LA SUPER BOWL
La fiesta de la exageración
la superlativa final del fútbol americano entre los Patriots y los Seahawks, paralizará EEUU
Todo es superlativo en la máxima fiesta del deporte de Estados Unidos, la Super Bowl. La final del fútbol americano, que enfrenta a los campeones de las dos conferencias, la Nacional y la Americana, llega a su 49ª edición en plena forma. Nunca había estado mejor, y las cifras que se barajan son de auténtico mareo. Es la noche en que se paraliza todo un país, sentado delante de la tele, en familia, en el bar o el restaurante, devorando nachos, alitas de pollo, pizza o palomitas. Solo en el Día de Acción de Gracias se consume más comida y bebida que durante la Super Bowl (se calcula un gasto de 12.400 millones de euros), que la madrugada del lunes enfrenta a los Patriots de Nueva Inglaterra con los Seahawks de Seattle. Los primeros, de la mano de su veterano mariscal de campo, Tom Brady, en busca de su cuarta copa de campeón; los segundos, dirigidos por Russell Wilson, persiguiendo su segundo título consecutivo, tras derribar el año pasado a los Denver Broncos. Hace 10 años que nadie renueva título.
La presión de los balones ovalados será uno de los puntos centrales de la final, después del escándalo surgido en la final de conferencia entre los Patriots y los Colt de Indianápolis, que se quejaron de pelotas deshinchadas adrede para facilitar la recepción del equipo de casa. Los 108 balones preparados para la final (cada equipo aporta 54) sufrirán una rigurosa revisión de los árbitros de la NFL. La curiosa anécdota quedará probablemente en eso, en anécdota, ante la dimensión de la cita en el monumental y cubierto Phoenix Stadium, con 72.000 asientos cubiertos, en Glendale (Arizona).
Las entradas, evidentemente, están agotadas, y en la reventa oficial alcanzan precios de hasta 10.000 dólares. Todas las cifras que mueve la Super Bowl son un culto a la exageración. El anuncio de 30 segundos del descanso se cotiza este año a 4,5 millones de dólares (4 millones de euros), y la actuación de 12 minutos de la estrella del pop Katy Perry, custodiada por Lenny Kravitz, puede ser seguida por 184 millones de norteamericanos paralizados ante el televisor. El año pasado, Bruno Mars y los Red Hot Chili Peppers fueron seguidos por 114 millones de telespectadores: el programa de televisión más visto de la historia.
Pero fuera de esas fronteras también interesa el espectáculo. Serán 170 países y territorios, en 25 lenguas, los que seguirán el Partido, en mayúsculas. El que puede consagrar al quarterback Russell Wilson como verdugo consecutivo de Peyton Manning (Broncos) y Tom Brady (Patriots), o al propio Brady como el mariscal más laureado, junto a Joe Montana y Terry Bradshaw, los únicos quarterback con cuatro coronas.
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