La ronda ciclista francesa

El calvario vivido por Intxausti

El ciclista vizcaíno fue el gregario perfecto, tras días con tos y fiebre

S. L- E.
BAGNÈRES DE LUCHON Enviado especial

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Tosía y tosía. Fiebre y más fiebre. Beñat Intxausti, el mismo que hace un año ganó una etapa y se vistió con la maglia rosa en el Giro, llevaba días maldiciendo su suerte en el Tour y pensando en cualquier cosa, durante las etapas, para abstraerse, para no notar que le dolía el pecho, que le costaba respirar y que se sentía falto de fuerzas por culpa de los antibióticos. «No llegué a pensar en la retirada. Pero pasé días muy duros desde que me resfrié en la etapa de los adoquines».

Encima, el lunes, en la jornada de descanso de Carcasona, se pasó el día lloviendo, así que Intxausti prefirió el ciclismo de salón, el rodillo, una sesión para que las piernas no olvidasen que pertenecían a un ciclista. «Gadret (el corredor francés del Movistar que se coloca al revés el dorsal 13, el que le ha correspondido en suerte) es el único que se reservará para ayudar a Alejandro a última hora. El resto vais efectuando relevos conforme os sintáis fuertes», fue la consigna de salida de José Luis Arrieta.

El bocadillo de Izagirre

Ion Izagirre, el campeón de España, se coló en la escapada. «Pero cuando vi que ya no podía luchar por la victoria de etapa lo paré. Se detuvo tras dos kilómetros de bajada. Se puso un chaleco, comió medio bocadillo y esperó a Valverde», explicó Chente García Acosta, que lo guiaba desde el coche en la fuga.

Mientras Izagirre recuperaba fuerzas, comía el bocadillo y bebía un poco, Intxuasti ascendía Balès a un ritmo frenético. «Arrieta me iba enumerando los corredores importantes que se quedaban. Supe de los problemas de Van Garderen y luego los de Bardet. Pero yo no frenaba». Y Valverde, que había dado el consentimiento para acelerar la etapa y ver qué es lo que ocurría, se situaba a su rueda. Intxausti selecccionó el Tour, todos en fila india detrás de él, hasta que llegó Pinot e incendió la carrera.

Sin embargo, Valverde nunca estuvo solo, pues Gradet siempre se mantuvo a su lado. Al francés se le vio atento cuando el murciano prefirió no quemarse con Pinot. Y con él hizo el descenso, hasta que llegó Izagirre para ganar segundos a rivales molestos, siempre en compañía de Nibali.