Mareo, la cuna de los 'guajes'

Un técnico, con niños de la Escuela de Fútbol del Mareo.

Un técnico, con niños de la Escuela de Fútbol del Mareo. / periodico

EMILIO PÉREZ DE ROZAS

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Guaje, rapacín, neñu. Ellos son la luz, la vida, el presente y el futuro de este Sporting que visita este sábado el Camp Nou en busca de otro milagro. «¿Por qué no?, son 90 minutos contra el mejor equipo del mundo, contra los mejores, pero hay que jugarlos, hay que jugarlos», dice Pitu Abelardo, el capitán que los manda.

Guaje, rapacín, neñu. ¿De dónde les viene ese nombre tan curioso, tan asturiano? Guaje. Dicen que en México se dice mucho eso de «no te hagas el guaje», que significa, no te hagas el despistado. Y la verdad es que estos guajes, imitadores de los Quini, Pitu y Villa, nunca se se despistan porque saben lo mucho que los necesita el Sporting y su marea.

Guaje es el ayudante del picador minero, del minero. El lavador del carbón extraído por los hombres bajo tierra y transportado por las mujeres. Los guajes limpiaban el carbón fuera de la mina. Hay quien habla del término inglés wagen (vagoneta) como preludio a la nominación de estos lavadores de carbón. Cuentan que en las nóminas de los niños ya aparecía ese término como trabajo.

Estos guajes de Mareo no se despistan. Estos guajes ayudan a los futbolistas mineros a sacar carbón de su fútbol. Estos guajes tienen su cuna, su parvulario, su mina, a ladito de los profesionales. En Mareo. «Estos guajes, estos rapaces, son nuestro presente y futuro», explica el Pitu Abelardo, que tiene a su hijo Diego, de 14 años, un culebrilla, un extremo «zurdo cerrado, como su madre, habil, juega bien, sí», en el infantil. «Me aburre. Sabe más de fútbol que yo. Quiere ser periodista, pero también quiere ser entrenador. Me martiriza 'por qué no pones a éste…por qué sacas a aquel'. Es enternecedor verle jugar. Como a todos los guajes».

Cuando Abelardo, el mister milagro, que debutó el pasado año en Segunda y debuta este año en Primera intentando salvar al equipo «lo que sería para nosotros como ganar la Champions, tal cual», afirma que los guajes son el presente y futuro del Sporting lo dice porque ellos, por problemas económicos, deuda y reglas de la Liga, no han podido fichar en dos años. «Si logramos salvarnos, los guajes serán los grandes beneficiados, los grandes héroes, pues podremos construir otro campo en Mareo y hasta una residencia para los de fuera. Acabaremos con la deuda y empezaremos a consolidarnos como aquel Spórting que se codeaba con los grandes». Todo eso, incluso el parvulario de los guajes, depende de estas cuatro últimas jornadas. Y pasa por el Camp Nou.

EL PEZ GRANDE, EL PEZ CHICO

Abelardo, mientras mira los campos de los guajes desde la ventana de su despachito en Mareo, recuerda lo mucho que ha cambiado el fútbol y lo imposible que resulta ahora para un pequeño ganar a un grande. "Yo, nosotros, al Barça y al Real Madrid les ganamos más de una y dos veces, pero ahora es imposible. La diferencia de presupuestos, la desproporción de las plantillas y, sobre todo, la lluvia de estrellas que aterrizan en sus equipos hacen muy difícil esa posibilidad, Pero, insisto, hay que jugar y los chicos tuvieron un subidón el miércoles ante el Sevilla que igual aún les dura hasta el Camp Nou".

El mister asturiano, sufridor como pocos, disfruta triplemente de su trabajo. Está en su ciudad, está en su club, dirige en Primera «un auténtico sueño», tiene un 80% de sus chicos que son guajes, surgidos de la plantilla y, encima, se pasea cada tarde ¡cada tarde! por los campos de Mareo. Y no para ver a Diego, no, ¡que va, que va! Se pasea para meterse en los rondos, para seleccionar a los centrales de 13 años y pelear con ellos, defender con ellos, explicarles el sentido de la anticipación, el pase largo, la cesión lateral e intenta inculcarles que ellos, desde atrás, han de ser la referencia. El arco, no la flecha. Abelardo vive en Mareo porque él es fruto de Mareo. «La diferencia entre el fútbol que tratamos de inculcar a nuestros guajes y el mío es la velocidad del balón. Ahora ¡vuela!, antes todo era más reposado».

Y eso intentan los guajes de ahora y los del futuro. Volar. Que su queridísimo Sporting vuelva a coger vuelo. Se eleve. Pero, claro, en eso están muchos. Miles de guajes del mundo entero. En este parvulario modesto de la Primera División española, en este Mareo delicioso, familiar, coqueto, de siempre, hay unos 180 guajes, distribuidos en 11 equipos, de benjamines a juveniles, al margen del escuela de pago y del departamento de captación, que husmea por toda Asturias, huele, busca, intuye, descubre a chavalitos que despunten con seis y siete años.

Los ves llegar arrastrando sus pies, soportando sus mochilas repletas de libros (las botas en la mano), a última hora de la tarde. Vienen de la mano del abuelo. También los trae mamá. Pocos papás, que los van a recoger. Vienen en piña, bromeando como bromean en el patio del cole. Aquí, en Mareo, también les esperan los profes, pero más divertidos que el de mates. «Por pequeños que sean, desde el primer día saben que aquí no vienen a jugar. Se divertirán como en el patio del cole, pero nosotros les necesitamos metidos en el aprendizaje», relata Manuel Sánchez Murias, que lo ha sido todo, todo, en el Sporting y, por supuesto, entrenador del primer equipo, también. Ahora es el dire del parvulario.

OBJETIVO, EL PRIMER EQUIPO

Nadie, y menos un club modesto, aspira a clonar La Masia del Barça. "Puede que sea un modelo a admirar, a elogiar, pero no a copiar. Es imposible. Y no por falta de medios, que también, sino por falta de idea, de proyecto. La Masia fue creada para ese Barça, para ese fútbol, para esa idea, para clonar a los Guardiola, Xavi e Iniesta. Se trata de un modelo único", relata Sánchez mientras van apareciendo por su diminuto despacho (aquí, en Mareo, todo es a imagen y semejanza de la sencillez del club) todos los técnicos del fútbol base en busca de consejo, consulta u ofreciendo información.

«El Sporting es un club de cantera, es decir, de Mareo. Nosotros, más que los guajes que están aquí, tenemos un único objetivo: estos rapacines tienen que salir con capacidad, talento y potencial para competir en el primer equipo». Y Sánchez se detiene. Algo ha observado en mi cara. «Perdón, sí, ya sé que en otros sitios preparan a estos chicos para que sean futbolistas y se puedan ganar la vida en cualquier equipo. Aquí, no. Aquí los necesitamos en el primer equipo. De ahí que la aparición de Abelardo haya sido para todos nosotros, para los que manejamos esta escuela, una auténtica bendición. Porque es Pitu quien nos garantiza que lo que les prometemos a los guajes se cumplirá: si son buenos futbolistas, si son íntegros, intensos, fuertes, sacrificados y, sobre todo, si mantienen el espíritu Mareo tendrán su oportunidad. Es Abelardo quien garantiza la línea de sucesión. Pitu es el ejemplo».

Entra Abelardo en el despachito de Sánchez Muria y el abrazo es de padres más que de profesores. «Sabemos que los guajes quieren triunfar en el Sporting. Ningún guaje está aquí para triunfar en el Barça o en el Real Madrid. Su teatro de los sueños es El Molinón. Luego, si por que se da, por cuestiones económicas o porque el club lo necesita han de volar, pues que vuelen. Todos hemos volado, pero todos volvemos. Asturias, Gijón, Mareo es nuestra cuna, nuestra guardería, nuestro parvulario», cuentan al unísono los dos.

Hoy visitan el Camp Nou tras la resurección culé en Riazor. Luego, reciben al Eibar. Más tarde van a Getafe. Y cierran con el Villarreal. Y, detrás de esos 360 minutos, su Champions. La salvación. Y los guajes felices como lavadores de carbón, sacan brillo a su amado escudo.