Un hombre, una idea y ayuda extra

Simeone celebra el pase a la final.

Simeone celebra el pase a la final. / periodico

David
Torras

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Pasó el Atlético y acabó como lo que es, un equipo que juega más con el reloj que con el balón, la máxima expresión del cholismo, y al que hay que felicitar por llegar más lejos que otros grandes, como el Barça y el Bayern, agarrado a un hombre y a una idea, fiel de principio a fin a lo que tiene aires casi de secta. Pero sin más celebraciones. Allá cada uno con sus gustos. Los culés, por ejemplo, que se pregunten cuánto duraría el cholismo en el Camp Nou sin murmullos.

Guardiola volvió a quedarse en la frontera de las semifinales, y cargará con esa pena en su adiós por más que deje tres Bundesligas, un éxito poco menor si se repasa la historia del club. Estuvo mucho más cerca de dar ese paso que ante Barça y Madrid. Pero el destino eligió, y en lugar de regalarle un Iniestazo por su persistencia, le condenó a revivir el golpe de un penalti fallado, como aquel de Messi ante el Chelsea. Todas las voces que clamaban por Müller, alemanes de postín, tendrán que callar un tiempo. Su protegido falló el lanzamiento que podría haber cambiado el partido y que acompañó con una actuación pésima. No fue el único. Al Bayern le fallaron unas cuantas piezas y le faltó finura.

El Atlético, en cambio, no juega solo y entre los muchos méritos de un plan ejecutado por futbolistas-soldado también hay otros factores que están de su parte. Será casualidad pero en los éxitos recientes siempre ha tenido un silbato a favor. Nadie habla de ello, siguiendo el ejemplo del Camp Nou, que calló e incluso aplaudió en aquella Liga perdida con un gol mal anulado. Se repitió hace unas semanas en el Calderón, con el penalti que pasó de largo, y ayer con el gol en fuera de juego. Pero hay un escrupuloso silencio, de la misma manera que al Cholo se le consiente lo que a Mourinho no se le perdonaba. Y, así, escondiendo el balón o sacando dos, se van saliendo con la suya. Menos cuando el que remata es Sergio Ramos.