EN BANDEJA
De leyendas y promesas: Navarro y Doncic
Luis Mendiola
Periodista
LUIS MENDIOLA
Hitos como el logrado este domingo por Juan Carlos Navarro frente al Fuenlabrada -traspasar la barrera de las 1.500 asistencias en su carrera, y convertirse en el décimo en la historia de la ACB en lograrlo, el primero que no actúa en la posición de base- sitúan en perspectiva una carrera. Y la de la laBomba, superados ya los 35 años, es deslumbrante a estas alturas.
Navarro es histórico en cuatro estadísticas. Esas conquistas personales que se miran con tanto respeto en la NBA y empiezan a tener calado en Europa. Es el octavo jugador en la ACB que más encuentros ha disputado (615), el sexto con más puntos (7.804) y el segundo en triples (1.090). Lo que resulta difícil de medir es la magia que aporta al juego. La que viene generando desde que el 23 de noviembre de 1997 debutara con 17 años en el Palau Blaugrana ante el Granada. Es la sensación de que ocurrirá algo especial cuando salta a la cancha.
EL TRIÁNGULO DE PASCUAL
Frente al Fuenlabrada pudo comprobarse una vez más. Después de dos partidos ausente por problemas físicos, la vuelta de Navarro dio fuerza al triunfo del Barça en la visita del Fuenlabrada al Palau, en un partido sin demasiado brillo y resuelto por el equipo azulgrana con espíritu funcionarial. El triángulo formado por Satoransky (11 puntos, 4 asistencias),
Doellman (15 puntos, 10 rebotes) y Tomic (12 puntos, 7 rebotes) asumió buena parte del trabajo en una jornada en la que los azulgranas hicieron lo justo para sumar la séptima victoria y mantenerse firmes en la persecución del convincente Valencia de Pedro Martínez, el único invicto que queda, tras una intensa jornada que supuso una paso enorme del ICL Manresa en Tenerife.
El Barça se dosificó, apretando lo justo para agarrar el triunfo sin desgaste, consciente del duro programa que le espera esta semana: el viernes en la Euroliga, el Panathinaikos; el domingo, el Manresa en el Congost.
La exigencia del calendario fue la única queja del técnico Xavi Pascual («hay otros deportes en los que como mínimo tienes 72 horas entre partidos. Pero cuando hay 36 con viaje es muy complicado») para justificar que no siempre se puede jugar con brillantez.
Exigido como estaba por la derrota en Belgrado en la Euroliga, el Madrid se reivindicó en Bilbao, de la mano de un genial Luka Doncic, a quien o Laso otorgó el mando en la segunda mitad. A sus 16 años y seis meses firmó 15 puntos, 6 rebotes y 22 de valoración para iluminar a los madridistas (92-99) y mantenerlo en la pelea por la Liga.
El descomunal talento del esloveno (1,98), capaz de jugar en cualquier posición exterior, no ha pasado desapercibido para la NBA, que ya lo sitúa entre los 20 primeros del draft del 2018. Más que los números (el segundo anotador del Madrid, el más valorado), la impronta que dejó Doncic en Miribilla fue la de su fuerte personalidad. Como la de aquel joven Navarro que irrumpió en el 97.
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