La Rambla pide más cultura

Ambiente en la Rambla, donde los turistas llenan sus terrazas.

Ambiente en la Rambla, donde los turistas llenan sus terrazas.

PATRICIA CASTÁN
BARCELONA

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tras cerrar el grifo a cualquier nueva actividad que huela a turismo -hoteles, restaurantes, discotecas y tiendas de alimentación de horario extralargo- en la Rambla, llega la hora de apostar por un nuevo tipo de actividad. Más barcelonesa, con recorrido, sin recelos vecinales y políticamente correcta. Así que ayer, tan pronto fue aprobado inicialmente el plan de usos que guillotina un previsible crecimiento del monocultivo turístico, el distrito de Ciutat Vella anunció que la actividad a primar de cara a nuevas licencias será la industria cultural. Es decir, serán bien recibidos negocios como librerías, galerías y centros de arte, tiendas de música, de discos y similares. Como incentivo económico, cualquiera de ellos podrá rematarse con una zona de cafetería de un máximo de 20 metros cuadrados y horario limitado.

El plan de usos que anunció el lunes el grupo municipal del PSC, tras un preacuerdo con CiU para garantizar su viabilidad, pasó ayer su primera aprobación en comisión de gobierno, con el beneplácito de comerciantes y vecinos, en el marco del Pla Cor. La concejala Mercè Homs detalló las medidas, que no solo levantan un muro de contención a la oferta dirigida al viajero, sino que pretenden mejorar la calidad de lo existente e irrevocable: 40 hoteles, 97 bares y restaurantes, 8 locales nocturnos y 15 tiendas de alimentación.

Por ese motivo, el stop a nuevas plazas hoteleras anunciado someramente el lunes supone, en la práctica, que no se podrá abrir ni un solo albergue de juventud en la Rambla ni la plaza Reial ni la de Sant Josep de la Boqueria, pero sí se podrán abrir hoteles en sustitución de otros si cumplen los criterios de densidad establecida en la zona. Poniendo un ejemplo, un empresario hotelero podría adquirir las licencias de camas de un par de pensiones o viejos hoteles y, sin superar esas plazas, crear uno nuevo. Con el límite de que se destine menos del 60% del edificio a habitaciones, y de que jamás sumen más de 100 plazas.

1.033 empadronados

De ese modo, y sin superar las casi 4.000 plazas hoteleras de la zona, la regulación permite que poco a poco se vaya elevando el listón de la oferta de alojamiento. Como segunda medida, cualquier pensión u hotel que conviva con otras actividades en un mismo edificio quedará fuera de regulación en seis años. Es decir, los nueve casos en esta situación (228 plazas) tendrán que aglutinarse en bloques completos o desaparecer. En la actualidad, la Rambla solo tiene 1.033 vecinos empadronados, pero en algunas fincas conviven con alojamiento turístico.

El plan de usos afecta a la actividad de pública concurrencia y es tan solo una de las patas del plan director más global que implicará nuevas decisiones en cuanto a urbanismo y movilidad a partir de otoño. Pero es un paso decisivo para intentar dar un giro a la oferta. «Hay que promover los usos para la gente de la ciudad», insistió la concejala, que facilitará la entrada en escena de librerías, tiendas musicales y de arte tan pronto haya relevos en el eje. Como ejemplos actuales, citó la Casa Beethoven, Musical Emporium y Freetime. La posibilidad de contar con pequeños bares incorporados quiere ser un estímulo, pero lo bastante acotado en metros como para no convertirse en motor de la actividad y generar picaresca.

En la misma línea, los bares y restaurantes -con cocina propia- solo podrán abrirse si se produce un cierre previo, y los actuales podrán aumentar en superficie (hasta 20 metros cuadrados) si mejoran las condiciones sanitarias y de seguridad. En cambio, se prohíben locales de comidas preparadas y solo la Boqueria podrá seguir ubicando tiendas con degustación. Discotecas y comercios de alimentación solo podrán trasladarse, sin crecer en número.