EL RIVAL EUROPEO DEL BARÇA

Depresión en Múnich

Guardiola busca reanimar al Bayern tras perder la Copa y a Robben, y confía en tener a Lewandowski con una máscara

Pep Guardiola da instrucciones a los jugadores del Bayern durante un entrenamiento

Pep Guardiola da instrucciones a los jugadores del Bayern durante un entrenamiento / periodico

MARCOS LÓPEZ / MÚNICH (Env. Especial)

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Parecía un día más en la Sabener Stasse de Múnich, la calle donde vive el Bayern. Pero no era un día cualquiera. Había más de 300 personas mirando el entrenamiento de un equipo deprimido, lamiéndose las heridas de la depresión vivida en un trágico martes. Trágico porque perdió la posibilidad de llegar a la final de Copa -cayó en los penaltis ante el Dortmund después de que cuatro campeones del mundo (Lahm, Xabi Alonso, Götze y Neuer) fallaran estrepitosamente- y trágico porque Pep Guardiola perdió a Robben, su Messi. Y cruza los dedos para que Robert Lewandowski, pese a «la fractura en el mandíbula superior y en la nariz», además de una conmoción cerebral, pueda viajar a Barcelona.

«Estoy convencido de que Lewandowski irá», aseguró Karl Heinz Rummenigge, intentando aportar algo de esperanza. Otro asunto será en qué condiciones estará el delantero polaco. La presencia del director general era necesaria para elevar los ánimos. Más necesario es recuperar jugadores. «Los médicos trabajan día y noche para que Ribéry pueda participar», añadió Rummenigge, a una semana del partido de ida.

COLUMNA DESTROZADA

El Bayern se encuentra con la columna vertebral del equipo destrozada. No tiene Guardiola su Messi (Robben, rotura fibrilar en el gemelo izquierdo), no estará a tope su Neymar (Ribéry, un esguince de tobillo le tiene ya más de mes y medio de baja), y su Suárez Suárez(Lewandowski) jugará mermado. Tampoco dispondrá de a su Piqué o Abidal, ese defensa que tantos problemas solucionaba: Alaba, con una rotura del ligamento de la rodilla izquierda a inicios de abril, ya se despidió de la temporada. Como Robben. Apenas 18 minutos resistieron sus frágiles músculos, provocando una terrible sensación de orfandad.

Hacía sol en Múnich y se colaba por los rincones del nuevo despacho de Pep situado en el primer piso de la Sabener Strasse. Ahí, delante de una gigantesca pantalla de un Mac, se quedó encerrado el técnico tras reunirse con Rummenigge y algunos jugadores. Tenía que dar Guardiola una conferencia de prensa en un encuentro organizado por el club bávaro con periodistas españoles. Pero ante la «especial situación», según reveló Markus Hörwick, responsable de comunicación del club alemán, se canceló esa cita.

SIN EXPLICACIÓN

Guardiola no abandonó el despacho, mientras Thiago, Xabi Alonso, Javi Martínez, Bernat Reina intentaban espantar tantos fantasmas acumulados en un martes que no olvidarán. Basta recordar los dos penaltis que fallaron Lahm y Xabi Alonso al resbalar cuando chutaban el balón. «No hay explicación lógica. Si la tuviera, la daría», dijo Alonso, envuelto, como el Bayern, en una tormenta de emociones en una semana insólita. El domingo, sin jugar y sin celebrar el título, se proclamaba campeón de la Bundesliga. El martes se despedía de la Copa, del triplete y de Robben.

Y en una semana aguarda el mejor Barça del curso. «Vamos a competir hasta el final», proclamó Alonso, mientras Carles Planchart, ayudante de Guardiola, entraba en el despacho del jefe con un ordenador portátil para estudiar todavía más al Barça de Messi, Suárez y Neymar.