Aniversario de una gran iniciativa urbanística de Barcelona

Vila Olímpica veinteañera

PATRICIA CASTÁN
BARCELONA

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Más de 20 años separan los sueños del arquitecto David Mackay, uno de los padres del diseño urbano de la Vila Olímpica, junto con Oriol Bohigas, Josep Martorell y Albert Puigdomènech, del taller MBM, de la realidad del que hoy es su barrio y el de la mayoría de su prole. Aunque ayer su sonrisa era la misma. La promesa de una nueva Barcelona sonaba a chino para los más descreídos, cuando en 1985 se fraguaban los cimientos. La proximidad de La Mina, el supuesto aislamiento del centro, las prisas y la extrañeza de habitar en lo que primero sería una macrorresidencia de deportistas hicieron que aquellos más de 1.800 pisos tardaran en venderse más de lo previsto. Tampoco fue fácil que la fotogénica zona oliese a barrio. Y que le llegaran los necesarios equipamientos para soldar lo que hoy es un vecindario de más de 11.000 almas, mayormente familias jóvenes. La aventura de dos décadas es una radiografía de la eclosión de la penúltima Barcelona que se asoma al mar (le siguió, con distinto signo, Diagonal Mar) que bien merece un cumpleaños sonado. Así lo defienden los vecinos que han creado un homenaje de la nada, a falta de una iniciativa municipal formal.

Can Gili Nou es el centro de barrio que acoge la exposición 20 anys de barri, desde ayer y hasta el próximo 26 de octubre. Una ocasión de oro para que cualquier barcelonés o turista descubra cómo se cocieron tanto los Juegos como ese gran hotel deportivo que devino en barrio emblemático de Sant Martí. Eso sí, tendrán que hacerlo en horario casi laboral... Aunque la zona está más que consolidada como núcleo vivo de actividad vecinal y social, la realidad es que este centro cívico tiene solo un empleado y no abre los fines de semana, lo que resta posibilidad a la ciudadanía de conocer la muestra. «No podemos variar el horario ni abrir nosotros», se lamentaban ayer los organizadores, que no son otros que los propios vecinos.

EL ESFUERZO DE DOS VECINAS / El 20º cumpleaños se ha materializado por la perseverancia de dos vecinas y comisarias de la muestra, Martha Mackay, hija del arquitecto, y Yolanda Pérez, convencidas de que la efeméride merecía el esfuerzo. Con su entusiasmo han atrapado a otros vecinos, a expartícipes del proyecto olímpico, y hasta a patrocinadores, Mapfre y el Hotel Arts. El ayuntamiento, según confirmó ayer el distrito, no tiene previsto ningún fasto sobre el barrio, al margen de ceder el centro cívico.

Pero 20 anys de barri, diseñada por Lluís Pau, es una tarjeta de presentación fluida y más que digna del germen de un tentáculo de la ciudad. Y de la pionera fórmula de Barcelona al crear un legado olímpico no ruinoso que se haya convertido en trama ciudadana, recordaba Mackay.

Nada más acceder a Can Gili (lunes, de 16.00 a 21.00 y de martes a viernes de 10.30 a 13.00 y de 16.00 a 21.00 horas), el visitante pisa Vila Olímpica. Una gran foto aérea cubre la planta baja y reproduce las manzanas urbanas, donde se abre paso la Vila, tanto con el dibujo arquitectónico, como con la imagen real, fruto de la participación preolímpica de 24 estudios de arquitectura; 700 tipos de vivienda alimentan este enjambre hoy tan vivo, que tardó años en cuajar. No tanto por el desembarco vecinal, como por la falta inicial de comercio y equipamientos.

A un lado, una ristra de paneles hacen justicia a la esencia de la transformación urbana. Con el número 1, foto de Narcís Serra, aquel primer alcalde democrático que tuvo que decidir qué hacer con el maltrecho Estadi Olímpic cuando se hundió una parte de la tribuna. ¿Acaso era el momento de empezar a pergeñar unos Juegos? El apoyo de Samaranch ya le invitó a soñar con aprovechar, de nuevo, un gran acontecimiento para crear ciudad.

LA PATERNIDAD DE MARAGALL // A su lado, Pasqual Maragall, al que los arquitectos atribuyen la paternidad. Porque «sin un cliente» -y además, bueno-, no habría habido macroproyecto. Le siguen los cuatro arquitectos de MBM, los muchos responsables de Vila Olímpica SA (VOSA), la sociedad creada con un banco y tres inmobiliarias para levantar la quimera cuando muchos promotores renegaban del plan..., los vendedores que luego despacharon los pisos, una voluntaria, ciudadanos, vecinos y hasta los niños nacidos al calor de aquel inolvidable 92.