El jardín de Rossi

Misano, el trazado donde vive 'Vale', se convierte en el teatro donde Lorenzo y Márquez quieren dar el golpe

Los aficionados preparan sus móviles para hacerse selfis con Valentino Rossi en Misano.

Los aficionados preparan sus móviles para hacerse selfis con Valentino Rossi en Misano. / periodico

EMILIO PÉREZ DE ROZAS / TAVULLIA (Enviado Especial)

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El hombre, con aires desenfadado, imagen dicharachera pese a su edad y poca habla, va recogiendo los diarios, todos, de la inmensa mesa de la no menos abigarrada librería, papelería, quiosco, lo que sea, de Tavullia, la fortaleza del pueblo amarillo, a 12 kilómetros del circuito de Misano Adriático, donde ayer arrancó el Gran Premio de San Marino.

El hombre va a lo suyo mientras la propietaria, es la dueña, está clarísimo, le exige, con el gracejo italiano y un habla velocísima, que le recuerde a su hijo, al del señor de los periódicos, que no puede fallarles. Cuando el lugareño se gira y enfila la salida (por cierto, se fue sin pagar, normal, tiene cuenta o no) ¡es Graziano Rossi!, expiloto de 250cc pero, sobre todo, padre del  más grande, del nueve veces campeón Valentino RossiThe Doctor.

TODO ES POSIBLE

Lo paro, casi lo detengo, y le pido opinión sobre el Doctor. «Hable con ella -me dice señalando a Alberta Gambini, la librera--, se sabe la vida de Vale de memoria». Me acerco y me dice: «È fantástico, è unico, è un diavolo». Salgo y repesco a Graziano, que ha empezado a leer los diarios. Le pregunto si su heredero logrará el décimo. «Sé de motos pero no soy mago. Nació con un don, algunos le llaman talento. Para Valentino no existe la posibilidad de enfrentarse a un reto que no se pueda conseguir, para él no hay desafios incalcanzables». Y se va, mientras la camisa, que siempre lleva por fuera, se mueve como si fuese sus alas. Y desaparece, sí.

El pueblo, cuyo cartel de entrada está plagado de firmas, 46, dedicatorias, gritos de ánimo y demás, tiene una señal de prohibido ir a más de 46 km/h. Normal, estamos en el feudo del 46. Don Cesare, el párroco de Tavullia, el mismo que bautizó hace 36 años a Vale, está convencido de que el diavolo, bueno, él no le llama así, será capaz de ganar a Jorge Lorenzo Marc Márquez el décimo título mundial. No solo lo creen don Cesare, Graziano, Alberta, también está convencido de ello Pieri Maximo, que regenta el bar Centrale donde la televisión está encendida todo el día. Este viernes toca una carrera de 1997, segundo año de Rossi en 125cc, cuando se enfrentaba a Jorge Martínez AsparKazuto Sakata Fonsi NietoFonsi, entre otros.

«Tenemos el privilegio de pertenecer al pueblo de Vale, un muchacho gentil, encantador y desprendido. Viene poco por aquí, pues siempre está viajando, pero nos ha colocado en el mundo y nosotros le estamos eternamente agradecidos», explica el bueno de Pieri, apoyado en una estanteria repleta de botellas de vino en la que puede leerse «debería probar este caldo». No importa hablar con más gente, el pueblo amarillo está entregado a su ídolo, al que muchos comparan con Michael Schumacher Alberto Tomba, dos campeones, dos mitos que convirtieron a las aficiones de F-1 y esquí de todo el planeta en sus feligreses.

LA ADMIRACIÓN DE BRAD PITT

«Yo diría que Valentino es aún más grande que todos ellos», cuenta Carmelo Ezpeleta, máximo responsable del Mundial, jefe supremo de Dorna e íntimo amigo de Rossi. «Yo creo que lo que representa Valentino, no solo para las motos sino para el deporte en general, solo es comparable a lo que fue, es, Michael Jordan. ¡Pero si hasta Brad Pitt vino a Silverstone porque quería estrechar su mano!». Ezpeleta asegura que todo el mundo admira al Doctor por el don de gentes que tiene y porque es «simpatico». «A mí, eso de que sea simpático no me quita el sueño. Yo lo que creo que le hace inmenso es lo competitivo que es: con 36 años va camino de ganar el Mundial más difícil de las dos últimas décadas a tres auténticos monstruos como Márquez, Lorenzo y Pedrosa. ¡Eso sí le hace legendario! Ha ganado cambiando de estilo, empujado por el arrojo de Marc y la perfección de Jorge. Valentino, además, puede con todo: es un icono, es campeón, es líder, es ganador, es mecenas, es tutor, es maestro y, además, es empresario de éxito, dando trabajo a más de 60 familias en su megaempresa de merchandising».

Más, mucho más. Rossi, a quien todos creen que fue engañado por su máager (desaparecido) Luigi Gibo Badioli, se ha hecho perdonar incluso el haber defraudado al fisco italiano, pagar una multa de 22 millones y mantenerse inmaculado. Tiene el móvil de Dios. De ahí que, tras estrechar la mano de Brad Pitt, colgase en su twitter Valeyellow46 una foto de Linda, su chica, besándole la mano: «Ecco cosa sucede quando tocchi la mano de Brad Pitt». Tal para cual.