RECUPERACIÓN DEL PATRIMONIO DE LA CIUDAD

La resistencia activa

El espacio museístico del Carmel solo pretendía recuperar las baterías, pero los trabajos arqueológicos dejaron en evidencia el valor patrimonial de los restos de las barracas

La batería antiaérea del Turó de la Rovira se construyó en 1937, tras los primeros bombardeos masivos sobre la población.

La batería antiaérea del Turó de la Rovira se construyó en 1937, tras los primeros bombardeos masivos sobre la población.

H. L. / BARCELONA

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Es innegable que, cuando en pocos meses terminen las obras, el espacio perderá un mucho de autenticidad. Lo abandonado del lugar confería a las baterías antiaéreas del Carmel, meca del botellón con vistas durante años, un aire de autenticidad cada día más difícil de encontrar en Barcelona. De sitio al margen de la ciudad desde donde se dominaba, al menos con la vista, toda la ciudad. Cuando retiren las vallas y las máquinas, el lugar dejará de ser ese remanso de libertad para renacer convertido en un nuevo espacio museístico donde entender el siglo XX. Se habrá ganado, eso sí, en memoria y dignidad urbanística, pues el espacio se había convertido en las últimas décadas, tras el derribo de las últimas barracas justo antes de los Juegos Olímpicos, en una suerte de vertedero.

En un primer momento, la actuación museística en el lugar no pensaba en las barracas. La intención era recuperar la batería antiaérea para explicar la defensa de Barcelona, algo a lo que se destinará el tercero de los espacios que se abrirá, la sala de mandos, que ofrecerá una visión de la tecnología de la guerra moderna.

Tras los primeros bombardeos masivos, nadie sabía cuánto tiempo iba a durar aquella guerra, que había resultado más mortal de lo que nadie podía imaginar, y con una tecnología que había que afrontar con más tecnología. Por eso en 1937 se inició la construcción de la batería, que finalizó en el 1938. «Siempre se pregunta a cuántos aviones derribaron los cañones, pero esa es una pregunta equivocada. El objetivo de los cañones era disuasivo. Evitar que dispararan», explica el director del MUHBA, quien explica que en el futuro museo de la resistencia activa de la ciudad y del barraquismo se entenderá el siglo XX en toda Europa. La inmigración, el crecimiento informal de las ciudades y la lucha por la vivienda no es algo exclusivo de Barcelona.

El cambio

Lo dicho. El barraquismo no entraba en los primeros planos del museo. Pero los primeros campos de trabajo arqueológico para recuperar la zona dejaron al descubierto unos suelos pulidos. Cuidadas parcelas y una perfecta urbanización -«estas escaleras de aquí las hicieron los barraquistas; tenían su propio urbanismo», explica el historiador- que los expertos municipales lucharon por conservar. «Vimos que merecía mucho la pena abrir el foco. Que la recuperación fuera más allá de la guerra civil», apunta Roca. Además, el hallazgo coincidió en el tiempo con la campaña ciudadana por la recuperación de la memoria barraquista -la de las placas-, con lo que la conjunción fue casi perfecta.