nieto acabe siendo lo que no pudo ser su hijo: una gloria del fútbol catalán. Antonio no entiende cómo le ha podido salir un hijo tan serio y riguroso.

No le será fácil a Pol alcanzar las metas que se propone el abuelo y que parece haber abandonado Josep. Ni les cuento llegar a ser Kubala, Moreno o Manchón, olvidados ya de Vila. Lo de Kubala, recuerden, fue un prodigio. Tras superar la dureza de la guerra, de la soledad, huir, huir y huir, aterrizó en Barcelona y se convirtió en el Dios futbolístico que todos deseaban y necesitaban. Kubala, entrenado entonces por su cuñado, Fernando Daucik, a quien, cuentan, Basora cambiaba las alineaciones e instrucciones en la pizarra del vestuario sin darse cuenta, formó parte de un Barça que, en su catalanidad (casi todos eran catalanes), puede tomarse como referencia del actual campeón.

Laszy era para todos algo más que un futbolista y él, con su comportamiento y personalidad desprendida, era el centro de toda la ciudad, no solo del equipo. En aquel equipo había futbolistas de un nivel portentoso y hay quien considera mucho mejor la parte derecha de aquella delantera, la integrada por Basora, César y Kubala, que la integrada por Kubala, Moreno y Manchón. Pero, ya ven, en el centro siempre estaba Laszy, amigo, líder, goleador e imagen de un Barça que obligó a construir el Camp Nou, inaugurado en 1957, ante la imposibilidad de acoger en el viejo Les Corts a los miles y miles de culés, que querían compartir aquel fútbol de gloria, goles y títulos.

Los fantásticos

«Jugar en aquel equipo era un auténtico placer»,relata Antoni Ramallets, su portero. «De cualquiera de sus integrantes, no importa dónde jugase, puedes contar maravillas y no te equivocarás. Porque si fantásticos eran César o Kubala, si verticales y profundos eran Basora y Manchón, Seguer, Biosca o Segarra eran un primor». Ramallets se acuerda perfectamente de la banda integrada por Moreno y Manchón.«Nosotros les llamábamosel ala colomí,porque parecían dos palomitos sobrevolando la banda izquierda. Estaban hechos el uno para el otro. Su compenetración era espectacular». Según el mítico guardameta, Moreno, un centrocampista muy peleón, recuperador, que jugaba para y por el equipo,«era una auténtica rateta, que se colaba por todas partes».¿Y Manchón? «Manchón era el desborde, el desequilibrio, un extremo que intuía dónde iban a estar César y Kubala para colocarles ahí, precisamente ahí, el balón».Josep Seguer confirma la exquisitez de Manchón en la banda izquierda.«Laszy estaba enamorado de él. Siempre quería que jugase Manchón. Bueno, Kubala quería que jugásemos todos, todos los días, sí, porque, si algo tenía Laszy, además de fútbol a toneladas, era un agradecimiento constante a la labor de todos sus compañeros. Él siempre decía que, sin nosotros, él no era nadie».

El sigiloso Moreno De Moreno, Seguer recuerda, en efecto, su primera temporada completa, la 52-53 (en la de las Cinc Copes apenas jugó cuatro partidos, aunque apareciera en la estrofa de Serrat), cuando se convirtió en uno de los máximos goleadores españoles. ¿Cuál fue la razón? «Muy sencilla», cuenta Seguer,«los rivales perdían la cabeza y se desgastaban en vigilar a Basora, César, Kubala y Manchón, olvidándosesión de sus compañeros, se hartaba de meter goles».Ferran Olivella, otro mítico capitán culé, tiene fresco el recuerdo de aquella época y, por supuesto, del ala integrada por Kubala, Moreno y Manchón.«De Kubala solo contaré una de esas cosas que lo convirtieron en un mito. Yo, nueve años más joven que él, hacía la mili en Barcelona y durante cinco meses no podía entrenar con el equipo. Pues Laszy me hizo de entrenador durante todas aquellas tardes, él y yo solos en el campo. Jamás olvidaré ese gesto. Él tenía pegamento en las botas, verle manejar el balón era la mejor forma de aprender. Buena parte de lo que fui se lo debo a él, a aquellas clases particulares que me regaló, sacrificando su descanso».En aquel Barça de las Cinc Copes, ganador del Carranza (primer gran trofeo de cada temporada), la Liga, la Copa del Generalísimo, la Copa Latina (casi la Champions actual) y el trofeo Eva Duarte (el mejor de Argentina contra el mejor europeo), Moreno era, para Olivella, el quinto delantero,«un jugador que no daba nunca un balón por perdido, servicial y muy eficaz».Y zurdo cerrado, tanto que«tenía la derecha solo para andar, correr y apoyarse, no le servía para nada más».Eso sí, tenía suficiente con su extraordinaria zurda.

Una bala por la izquierda

Y, junto a Moreno, siempre aparecía Manchón y no solo porque lo prefiriese Kubala. No. Manchón jugaba porque era una bala, un bisturí por la banda izquierda.«No es por menospreciar a Cristiano Ronaldo, ni mucho menos»,explica Olivella, insistiendo en que no se le malinterprete,«pero ese amago o finta que suele hacer el portugués cuando pasa el pie por encima del balón, sin tocarlo, antes de iniciar un vertiginoso regate, Manchón la hacía a la velocidad de la luz. Manchón hacía eso, siempre pegadito a la línea de cal, a la banda, agotaba el campo y centraba con precisión milimétrica». Y ahí estaban, fijo, la cabeza de César o el tacón de Kubala.