Las reacciones
Bautista: «Me lo he comido, sí»
EMILIO PÉREZ DE ROZAS
ASSEN / ENVIADO ESPECIAL
Todo el mundo sabe que todo lo que ocurre en Assen, un circuito maravilloso en mitad de una inmensa pradera, ocurre en la chicane que precede a la entrada de meta. Si uno no se escapa, los dos, o tres, o cuatro, que pelean por la victoria en cada categoría se verán las caras en esa doble curva de izquierda y derechas, que queda a 100 metros de la bandera a cuadros.
En esas estaba Álvaro Bautista, uno de los mejores pilotos del Mundial y, sin duda, uno de los profesionales más perseguidos por los equipos y marcas de MotoGP, para proponerle el cambio de categoría cuando se le fue la olla o, simplemente, se precipitó. Él, Bati, dice que no, que él hizo lo correcto, pero no es cierto. Bautista corrió demasiado en el lugar menos indicado y, tal vez, tal vez incluso en un momento inadecuado.
Bautista y el japonés Hiroshi Aoyama, que aún corre con la Honda que hizo bicampeón a Dani Pedrosa (algo nuevo le han hecho, pero casi nada), lideraban en solitario la carrera de 250cc. Estaba en juego el campeonato. Está en juego. Y Bautista tenía ventaja, mucha ventaja.
Demasiado veloz
«Yo era mucho más rápido en la última parte del trazado, así que decidí no arriesgarme», contaba Bautista en el box de Jorge Martínez Aspar. «Decidí superar a Aoyama antes de iniciar la última vuelta para escaparme. Y, justo cuando salí de la primera curva de la chicane, justo en el momento en que retuerces el gas, porque la segunda curva se hace enchufado a tope, veo que Aoyama hace un extraño, no sé si falló una marcha pero me lo comí, sí, me lo comí. Y suerte tuve de no hacerme daño».
La verdad es que no hubo historia. Por más que imagine Bautista, por más que, incluso, el propio Aoyama reconoció al bajarse del podio (el japonés ganó al sobrevivir a la embestida, y ya es líder) que algo le había fallado en la moto o en su trazada, la única verdad es que Bati podía haber esperado, haberlo intentado en la última vuelta («si lo intento en la última vuelta, fracaso») o, quien sabe, haberse conformado con los 20 puntos del segundo puesto. «¿Conformarse? Nunca jamás; yo era más rápido que Hiroshi en ese tramo y ese era el lugar ideal para superarle». Puede que fuera el lugar, sí, pero no el estilo, ni la velocidad.
Ni que decir tiene que Bautista ni pidió explicaciones ni quiso saber, a ciencia cierta, si al japonés, que triunfa con su Hondita mientras el equipo gigante de la marca alada, es decir, el de MotoGP, suma fracaso tras fracaso (Pedrosa y Dovizioso se cayeron ayer y fueron los únicos, junto a Kallio, que no se clasificaron) desde hace ya un año.
Bautista abandonó Assen convencido de que la embestida a Aoyama fue culpa del japonés. Y nadie trató de quitarle esa idea. Como tampoco la reflexión de que «no pasa absolutamente nada». Pasa que Aoyama le saca 13 puntos en la general y que Héctor Barberá y Marco Simoncelli se acercan. «Estamos todos cerquita y aún restan nueve grandes premios y a cualquiera de ellos les puede pasar algo así, es decir, un cero». Quien sabe si los demás se hubiesen lanzado tan al ataque. «Voy a olvidar este incidente cuanto antes; ya mismo», pidió Bautista a gritos mientras esbozaba otra sonrisa. La misma que mostró Aoyama, el solitario japonés, el de la Honda de segunda mano. Aquella de Dani Pedrosa.
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