A Verdi no le da miedo Progrés
El concurso de calles de Gràcia lo gana la vía del compositor, que deja en segundo lugar a los zombis de Progrés
La decoración amazónica de Verdi se llevó ayer el primer premio del concurso de calles de Gràcia, y con ello lleva ya ocho victorias desde que cambió de siglo. Parecerá, pues, que lo hace casi sin esfuerzo, pero ayer media plaza de la Vila, donde el jurado dio a conocer los resultados, se sorprendió de que la copa no fuera para el notable esfuerzo de los vecinos de Progrés, que han transformado su recóndita calle en un despertar zombi. Quedaron segundos. El año pasado fue justo al revés, Progrés primero, Verdi segundo. Esto del concurso de calles, visto así, es cada vez más una guerra de los botones, dicho como el mayor de los elogios. Nadie da su brazo a torcer, pero es incruenta. Al final, pese a las discrepancias que pudo causar el veredicto, lo que hubo sobre todo fue camaradería.
Uno de los grandes aciertos de las fiestas de Gràcia es que el fallo del concurso de calles se da a conocer justo antes de que la celebración cruce su ecuador. Es una forma muy lista de que no decaiga la llegada de visitantes, unos dos millones, según la organización. Hasta el jueves hay tiempo de tomar partido en este mano a mano entre capuletos y montescos que estos dos últimos años han protagonizado Progrés y Verdi. Que cada cual juzgue.
Ese duelo no debería eclipsar el tercer puesto del podio. Se lo llevó la Travessia de Sant Antoni. La decoración de esa minúscula calle era un homenaje al cine de Bollywood. Lo interesante es que era la primera ocasión en la que los vecinos de esa calle, gente bastante joven sobre todo, participaban en el concurso. Además del mérito de llevarse la medalla de bronce nada más llegar, su caso es una buena noticia porque revela hasta qué punto el corazón de Gràcia late con fuerza y no da síntomas preocupantes de la despersonalización que sufren otras zonas de la ciudad entre tanto piso turístico y otras mandangas.
De hecho, en la entrega de premios se hicieron evidentes más síntomas de que Gràcia es un barrio singular. Estas no son unas fiestas a golpe de talonario municipal, como las de la Mercè. Sin el esfuerzo de los vecinos no serían posibles. Por eso tiene un especial mérito la insistencia de calles como Camprodon, Providència y Puigmartí, que aunque abonadas a los últimos puestos casi siempre, siguen participando año tras año.
El otro síntoma de buena salud a destacar fue que hasta 36 balcones y tiendas han participado este año en el concurso de microdecoraciones. Es una iniciativa con menos tradición, pero que si cuaja, con el paso de los años dará de qué hablar. Ayer, el primer premio y los 600 euros de recompensa fueron para un pisito del número 12 de la calle de Santa Magdalena. Merece la pena la visita, tanto como la de las calles.
Para quien desee, ya puestos, realizar una ruta más exhaustiva, no está de más repasar otras categorías de premios concedidas ayer. A La Perla le aplaudió el jurado su capacidad de reutilizar materiales. La calle Joan Blanques, en el tramo dedicado a Charlie y la Fábrica de chocolate, le concedieron, cómo no, la copa bautizada como Dulce fiesta. Mozart se llevó un premio extraño. El año pasado casi pugnaron por la victoria. Este, han recreado un trabajadísimo jardín perdido que, a la hora de la verdad, solo le ha servido para ocupar un séptimo puesto en la clasificación general, así que casi como una cruel consolación, el jurado decidió reconocer a Mozart como la calle más original.
Quien no se llevó un premio y, sin ironías, casi que comienza a merecérselo, fue la concejala del distrito, Maite Fandos. Desde que ocupa el cargo, no hay fiesta en la que no la abucheen. Hay políticos a los que se les tuerce el gesto cuando eso ocurre. Ella parece impermeable a ello. «Sin vuestros silbidos esto no sería la fiesta mayor», dijo con voz potente y una sonrisa nada más coger el micrófono. Tuvo el detalle, además, de ser breve.
La fiesta mayor de Gràcia, en resumen, enfila su segunda parte con el concurso ya resuelto y, lo que es más importante, sin incidentes remarcables. Ha habido desperfectos, pero el vandalismo parece que va de baja y la lluvia no ha causado los daños de otras ocasiones. A muchos visitantes les resulta tentador tocar las decoraciones. A veces ese es el problema. En ese sentido, la presidenta de la comisión de fiestas, Carla Carbonell, aprovechó para recordar una opción que no todos conocen. «Si alguien quiere algún detalle de los ornamentos, que lo pida a los vecinos y cuando acabe la fiesta, si se puede, se lo darán». Así de fácil.
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