LOS EFECTOS DE LA NUEVA MALLA ORTOGONAL

La red de bus obstruye dos de las arterias de Barcelona

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CARLOS MÁRQUEZ / XABIER BARRENA
BARCELONA

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Las calles que se usan para ir de punta a punta o para entrar en una gran ciudad suelen calificarse como arterias. Al igual que hace la sangre a través de estos amplios conductos venosos, las vías principales garantizan, o esa es la idea, cierta fluidez a los vehículos. Así ha sido hasta ahora en la Gran Via y la Diagonal, cuyos nombres ya orientan sobre su cometido urbano. El despliegue de la nueva red de bus, estrenada ayer, abre un debate sobre la función de estas calles. La lícita voluntad de arraigar un transporte público más rápido, eficaz y fácil de entender ha llevado al ayuntamiento a robar espacio al coche para dárselo a los autobuses de TMB. Siguiendo con el símil, la red ortogonal es ahora, a ojos del que opta por el coche, el colesterol que obstruye el riego circulatorio.

El día del estreno de las cinco líneas fue convulso; con una huelga más dolorosa de lo esperado y con un conductor cogido a contrapié.

El problema de la Diagonal es geométrico. En sus 100 metros de anchura, en el tramo de Pedralbes, caben, en el tronco central, siete carriles. Es decir, siempre habrá un sentido, de entrada o de salida, que tendrá un pasillo más de circulación. Por eso se hicieron reversibles los tres de en medio. Por pura lógica, que solo se rompe en días de operación retorno se da prioridad a los vehículos que abandonan el centro de la ciudad frente a los que entran. De lo contrario, el colapso en el Eixample sería de aúpa. Hasta hace diez días, la configuración habitual, pues, era de tres carriles más uno de bus, en el sentido Martorell, y tres carriles hacia Francesc Macià. El pintado del nuevo carril para el transporte público, entre la estación de Zona Universitària, y Carles III (de momento), limita, pues, a dos los carriles de entrada a la ciudad.

A todo esto hay que añadir las modificaciones del pasado. Por ejemplo, tras la implantación del tranvía, entre Pedralbes y Francesc Macià, si se circula por el tronco central, hay solo dos vías de salida. Es decir, la Diagonal, a efectos prácticos, es como aquella autovía que unía la Alemania Federal con Berlín, a través de la RDA, sin posibilidad de escape.

GIROS TENSOS / El primer punto de desistimiento es Numància, cuyo giro afecta a dos carriles. Los conductores que quieren llegar a Macià se sitúan, centenares de metros antes, en el tercer carril, para evitar a los que están detenidos en espera del semáforo verde para doblar a la derecha. El otro punto, en Zona Universitària, corresponde al enlace con el lateral para, después, mayoritariamente, encauzarse hacia Mitre. Habrá que ver como conviven los buses con los vehículos que deben de ponerse a la derecha para salir del tronco central. No parece fácil.

En la Gran Via se ha pintado el primer carril doble destinado al transporte público. Para ello, el ayuntamiento ha decidido anular los giros a la derecha desde Vilamarí hasta la Rambla de Catalunya, algo que no evitó que muchos conductores despistados cruzaran ayer los dos viales de bus y taxi para ir hacia el mar. También los giros a la izquierda se han visto afectados para dar fluidez al carril único por el que en sentido contrario circula la línea H12. Ahora solo se permite coger dirección montaña en Entença, Urgell y Aribau. Las tres calles están reguladas con semáforo, con lo que en esos tramos, la circulación de vehículos privados se concentra en dos carriles.

Al parecer, según el testimonio de algunos vecinos de la calle, el tráfico de ayer a primera hora fue muy superior al anterior a la reforma. Así lo atestiguaba un camarero del restaurante Guito. «Hemos tenido un buen lío. Siempre hay coches, pero no como hoy. Además, se han puesto a pitar cabreados».

Asalta la duda sobre qué modelo de ciudad defiende ahora CiU después de que en campaña el entonces alcaldable Xavier Trias dijera que en Barcelona «no sobran coches». Quizás en los límites del municipio haya los justos y necesarios, pero ¿qué pasa con esos cientos de miles que vienen cada día de las distintas coronas del área metropolitana?

UN DÍA «HISTÓRICO» / Joaquim Forn, primer teniente de alcalde y presidente de TMB, admitió ayer que la Gran Via sufrió «un aumento de la densidad del tráfico» que achacó al proceso de adaptación a la nueva realidad vial de la ciudad. Definió el desembarco de la red ortogonal como un día «histórico» y pidió «comprensión» a los ciudadanos durante «este proceso de adaptación» hacia el despliegue, en un tiempo indeterminado, de las 28 líneas que conforman el nuevo mapa del transporte en superficie.

Hoy, segunda jornada y con todo funcionando al 100%, la reflexión sobre su eficacia y sus efectos será más científica.

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