EL PARTIDO DEL MENDIZORROZA

El Barça se estrena con un plácido triunfo en la Copa ante un Alavés muy inferior (0-3)

Villa, Iniesta y Cesc solventan el partido y prácticamente la eliminatoria

JORDI TIÓ / Vitoria

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Tito Vilanova cumplió su palabra y anoche alineó un Barça de empaque ante el Alavés en Mendizorroza. Dio igual la diferencia abismal que separa a ambos equipos (uno, el mejor Barça de todos los tiempos; el otro, un modesto que lucha en Segunda B por recuperar el esplendor perdido), el técnico, como Pep Guardiola, es de la teoría de que no se tira absolutamente nada, tampoco la Copa, de la que el Barça es el campeón y parte con el reto de defenderla con uñas y dientes.

Y lo cierto es que los azulgranas estuvieron por la labor desde el primer minuto de juego. Aunque el primer aviso lo dio el Alavés, que logró colgar el primer balón al área de Pinto pero Jonan no alcanzó peinarla por muy poco. Bastó eso para que Mendizorroza estallara de júbilo dispuesto a ponerle las cosas difíciles al campeón. Y eso que los azulgranas tuvieron un cálido y educado recibimiento. "Estimats amics catalans, benvinguts a Euskalerria. Esperem que tingueu una bona estada entre nosaltres", se escuchó por la megafonía del coqueto estadio, algo impensable en otras zonas del Estado.

Y el Barça respondió a tal consideración metiéndose en el partido sin despreciar en nada al rival. Busquets, Iniesta y Sergi Roberto, titular por vez primera esta temporada con el primer equipo, tejieron una tela de araña a base de toques y más toques mientras los alaveses se enredaban sin remedio persiguiendo la pelota con la vista.

Motivo de alegría

Por eso, cada vez que el Alavés conseguía robar un balón, o recuperarlo por un descuido, a lo que Busquets contribuyó en un par de ocasiones, Mendizorroza lo celebraba casi como medio gol, pero todo quedaba en eso gracias a Mascherano y Bartra, insuperables por el centro, y a Montoya, que cumplió cubriendo un carril que no es el suyo ya que Alves, superada la lesión, volvió a la titularidad.

Casi sin querer, el Barça fue metiendo al rival en su campo y hasta en su propia área. Alves martilleaba por la derecha, con la colaboración de un activo Alexis, y Villa lo hacía por la izquierda. Fue el chileno quien avisó con un potente disparo lejano que se marchó alto por poco (m. 37) y fue Villa, que cada día recupera un trocito más de su voracidad realizadora, quien abrió el marcador de un poderoso zurdazo que entró en la portería tras tocar en el travesaño.

Solventado el partido y casi la eliminatoria (a expensas del milagro, claro), el Barça se limitó a agotar el tiempo hasta el descanso aunque antes la afición vitoriana todavía pudo celebrar un saque de esquina que quedó en nada. La segunda parte empezó con una obra de arte de un maestro del fútbol. Puede que nunca sea Balón de Oro, aunque el mundo se le rindió a los pies en la pasada Eurocopa y la UEFA le premió como el mejor jugador de Europa.

Pues eso, Iniesta recibió un balón recuperado con tesón por Alexis y, como quien no hace nada, soltó la derecha para enviar la pelota a la escuadra, un golazo que fue premiado con la ovación de Mendizorroza, que también se levantó para aplaudir al manchego al ser sustituido por Dos Santos, quien vio recompensada su tozudez por seguir en el Camp Nou.

Suspense y olés

Con el 0-2 el Barça se sintió mucho más cómodo, convirtiendo el duelo casi en una especie de exigente entrenamiento. También hubo un momento de suspense, tras una caída de Guzmán en el área azulgrana por el acoso de Montoya. Por unos instantes pareció que el colegiado señalaba penalti, pero no fue así para mosqueo de la afición blanquiazul, que premió a su equipo coreando con olés una jugada en la que lograron entrelazar hasta 10 pases seguidos.

Hubo tiempo también para ver una jugada mesiánica de Sergi Roberto, regateando a cinco rivales, ver a Alexis desesperarse ante el meta Urtzi y a Cesc marcar el 0-3.