La reforma de la Diagonal no mejorará la lentitud del autobús en la avenida

CARLOS MÁRQUEZ DANIEL
BARCELONA

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Nueve y media de la mañana del pasado jueves. Dolors y Marc llevan un buen rato esperando el bus en la Diagonal, a la altura de Muntaner. Lo cogen a menudo por razones familiares y laborales, y no apuestan por el metro «porque la combinación desde aquí es malísima». Rodalies, TMB, el puente aéreo, el AVE... Viajar genera amistades fugaces como la de estos dos jóvenes. Y en esa coincidencia, en ese encontrarse día sí, día no, nacen a menudo conversaciones sobre Barcelona, porque quizá sea aún pronto para incluir la vida personal en la charla. Discurren sobre la reforma de la avenida, una obra que conocen por la prensa, y no entienden que el ayuntamiento plantee la mejora de una de las principales arterias sin resolver el que consideran es su principal punto débil: el transporte público.

Ya nadie le niega a la Diagonal el derecho a una transformación a pesar de que la frontera entre el urbanismo y la política a menudo no se distingue bien. Hay quien acusa al alcalde de haber tomado demasiado al pie de la letra la propuesta de los comerciantes, de los que, por cierto, tomó prestado el arquitecto. Otros le acusan de no incluir el tranvía para no contradecir la táctica destructiva de CiU en el referendo gafado del 2010. Hay quien, como el arquitecto y urbanista Daniel Mòdol, considera que lo que hay sobre la mesa «es una obra de mantenimiento, no de reforma». Y se justifica: «No distingo una planificación a largo plazo y no entiendo la tendencia de primar los espacios peatonales de manera indiscriminada por toda la ciudad». «Echo de menos una reflexión sobre las peculiaridades de la avenida, y sobre todo, no veo que esto vaya a mejorar el transporte público».

Llama poderosamente la atención que de las 1.528 páginas que conforman el proyecto, solo 18 hagan referencia a la movilidad en un informe que tiene mucho de descriptivo y muy poco de resolutivo. Comparar este apartado con las 23 páginas dedicadas al riego o las 38 destinadas a versar sobre el vehículo eléctrico genera cierto vértigo.

El citado memorando asegura que la eliminación de un carril por lateral «reduce la capacidad de absorción de vehículos privados en un 16%», aunque eso solo representa el 5,9% de los coches que circulan por la Diagonal. Y sigue: «La reducción es absorbible, según estudios realizados -que no se detallan-, por el transporte público con la potenciación paralela del mismo eje mediante la nueva red de autobuses». Se refiere a la malla ortogonal, que ya cuenta en este tramo entre Francesc Macià y paseo de Gràcia con uno de sus supuestos galgos, la H8, y a mediados de septiembre se espera que se incorpore la V13. ¿Si no tocas el eje central y generas dos nuevos giros a la derecha desde el vial central, cómo se espera que la gente apueste por TMB?

La Diagonal tiene uno de los carriles bus más lentos de Barcelona, con permiso del de Gran de Gràcia, donde además de taxis, el articulado debe sortear ciclistas, coches en doble fila y peatones fuera de órbita. En hora punta no supera los nueve kilómetros por hora, y la media diaria es de 12. Ricard Riol, presidente de la asociación Promoción del Transporte Público, está convencido de que el bus «irá peor», entre otras cosas, por los nuevos giros a la derecha desde el tramo central, que se suman al existente en Balmes. Uno de ellos, el de Villaroel, que también podrán usar los coches. Le preocupa, además, que TMB reduzca el número de líneas que surcan la Diagonal, lo que evitaría el efecto acordeón de vehículos a la hora de recoger pasaje pero podría «alargar mucho los tiempos de espera y acumular mucha gente en las paradas».

UNA CIFRA ASUMIBLE / Explica Riol que Barcelona, por la gran densidad de tráfico de muchas calles del Eixample, no puede llegar a velocidades de 25 kilómetros por hora que han conseguido otras ciudades a base de convertir bulevares en ejes de transporte público con preferencias de paso. Sí se puede alcanzar entre 15 y 20 km/h, «un aumento que haría que el bus fuera más atractivo». Ese, sin embargo, es un horizonte que no se contempla en la Diagonal, porque la reforma toca las extremidades, pero se olvida de la espina dorsal.