LA LIGA AZULGRANA

Villa evita la derrota de un Barça gris

El Sporting supo contener a un equipo que compareció muy desangelado y no reaccionó hasta el tramo final

Valdés desbarata una ocasión del Sporting con un despeje acrobático.

Valdés desbarata una ocasión del Sporting con un despeje acrobático.

JOAN DOMÈNECH
GIJÓN

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E n Gijón empezó la colección de victorias del Barça en el 2008 y en Gijón acabó ayer la racha más larga nunca conocida en la Liga. Los 16 triunfos quedaron interrumpidos en Gijón, pero los azulgranas pudieron salvar su condición de invictos como visitantes (llevan un año sin perder fuera de casa) gracias a un esfuerzo sobrehumano. David Villa, de regreso a casa, acalló El Molinón y evitó la caída del equipo, que fue una sombra de sí mismo hasta la segunda mitad.

Mientras el Barça salió a jugar un partido más, incómodo tras una jornada de selecciones y como antesala del regreso a la Champions, el Sporting se dispuso a afrontar el partido de su vida. Más por el honor que por las necesidades clasificatorias, habida cuenta de que se dudaba -en realidad, solo dudó Mourinho- de su deportividad en la primera vuelta. Y, como anunció Preciado, salió «a cañón». Con toda su alma y con todos sus jugadores rebosando adrenalina. Lo que faltó a los azulgranas hasta que se vieron masticando una derrota que Villa impidió en la mejor acción de toda la tarde. Hasta entonces, el Barça apenas había conectado tres tiros entre los palos: de Iniesta (m. 32), Xavi (m. 53) y Messi (m. 55).

UN GOL, UN TESORO / Disparó primero (solo una vez) y se defendió después el Sporting, que protegió el gran gol de Barral como un verdadero tesoro, obligando al Barça a recuperar lo que creía suyo. Siempre a remolque, los azulgranas se encontraron con el panorama habitual: un rival encerrado atrás. Pero muy bien encerrado, con los 11 jugadores rojiblancos en los últimos 35 metros sin ceder un solo espacio.

Con el calendario en la mano, Guardiola introdujo tres cambios en la alineación, uno por línea: Milito atrás (por Abidal), Mascherano en el centro (por Busquets) y Afellay delante (por Pedro). El equipo no notó la diferencia de calidad; notó la pérdida de los automatismos que ya han adquirido los tres titulares que descansaron. No cabe colocar en el debe de Milito el gol del Sporting, sino en el de Piqué, que no dobló con rapidez la cintura ante el último quiebro de Barral, como tampoco fue el único culpable Mascherano en contener las salidas locales. Ni siquiera se puede reprochar nada a Afellay, que recibió tres balones contados en el primer tiempo antes de ser sustituido por Pedro.

SIEMPRE POR EL CENTRO / El problema, más allá del mayor espíritu peleón del Sporting, residió en que el Barça no supo buscar otras soluciones alternativas para colarse en el área de Cuéllar. Inferior en la refriega física, sin posibilidad alguna de impedir las interrupciones del juego y las pérdidas de tiempo locales, se obsesionó con entrar por el centro. Como siempre.

El peso de las operaciones lo llevaron Xavi, Messi e Iniesta. Demasiado, tal vez, tardaron en ampliar el grupo de colaboradores para tejer el juego. El Barça se olvidó de abrir el campo por las bandas para obligar al Sporting a expandirse a lo ancho y forzar así huecos interiores hasta la segunda mitad. Con Pedro revoloteando por dentro, la profundidad la aportaron Alves y Maxwell, los laterales, que arrancaban desde muy atrás y el Sporting ya les esperaba. Todo muy previsible.

A LA DESESPERADA / Un enorme mérito tuvo el once gijonés, vista la ilustre y larguísima lista de víctimas que había dejado por el camino el

Barça. Solo perdió por 1-0 en el Camp Nou y solo perdió por 0-1 ante el Madrid, lo que prueba el ardor guerrero que Preciado cultiva en la plantilla. Guardiola buscó recursos sin llegar a cambiar el guión de un duelo en el que el Barça volvió a parecer terrenal y tuvo que apelar a su desesperación para evitar un disgusto.