EL FUTURO DE LA 'DIAGONAL FABRIL' DEL POBLENOU

La zona encapsulada

Baldosa 'botijera'  8 El alcalde Porcioles, 'dirigiendo' su colocación.

Baldosa 'botijera' 8 El alcalde Porcioles, 'dirigiendo' su colocación.

XABIER BARRENA
BARCELONA

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El frenesí transformador que ha vivido Barcelona, en general, y el levante de la ciudad, en concreto, han producido un curioso efecto: la creación de una especie de cápsula del tiempo que embebe la calle de Pere IV y sus alrededores más inmediatos. La remodelación del frente litoral, la apertura de la Diagonal al mar, la reforma de la Gran Via, la recuperación de la zona del Besòs y el inicio del cambio que vivirán las Glòries han ido creando, todas y cada una de estas operaciones, un área de influencia que ha germinado en gran parte del distrito de Sant Martí. Pero en Pere IV, especialmente en el tramo por encima de la Diagonal, distante de todas y cada una de estas actuaciones, poco o nada ha cambiado. Basta un largo paseo en coche por Sant Martí para percibir que la remodelación de la calle y su conversión en un eje cívico, es, sin duda, la gran reforma pendiente en el levante barcelonés.

A estas alturas del partido, sorprende ver el adoquinado -en forma de botijo-, los cuatro carriles (dos por sentido, una de las contadas calles de ida y vuelta de la ciudad), los otros dos de aparcamiento (los vehículos estacionan en perpendicular al eje de la calle) y, en cambio, unas más que estrechas y angostas aceras.

La línea de fachada está compuesta por edificios desvencijados, cuando no a medio derruir, ya sean del patrimonio industrial o no, y la actividad comercial se limita poco menos que a la que generan las gasolineras y los concesionarios de automóviles.

Una vía suburbana en el centro del área metropolitana.

La burbuja que ha mantenido esta calle ajena a lo que pasaba apenas a cientos de metros tiene una fecha inicial. La última mejora se hizo en 1966. En la foto aledaña, que pertenece al Arxiu Històric del Poblenou, se puede ver como el entonces alcalde, José María de Porcioles,dirigela colocación del adoquinadobotijeroque ha pervivido hasta hoy. Desde entonces, la nada.

Primero porque viariamente la calle hace años que dejó de tener sentido, tanto por su condición de vía oblicua a la trama de Cerdà, como por ya no ser necesaria para conectar con el Maresme. Y después, por lo homérico y caro que resultaba emprender la reforma.

Y eso que oportunidades hubo. Por ejemplo cuando en 1996 se abrió la Diagonal. Por distancia, por respeto a la trama, a la propia historia y por distancia a los extremos de la Diagonal (las Glòries y el Fòrum), el cruce de la ampliada avenida y Pere IV quizá hubiera merecido un mayor empaque.

El parque de Nouvel

En lugar de eso se optó por colocar en ese hueco un trozo de vacío urbanizado, un parque. El del Centre del Poblenou, de Jean Nouvel. Un parque que solo tendrá sentido en cuanto se ejecute la deseada reforma. Si Pere IV y aledaños se convierten en un eje cívico, los muros protectores a la par que aislantes que rodean el parque caerán por carecer de sentido.

El renacer de Pere IV, a partir del 2005, viene ligado a una de las más arduas luchas vecinales de los últimos años, Can Ricart. Emplazada justo encima del parque y del cruce con la Diagonal, la necesidad de buscarle un uso y un contexto que garantizara su supervivencia llevó a los vecinos a echar la mirada al resto de grandes naves de las cercanías. Ahí nace la idea de un eje que uniera los nuevos equipamientos culturales que se alojarían en las antiguas fábricas.

La última administración socialista puso las bases para la conversión de las naves en equipamientos, pero no se atrevió a abordar la reforma del eje, seguramente por ser un objetivo demasiado homérico. El nuevo equipo de gobierno no lo ha considerado una prioridad hasta hace una semana. Ahora parece que se presta, por fin, a pinchar la burbuja.