Una vía en el centro de la polémica

La Rambla de la ilegalidad

Un grupo de aficionados del Celtic en una terraza de la Rambla, con uno de ellos y su cerveza casi en medio del paseo, ayer por la mañana.

Un grupo de aficionados del Celtic en una terraza de la Rambla, con uno de ellos y su cerveza casi en medio del paseo, ayer por la mañana.

HELENA LÓPEZ
BARCELONA

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El intendente de la Guardia Urbana en Ciutat Vella, Ricardo Salas, resumía ayer a la perfección lo que es a todas luces evidente: «de facto, ha habido manga ancha en la Rambla». El objetivo del Plan de Inspección de la Rambla (PIR) presentado ayer por la concejala del distrito, Mercè Homs, es precisamente acabar con esa tolerancia. Eso sí, desde «la cultura del aviso previo», algo que la edila subrayó durante la presentación del plan en reiteradas ocasiones. Se trataría de algo tan aparentemente evidente por parte de una Administración como hacer cumplir la norma. Los primeros que recibirán estas nuevas inspecciones «en serio» son las floristas, los antiguos pajareros, los quioscos, las terrazas y las tiendas de suvenires de los laterales del paseo, cuyos productos ocupan media acera, además de invadir la fachada saltándose a la torera toda normativa.

Según apuntó ayer Mònica Mateos, directora del Pla Cor, precisamente la necesidad de esas inspecciones era la petición más reiterada en las reuniones de Rambla Viva, órgano de discusión que reúne a todas las entidades e instituciones con intereses en el paseo, además de a los vecinos. «El plan nace de la necesidad de poner orden», aseguró su directora, quien también insistió en la cultura del aviso previo que teñirá su desarrollo. Cultura que ni la concejala, ni la directora del plan ni el intendente supieron detallar si sería de uno, dos o tres avisos. «Depende». «No se trata de ir a multar, sino de conseguir que todos los implicados se ajusten a la normativa vigente», matizó la concejala Homs.

Basta con dar un paseo rápido por el paseo para constatar que los incumplimientos de la norma son, de hecho, norma en la Rambla. La mayoría de floristas, además de flores, venden collares, imanes, pulseras, pañuelos y abanicos. Los quioscos de prensa usan casi un metro más de lo que ocupan sus puestos con postales y suvenires de todo tipo y muchas de las terrazas tienen muchas más mesas de las permitidas.

Pero, lo que parece una evidencia, resulta que no lo es tanto, si uno se fija en el plan presentado ayer. De hecho, para desarrollarlo el distrito contratará a una empresa externa, que se designará de forma directa, sin concurso, pues la ley así lo permite al tratarse de un importe inferior a los 59.000 euros. Será esta empresa la que analizará las irregularidades que se cometen en el paseo para intentar poner freno a la anarquía.

El plan de inspección se aplicará sobre los establecimientos que tienen fachada en la Rambla o que operan en el paseo central, pero también en las zonas más próximas al paseo que, pese a no tener dirección en la propia Rambla, sí que tienen un impacto directo en ella.

Otro de los puntos en los que se centrará este primera fase es vigilar la colocación de pizarras, carteles y menús. «Se trata de asegurar que nadie ocupa más espacio del que permite su licencia y de que todos los establecimientos ajusten sus ventas a lo establecido en las mismas», resumió optimista la directora del plan.

Para su implantación se ha creado una oficina de restauración del paisaje urbano, como órgano de producción de la actividad inspectora. Mateos reiteró el carácter «preventivo y proactivo de la operación». Hasta el momento, las inspecciones se hacían principalmente a partir de denuncias concretas. A partir de ahora será el propio distrito, quien, a través de la citada empresa, todavía por designar, se encargará de tomar la iniciativa. «Se trata de buscar la colaboración público-privada para ser más efectivos», indicó Homs, quien observó que esa manera de hacer no es nueva. Hoy por hoy, antes de iniciar la campaña, existen (solo) 150 expedientes abiertos.

El montante de las multas, de ponerse, será el establecido hasta ahora. En el caso de las camisetas colgadas en las fachadas, por ejemplo, la sanción es de 120 euros la primera vez, 900 la segunda y 1.800 la tercera. Esta primera fase, terminará en enero, cuando se convocará la próxima reunión de Rambla Viva, en la que se rendirán cuentas sobre los expedientes abiertos. La fase inicial también incluye la intensificación de la vigilancia sobre las motocicletas aparcadas en las estrechas aceras, la actividad de los trileros, el reparto deflyersy la actividad de vendedores ambulantes de «pitos y objetos voladores».

SEGUNDA FASE / En las próximas fases de implantación del plan, durante el 2013, se abordarán otras campañas, como la vigilancia de la actividad de viviendas de uso turístico, de los establecimientos de pública concurrencia, de los supermercados, de los establecimientos de comida preparada, de la conservación de las fincas y de las ferias.

Otro de los asuntos pendientes, al margen de hacer cumplir el número de mesas autorizadas, es la reordenación de las terrazas, algo en lo que se trabaja en paralelo con el sector, según la concejala.