Primera feria sin humos

La prohibición de fumar en las casetas en la Feria de Abril nunca se había cumplido desde la aprobación de la primera ley antitabaco en el 2005. Pero la contundencia de la nueva ley, vigente desde principios de año, ha cambiado de forma inequívoca los hábitos de los fumadores y hasta en la Feria de Abril se ha comenzado a cumplir. La mayoría de las casetas temían incidentes con los fumadores, especialmente de madrugada con un público joven en plena fiesta.

En la Hermandad Rociera Pastora Almonteña, los voluntarios que trabajan en la caseta tenían la instrucción de no enfrentarse a ningún fumador, debían recordarle la prohibición y en caso de no apagar el cigarro, avisar al presidente de la entidad. «No ha hecho falta. No me han avisado ni una sola vez por incumplimiento. La gente ha asimilado la ley. A los fumadores les hemos facilitado el trabajo y hemos puesto pequeñas mesas en la entrada para que puedan dejar sus bebidas mientras fuman afuera», explicó Tony Sotomayor, presidente de la entidad.

Las escenas de fumadores en las entradas de las casetas era común el sábado y ayer en casi todos los espacios. Pero hubo alguna excepción. En el interior la caseta de La Mina algunos jóvenes fumaban con tranquilidad tanto el viernes como el sábado. Para complacer a su público fumador, la Casa de Granada de Barcelona instaló una máquina expendedora de tabaco en plena entrada.

La feria vivió ayer su día con mayor afluencia y actividad comercial. También se repitió, como casi cada año, la tradición de un grupo de catalanes que hacen un recorrido en carros de caballos desde Montjuïc al Fòrum para delicias de los turistas del centro que los atacan con sus flases. En total 10 carros llegaron al Fòrum al mediodía para trasladar a unas 50 personas que disfrutaron de un excelente tiempo por primera vez en muchos años. «Casi siempre llueve pero igual nos divertimos mucho. El año pasado no pudimos salir por el mal tiempo. Lo hacemos con recursos propios. Este año cada asistente ha pagado 40 euros», contó Asun.

Por las noches, el chiringuito Mojitos Bailarines y Caipiriñas Cantantes continúa su éxito entre los latinoamericanos mientras que muchos jóvenes optan por llevarse el alcohol en mochilas. Un grupo de adolescentes escondía botellas debajo de las casetas de los lavabos el sábado y acudía al lugar cuando necesitaban recarga. Un cartel dentro de una caseta refleja la magnitud de la caída de las ventas: «Se prohíbe entrar con comidas y bebidas traídas de casa».