Mejora en la accesibilidad del área metropolitana

Santa Coloma crea un circuito agreste para discapacitados

Carmen, Saúl y Manoli transitan por el circuito inclusivo de Santa Coloma.

Carmen, Saúl y Manoli transitan por el circuito inclusivo de Santa Coloma.

VÍCTOR VARGAS LLAMAS / SANTA COLOMA DE GRAMENET

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Se sintieron como muchos maratonianos aficionados, a los que más allá del tiempo empleado, la mayor satisfacción les sobreviene por haberse demostrado capaces de cruzar la línea de metaCarmen Aranda Manoli Castillo fueron de las últimas en acabar la prueba con la que Santa Coloma de Gramenet estrenó el circuito inclusivo Sumando Capacidades, concebido para facilitar el acceso a entornos agrestes a personas con discapacidad funcional. Muy poco les importó el crono a ellas en el recorrido creado en la sierra de Marina. Carmen y Manoli tienen esclerosis múltiple y empezaron la prueba caminando, «como un nuevo reto», hasta que debieron tumbarse en el suelo, exhaustas por el esfuerzo, y esperar a que les trajeran sus sillas de ruedas para recorrer el último tramo del recorrido. «¡Pero la meta la cruzamos por nuestro propio pie, eh!» recuerda Manoli con indisimulado orgullo.

Con ese afán por aproximar a los discapacitados a entornos donde se multiplican los impedimentos que ya dificultan sus desplazamientos urbanos se alumbró el circuito de la parte colomense de la sierra de Marina, impulsado por la Fundación Itinerarium y el ayuntamiento de la ciudad. Es el primero de los circuitos que incluye pensadores visuales, pictogramas concebidos para que los autistas sepan interpretar la naturaleza de la actividad que van a desarrollar, y otros datos fundamentales, como el principio y final del trayecto, que de otra forma no asimilarían de manera tan asequible.

Lo agradece Paqui del Moral, madre de Ángel Santos, un niño de 11 años que presenta autismo. «Quienes sufren este trastorno necesitan organizar y predecir lo que van a hacer ya que sufren un caos mental permanente. Los pictogramas les son de gran ayuda porque les avisan de qué van a hacer y del principio y final de la actividad», explica. Hay indicadores en braille y a la altura de personas que van en silla de ruedas.

SENSIBILIDAD

Además de la señalización, se adapta el firme para facilitar el tránsito de todos: pueden circular sillas de ruedas eléctricas 'joëlette' (todoterreno) y 'handbike' (o bicicleta de manos). El circuito de Santa Coloma cuenta con un tramo de 2,1 km y otro, añadido y más exigente, de 3,7 km, con pendientes algo más pronunciadas. «Nos preocupa tener una ciudad accesible y más amable con las personas con discapacidad, pero quedaba pendiente trasladar esa premisa en clave rural. Hemos acercado un entorno tan excepcional como el de la sierra de Marina a este colectivo», expone la alcaldesa de Santa Coloma, Núria Parlon.

Carmen comparte el diagnóstico y proclama su orgullo vecinal: «Manoli y yo hemos venido en silla de ruedas [eléctrica] desde mi casa, en la ciudad, hasta la sierra sin ningún problema de acceso», destaca. «Es una de las mejores ciudades del mundo en este sentido. Doy fe, yo que he estado en un montón de países. Mucho mejor que ciudades como París o Londres», aduce.

También se adapta con facilidad Saúl Burgos. Tanta que incluso se marcó el gustazo de acabar primero en la inauguración del circuito con su imponente silla de ruedas todoterreno, por delante de dos centenares de participantes. «¡Claro, es que la lleva tuneada! La mía no pasa de los 6 km/h y la suya alcanza más del doble», bromea Manoli ante Saúl, que asiente entre risas. «Calla, que me dejo medio sueldo en pagar las cubiertas», suelta su padre, Eusebio.

Este joven de 17 años ejemplifica el entusiasmo con el que se supera «una barrera más» para personas que no tienen plena autonomía en los desplazamientos. «Me encanta el contacto con la naturaleza pero desde que voy en silla de ruedas apenas había podido salir del entorno urbano. Este circuito facilita mucho las cosas», dice. Otra afición más que reduce a añicos su discapacidad y que Saúl casi equipara a su pasión por la escalada, a la que da rienda suelta en el rocódromo La Foixarda, en Montjuïc, donde se encarama y se olvida por completo de su silla de ruedas.

RUPTURA

Ambientes y acciones en los que las limitaciones se disipan, «se rompe drásticamente con los entornos sanitarios» en los que se desenvuelven estas personas con demasiada frecuencia, expone Nazario Santos, padre de Ángel. «Aquí se mezclan con personas de todo tipo, no solo las que tienen sus problemáticas. Y además pueden ir con toda la familia, los amigos, las mascotas...», añade.

Por eso Ángel disfruta el doble del paseo, al compartirlo con sus padres y con su inseparable perro Bambú. Paqui los observa y se deleita con la escena. Si acaso, ella echa en falta más bancos y zonas de recreo en el recorrido, pero está muy satisfecha con el avance. Aunque no puede hablar, tampoco Ángel parece tener quejas, ensimismado con una experiencia inimaginable hace unos meses. Lo dice su sonrisa, lo confirma su mirada. Él y Bambú han encontrado su nuevo paraíso. Un paraíso al alcance de todos.