Pulmón metropolitano

Una 'riviera' en el Besòs

VÍCTOR VARGAS LLAMAS / SANTA COLOMA DE GRAMENET

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Denominación de origen Besòs. Sin el glamur que destila el sofisticado enclave de la Riviera francesa, con su desfile de 'celebrities', sus mansiones de postín y su flota de imponentes yates. Sin la pretensión de  competir con el exotismo de la Riviera Maya, cuna de la cultura precolombina y paraíso de arrecifes de coral salpicados por aguas turquesas. Nada de eso asoma entre los bordes del río Besós, en su tramo final, antes de fundirse en el Mediterráneo. Pero es igualmente innegable que los aledaños de su desembocadura se han convertido con el paso del tiempo en un privilegiado oasis de naturaleza en el que disfrutar de un paréntesis ante el incesante trasiego de la monotonía urbana.

Los cinco kilómetros de zona de uso público entre el puente de la Pota Nord de Santa Coloma de Gramenet hasta el puente del Ferrocarril de Sant Adrià de Besòs son un alivio en  la jungla de cemento del norte de Barcelona. Un espacio que no cierra por vacaciones y que sirve de refugio para quienes no tienen la suerte de hacer un punto y aparte en el calendario laboral. También para aquellos cuyo presupuesto no está para grandes alardes y sacian con tiempo para sí mismos los deseos frustrados de viajes a confines por descubrir.

Reclamo

Más de medio millón de visitantes disfrutan cada año de las posibilidades que les ofrece el parque fluvial, según los cálculos del consistorio colomense. Una cifra impensable en el pasado, cuando el descontrol en los vertidos de las fábricas que se acumulan a lo largo del cauce del Besòs, el incivismo y la inacción de las autoridades convertían el entorno del Besòs en un espacio marginal con el que no contaba la población para desarrollar sus planes de ocio. Fue en la década de los 90, durante el mandato de la exalcaldesa de Santa Coloma Manuela de Madre (1991-2002), cuando el proyecto recibió el espaldarazo definitivo, siguiendo el sueño que ya tuviera su predecesor en el cargo, Lluís Hernández.

Durante el proceso de recuperación medioambiental del espacio, al amparo de los fondos de cohesión de la UE, se abatieron  69  torres de alta tensión y sus correspondientes 51 kilómetros de cable, se rediseñaron los márgenes y se filtraron intensamente las aguas del Besòs hasta que lucieran su atractivo aspecto actual. Tras una inversión de 37 millones de euros, se consumó el anhelado saneamiento del parque, que con los años ha ido recuperando las condiciones propicias para su repoblación y reforestación.

Como consecuencia, más de 200 especies de aves se han integrado entre la biodiversidad del parque, a lo largo de sus nueve kilómetros de hilo conductor entre Barcelona, Santa Coloma, Sant Adrià de Besòs y Montcada i Reixac. Entre sus nuevos vecinos, especies como la garza real y el cormorán grande, cuya presencia era imposible cuando el fétido devenir de las aguas penetraba hasta los tuétanos.

La nueva riviera del Besòs se ha consolidado como un destino de 'peregrinaje' para toda suerte de perfiles: deportistas, contemplativos, familias adictas al picnic, domingueros sin complejos y amantes de la naturaleza. Una capacidad de atracción  que va más allá de su entorno, convirtiéndose en meta de caminatas y rutas ciclistas, oficiales o no, desde poblaciones del Vallès o del Maresme. Un espacio natural rehabilitado que junto al  parque fluvial del Llobregat se suma ala causa de dar continuidad al pulmón verde de Collserola para dar un respiro al rutinario frenesí metropolitano.