La Sagrera coge por fin el tren de los equipamientos

Con La Sagrera continúa la serie de 16 entregas semanales sobre barrios de Barcelona y ciudades de su entorno en las que el diario, vecinos y cargos municipales analizan el mandato que acaba.

Zona donde se construyen las vías y la estación de la Sagrera del AVE, el viernes.

Zona donde se construyen las vías y la estación de la Sagrera del AVE, el viernes.

RAMON COMORERA
BARCELONA

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Los tiempos de La Sagrera son muy largos. Quizá por su remoto origen rural y eclesiástico como zona sagrada de almacenaje de víveres alrededor de una capilla de culto (Sant Martí) y, por ello, protegida de los salteadores. Desde hace dos décadas, muchas mejoras se han remitido invariablemente a un «cuando llegue el tren». El de alta velocidad, claro, porque los de Rodalies y media y larga distancia pasan a centenares y sin parar por la herida urbana más extensa y separadora de Barcelona. Así ha sido hasta la última, por ahora, redefinición del pacto institucional tripartito, acordada ya en plena crisis inversora, que ha permitido iniciar las obras de la macroestación y el cubrimiento con un parque del corredor hasta la Trinitat. La Sagrera ha cogido, por fin, cuando el mandato municipal expira, y tras perder el de los JJOO y el Fòrum, el tren de los equipamientos que debe transformar el barrio y superar déficits históricos.

Hasta 30 realizaciones de todo tipo, a levantar en 10 grandes solares que se ganarán en la operación urbanística del sector Entorn Sagrera, formalizaron por escrito en otoño el ayuntamiento, con la firma de Jordi Hereu, y la asociación de vecinos, con la rúbrica de su presidente Josep Barbero, en un insólito acuerdo de planificación. Con ello se quiere asegurar, dentro de la incertidumbre de un proyecto de tanta envergadura, a largo plazo y con la crisis económica e inmobiliaria actual, la posible demanda social tanto de los nuevos vecinos como de los existentes.

ALTA DENSIDAD / La Sagrera concentra ahora 29.000 personas en un kilómetro cuadrado, una densidad demográfica que dobla la media de la capital. Con el plan Entorn Sagrera, crecerá un 33%, con 9.000 vecinos y 2.250 viviendas. En el sector de la propia estación, la construcción de edificios de oficinas, servicios y hoteles supondá en teoría 30.000 puestos de trabajo. Esta cascada de cifras puede parecer fuera del contexto económico de hoy, pero es, en todo caso, la que debe hacer posible el citado programa de equipamientos: educativos, culturales, deportivos y sociales.

El proyecto de la estación creará una tercera zona diferenciada en el barrio que se añadirá a las dos actuales: el núcleo antiguo alrededor de la plaza de Masadas y el sector más nuevo con enormes bloques de viviendas al oeste y a lo largo de la Meridiana. La estructura territorial de La Sagrera ha estado marcada por la industrialización de los siglos XIX y XX cuando se produjo la instalación de grandes empresas. Con su desaparición o traslado en las últimas décadas, se han creado zonas verdes. La mayor, el parque de la Pegaso.

El barrio vive, como ningún otro de Barcelona, en un estado de obras permanente desde hace seis años. Y todavía le queda nada menos que una década, según las estimaciones de la asociación de vecinos que fácilmente podrían tomarse a la baja, para completar las infraestructuras previstas tanto del metro como de las líneas ferroviarias. La Sagrera tendrá en los próximos años, si se cumplen los planes municipales y de la Generalitat, un gran desarrollo hasta situarse como el principal centro de transporte público.

DEL METRO AL AVE / El largo periodo de obras desarrollado hasta ahora se inició en las líneas L-1 y L-5 del metro en la estación de transbordo de la Meridiana. Siguió con la construcción de la L-9/L-10 (aún en curso si bien con los ramales de Santa Coloma y Badalona ya en servicio) y ha acabado recientemente, en cuanto al intercambiador se refiere, con la nueva estación de Rodalies y media y larga distancia. En el futuro se prolongará también hasta aquí la L-4

desde La Pau. Su impacto ha sido y sigue siendo fuerte en un sector densamente habitado.

En la zona de la futura estación del AVE así como en el pozo de explotación de su túnel hasta Sants junto a Bac de Roda, al igual que en el pozo de la galería de la L-9/L-10 en la calle de Josep Soldevila al norte, puntos todos alejados de las viviendas y con grandes espacios alrededor, la incidencia es menor. Sin embargo, el paso constante de miles de camiones y de maquinaria pesada saliendo o entrando deja igualmente huella.

50% EJECUTADO / En el mandato municipal que acaba ahora, el ayuntamiento ha realizado el 50% de los proyectos previstos y ha dejado por hacer la otra mitad, según el balance que efectúa Josep Barbero. Se ha completado la urbanización de la calle de Garcilaso, convertida en el gran eje cívico de La Sagrera. Ha pasado de 10 a 45 metros de anchura, si bien tiene doble dirección de circulación en contra de la petición de los vecinos que querían mantener el sentido único de las calles del Eixample. Se ha abierto también la nueva guardería Icària y la biblioteca La Sagrera-Marina Clotet.

La asociación de vecinos asegura que insistirá en la reducción de la edificabilidad de los bloques que coronarán la estación y también de los previstos en su entorno.