El orgullo de Badalona

Los vecinos de Mireia se rinden a su determinación mientras que en su piscina centenares de nadadores sueñan con emular a la medallista española

La bandera olímpica ondea en el Ayuntamiento de Badalona en reconocimiento a Mireia Belmonte.

La bandera olímpica ondea en el Ayuntamiento de Badalona en reconocimiento a Mireia Belmonte. / periodico

CHRISTIAN MARTÍNEZ / BADALONA

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Poco menos de dos minutos y cinco segundos bastaron para hacer historia. Los 200 metros que separaban a Mireia Belmonte de la meta estuvieron cargados de una incertidumbre que muy pocos lograrán olvidar. Las lágrimas de emoción y la felicidad de la nadadora española tan solo encontraron parangón a 8.560 kilómetros de distancia. En Badalona, ciudad natal de Belmonte, el oro olímpico mantuvo pasadas las cuatro de la madrugada a gran parte de sus habitantes despiertos, los mismos que horas después mostraban su felicidad a pesar de la intempestividad horaria de la prueba. "A todos los badaloneses nos unió las alarmas en el móvil y el despertador pegado a la cama", afirma un grupo de seguidores de la nadadora que se acercó a la piscina del CN Badalona.

En la pileta ubicada en la calle Eduardo Maristany, Belmonte empezó a fraguar su leyenda y lo hizo gracias a la apuesta de un monitor. Con tan solo cuatro años, y con el fin de mejorar su espalda por prescripción médica, la catalana captó la atención de un joven mientras nadaba en el CN Sistrells. Unos minutos después, el entrenador comprobó que la niña tenía condiciones más que suficientes para dejar dicho club y formar parte del equipo de competición del CN Badalona, en el que militaría hasta el 2003. "Tenía un cuerpo hecho para la natación. Su capacidad de flotabilidad fue un elemento que llamó mucho la atención. Tuvimos la suerte de contar con un ojeador inesperado que hizo que Mireia llegase al club y que ahora todos los que vienen sueñen con poder conseguir lo mismo", narra Marc Estrach, presidente de la entidad.

Integrada en la prometedora generación del 90, Belmonte formó parte de un grupo que dejó huella en el club por sus grandes resultados en los campeonatos estatales. "Mireia no era la que más destacaba. Incluso eran otras compañeras a las que veíamos que podían llegar lejos. En general, el nivel era muy alto. Pero su carácter competitivo y su fuerza mental marcaron la diferencia y la llevaron hasta donde esta ahora", explica Fernando ‘Nando’ López, su antiguo entrenador en el club y gran conocedor de la nadadora.

AL RITMO DE LA MÚSICA

"Ella nos decía que siempre que competía tenía en la cabeza la canción del ‘no pares, sigue, sigue’, y que eso le ayudaba a no desfallecer hasta el final. Lo cierto es que siempre estábamos con la música puesta y nos gustaba bailar en nuestros ratos de desconexión", confiesa Meritxell Valera, amiga y compañera en el agua de la badalonesa.

Conocedora como pocas de sus virtudes, y tras compartir infinidad de entrenamientos, Valera no duda a la hora de explicar cuál es la clave del éxito que hizo de la introvertida Belmonte una campeona olímpica. "Su cabeza y su voluntad. En aquel momento, muchas destacábamos en alguna modalidad y, con el tiempo, ella ha conseguido hacerlo en casi todas".

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En esa misma línea, Nando relata como esa capacidad de superación fue la que permitió despuntar a la nadadora, que desde bien joven nunca se dio por satisfecha con sus prestaciones. "En cada competición la veía llorar. Podía ganar el oro, batir marcas, pero siempre había algo que ella quería mejorar y que no le permitía reprimir el llanto. Recuerdo un invierno donde se estropeó la piscina y sufrimos muchos cambios. Desplazándonos hasta Santa Coloma, entrenando en tres calles, y en situaciones límite, logró mejorar sus marcas y, aun así, ella buscaba más".

UNA MEDALLA SINGULAR

Emocionada, Valera ejemplifica la sensación existente entre los más allegados de la nadadora de que la presea de Río tiene una magia especial. "Al terminar la carrera lloré. No soy de hacerlo, nunca me había pasado, pero ha sido algo diferente. El verla trabajar tan a fondo desde pequeña, unido a nuestra relación, han convertido el oro de Río en algo distinto al resto".

Con el recuerdo de unos últimos 25 metros sublimes, los vecinos de Belmonte ya tienen marcado en el calendario las siguientes citas en Río convencidos de que madrugar en Badalona tendrá, de nuevo, recompensa.