Cambio de guardia en la literatura catalana

El podio del libro en catalán

Los premios Llibreter y Crexells a la mejor obra del último año encaraman a Puntí y Pagès Jordà

VICENÇ PAGÈS JORDÀ. 'ELS JUGADORS DE WHIST'. Publicada en septiembre del 2009, la primera gran novela de Pagès (Figueres, 1963) ha recibido el Premi Crexells, del Ateneu Barcelonès.

VICENÇ PAGÈS JORDÀ. 'ELS JUGADORS DE WHIST'. Publicada en septiembre del 2009, la primera gran novela de Pagès (Figueres, 1963) ha recibido el Premi Crexells, del Ateneu Barcelonès.

ERNEST ALÓS
BARCELONA

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El panorama literario catalán sigue viviendo en su particular burbuja: más de un millar de premios reciben originales que esperan ser lanzados al mercado o, simplemente, editados. Entre este marasmo, un puñado de galardones intentan separar el grano de la paja y seleccionar a las mejores obras editadas para darlas a conocer a nuevos lectores. Dos de ellos, que intentan reflejar la opinión de libreros y lectores más que de algunas congregaciones críticas, señalaron ayer como las obras a seguir por quienes no las hayan descubierto a Maletes perdudes, la novela de Jordi Puntí que se alzó con el Premi Llibreter dedicado a la literatura catalana, y Els jugadors de whist, la crónica de dos generaciones de Vicenç Pagès Jordà que recibió el Crexells.

EL PREMI LLIBRETER / El premio del Gremi de Llibreters, que apadrina cada año un libro ante los lectores (las librerías proponen los candidatos y un jurado de libreros elige al ganador), ha inaugurado una categoría para destacar al mejor libro publicado en catalán entre el otoño y la primavera anteriores. El elegido ha sido el debut en la novela de Jordi Puntí, Maletes perdudes, una de las sorpresas de Sant Jordi y que, publicada en febrero, aún deberá competir el año próximo entre los candidatos a mejor libro del 2010. De la historia de cuatro hermanos que descubren que tienen en común un padre camionero, la editorial Empúries ha impreso 20.000 ejemplares y prepara una cuarta edición, mientras están en marcha las traducciones al alemán, francés, portugués y holandés.

En estos primeros meses de vida de un libro escrito durante casi ocho años, la interacción con los lectores ha sido intensa, al mismo tiempo que, según Puntí, la experiencia de escribir una novela amplia ha sido «gratificante». «Es un libro con muchos hilos, y la gente se quedado con historias muy distintas. Pero lo que más me gusta que me digan es que no quieren que la historia de los personajes se acabe», explicaba ayer.

EL CREXELLS / El histórico Premi Crexells del Ateneu Barcelonès ha experimentado por segundo año su nuevo formato que mezcla el voto crítico y el popular: un jurado elige a tres finalistas y los socios del Ateneu votan al ganador, que este año ha sido Els jugadors de whist, de Vicenç Pagès Jordà. Un libro que tras cuatro ediciones desde el pasado mes de septiembre sigue vivo en las librerías.

Cinco años ha dedicado Pagès a la que había de ser su primera gran novela, y según el jurado del Crexells la espera valió la pena: del libro destacó ayer que incorpora Figueres al paisaje literario catalán, consigue que registros narrativos y lingüísticos variados liguen en la forma de una novela, integra referencias de la cultura pop de los 70 («los 70 y 80 fueron más grises de lo que se dice; es mentira podrida que todo el mundo fuese o el rey de la disco o un combatiente antifranquista», apuntó el autor) y de las nuevas tecnologías, equilibra el humor y el desencanto y retrata de los generaciones, los postadolescentes de hoy y los que sufren la crisis de los 40.

Curiosamente, o no, ni algunos consagrados ya acomodados ni las obras que recibieron los premios literarios catalanes más consolidados, cada vez más orientados a apadrinar y lanzar los best-sellers locales, ha superado la criba de los premios a obra publicada. Se consolida así un modelo dual que el éxito del libro en catalán en el último Sant Jordi parece que avala.

RELEVO / Este año, además, hay indicios de cambio de guardia: autores entre la treintena y la cuarentena, consolidados pero aún no consagrados, que entregan sus primeras obras de madurez. Sin ninguna intención de formar un grupo literario coherente pero con puntos en común: un origen no barcelonés sin ser rural («fuera de Barcelona no empieza el campo», reprochó ayer Pagès), gusto por narrar antes que por epatar o pontificar, no cultivan o han dejado atrás el cuento urbano de aire cínico y raíz anglosajona, su promoción ha tenido en cuenta los recursos de internet y mantienen una dedicación controlada al columnismo a la vez que un ritmo de publicación pausado.

Tres de ellos, Puntí, Pagès y Bezsonoff, coinciden en su condición de autores de la editorial Empúries y colaboradores de EL PERIÓDICO y de la revista y editorial L'Avenç.