LA JORNADA DE LIGA

Messi (pasa, marca y regala) es Messi

El delantero argentino, que lleva ya 40 goles en la Liga, regala a Neymar un penalti en plena lucha por el Pichichi

Messi, en un momento del partido entre el Barça y el Córdoba en el Nuevo Arcángel

Messi, en un momento del partido entre el Barça y el Córdoba en el Nuevo Arcángel / periodico

MARCOS LÓPEZ / CÓRDOBA

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Luis Suárez se llevó la pelota a su casa como dueño de tres goles en el partido contra el Córdoba (0-8). Pero quien se llevó los mayores elogios fue Messi. A veces, ejerció de asistente, decisivo cuando el Barça estaba encallado en la primera parte, generoso y magnánimo cuando más lo necesitaba Neymar. Así es Messi. No compite contra nadie, ni siquiera contra aquel grito que emitió Cristiano en Zúrich el pasado mes de enero cuando besó el tercer Balón de Oro y proclamó entonces ante el mundo su obsesión de atrapar a la estrella azulgrana. Messi, en realidad, juega para ser simplemente Messi. Pasa, asiste, regala penaltis y, llegado este punto, no se sabe qué es. Si delantero de otro siglo (hermoso cabezazo viniendo desde 30 metros atrás) o interior exquisito, como en esos balones curvados que ha convertido en una imagen de marca.

Messi es Messi. Más allá de los goles --40 en la Liga, 51 en esta temporada, cifras de marciano-- o de los pases --18 asistencias en la Liga, a dos del récord de Michel--, se ha convertido en un jugador universal. Único. Puede haber goleadores que marquen tanto como él, pero no pasan como Messi. Puede haber asistentes que generen situaciones de gol a sus compañeros, pero no tienen su apasionado idilio con la red. Messi es, simplemente, Messi.

"Toma, tira tú"

Pudo pensar en sí mismo, ya con el partido más que liquidado. Pero tuvo un gesto para Neymar. Al brasileño, errático este sábado, le hicieron un penalti y, todavía en el suelo, recogió la pelota y se la dio a Messi para que lanzara la falta máxima. Pero este, consciente de que quien más lo necesitaba era el brasileño, le devolvió el balón. Toma, tira tú", vino a decirle Messi a su socio.

Una escena, todo hay que decirlo, impensable en la época de Ibrahimovic --aunque lo hizo una vez en Zaragoza--, el díscolo y polémico 'nueve' que no supo convivir con el genio. Pero Messi es Messi. Más maduro, más comprometido, más integrado, más líder que nunca de un Barça que lleva su sello desde hace una década. "El gesto de Messi demuestra su humildad", valoró Suárez. Y Neymar, agradecido y sorprendido por el regalo de Messi, anotó de penalti para no ensucir el detalle del 'crack' que, semanas atrás, en la Copa, también recibió un regalo que entonces erró.

Ya hace tiempo, mucho tiempo, que Messi, con su fútbol, dejó de mirar a los demás. Son los demás los que hablan de él. Y la estrella argentina, entretanto, completando partidos de ensueño con una riqueza táctica que no se le había visto en los últimos tiempos, juega y gobierna los encuentros con una autoridad dictatorial, aplastando a cualquier rival que se le viene encima. En el 0-1, por ejemplo, fue el primero en abrazar a Rakitic. En el 0-7, besó con extrema complicidad a Neymar. Y una vez terminado el partido, Messi fue a buscar el balón del triple para que Suárez se lo llevara a casa.

Los tres intocables

Estaba despistado el uruguayo, pensando en despedirse de Juan Carlos, el abatido portero del Córdoba. Pero Messi, pendiente de cualquier detalle, se hizo con el balón para que Suárez pudiera tener su primer recuerdo. "Este gesto habla bien de lo que es Leo", subrayó Mascherano. "Los que lanzan penaltis deciden quién los tira. Ya lo hemos visto otras veces", argumentó también Luis Enrique, feliz por esa química especial de los tres tenores del Barça.

No es solo la descomunal cifra de goles (108 en todas las competiciones), sino la conexión generada por Messi (51 tantos) con Suárez (24), el nueve salvaje que le abre espacios sin reparar la defensa que tiene delante, y con Neymar (33), el eléctrico brasileño capaz de atraer a laterales para limpiarle espacios al 10.

Como ya pasó esta semana con el Getafe, hasta modifica sus ideas Luis Enrique. Ni osa tocarlos. Empiezan y acaban los partidos. No importa que se vaya 0-5 o 0-6. Los tres son intocables. Y cuando sale Pedro lo hace siempre por un interior, devastado todo un campeón del mundo por la fuerza incontenible de tres delanteros deslumbrantes. Una tripleta única que llega a la recta final de la temporada ansiosa para ayudar a conseguir la Copa, la Liga y la Champions. El soñado triplete.