distritos. Ciutat Vella

Un rescate modernista

Interior del bar, cuya barra y espejos están catalogados.

Interior del bar, cuya barra y espejos están catalogados.

LUIS BENAVIDES / BARCELONA

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Una reunión a tres bandas entre los propietarios del local, los últimos inquilinos y el Distrito de Ciutat Vella ha puesto fin al expolio sufrido por el bar Muy Buenas (Carme, 63) la noche de la pasada Diada. El establecimiento ya ha recuperado su mobiliario, de estilo modernista, pero no podrá abrir sus puertas al público hasta que un restaurador coloque cada pieza en su sitio y certifique su buen estado. Este local del Raval está catalogado y protegido por el Ayuntamiento de Barcelona por la singularidad de algunos elementos decorativos.

Los antiguos arrendatarios, al frente del bar desde 1996, tenían un contrato de renta antigua, de apenas 200 euros mensuales, que renovaban automáticamente año tras año. «Sin deber un duro, los propietarios nos desahuciaron. Sabemos que querían alquilarlo a otra persona por más de 1.000 euros. Nos llevamos la decoración del bar porque se la compramos al anterior inquilino, y todos los arreglos han corrido siempre de nuestra parte», explica Antonio Magaña, quien pone como ejemplo la barra del bar. «Al coger el bar en 1996 nos encontramos una barra de acero inoxidable, y me encargué personalmente de colocar la original de mármol», añade.

CATALOGACIÓN / El caso del Muy Buenas ha puesto en evidencia la fragilidad del patrimonio histórico de la ciudad. «Estos hechos demuestran que la simple catalogación no es suficiente para proteger aquello que forma parte de la historia viva de las calles y barrios de la ciudad. Es hora de tomar medidas para que estas acciones no se repitan», explica Pere Pina, vocal de la Associació d'Establi- ments Emblemàtics.

Pina, también propietario de un bar histórico, el Casa Almirall (Joaquim Costa, 33), considera que la forma como ha actuado la familia Magaña no han sido la adecuada. «Puedo entender su frustración, y que moralmente algunos elementos sean suyos. Pero el bar Marsella (Sant Pau, 65) también pasó por algo parecido y los arrendatarios actuaron diferente», recuerda el vocal. En el caso del bicentenario bar Marsella, su posible desaparición llegó a oídos del ayuntamiento, que respondió comprando el local al dueño para ofrecer al titular del bar un alquiler a precio de mercado.

La Associació d'Establiments Emblemàtics considera que la Administración debería proteger también los oficios, aquello que mantiene vivo estos negocios familiares. «Hay personas que llevan más de 40 años desarrollando un oficio. Conservan, restauran y expanden el patrimonio del local», puntualiza Josep Maria Roig, secretario de la entidad y propietario de la pastelería La Colmena (plaza del Àngel, 12), fundada en 1849.

MULTA PENDIENTE / La familia Magaña y la administradora de fincas Seriñana, que gestiona el edificio, propiedad de la sociedad Barlet, han llegado a un principio de acuerdo. El expediente abierto por el Ayuntamiento, sin embargo, sigue su curso. El importe de la multa por la desaparición de los elementos patrimoniales y protegidos del bar dependerá del estado de estas piezas históricas. «He leído que destrozamos el interior. No es verdad. Soy un apasionado de las antigüedades y retiramos todo con mucho cariño. Los técnicos del ayuntamiento han podido comprobar que todo el mobiliario estaba embalado y protegido en un almacén», puntualiza Magaña.