El peso de Gaudí
Sobre el papel, un plan perfecto de turismo pasaría por distribuir matemáticamente a los viajeros a lo largo y ancho de Barcelona. La inyección de divisas fluiría por los 10 distritos y la saturación del centro y de las zonas más turísticas se diluiría, aliviando esa incipiente sensación de invasión de la que se vuelve a hablar en los últimos tiempos. Con ese reto, se potencian nuevos planes de distrito para descubrir, por ejemplo, los tesoros menos conocidos de Horta-Guinardó. Pero tanto los 36.000 excursionistas que a diario llegan a la ciudad como muchos que pernoctan pero la visitan por primera vez exigen las atracciones estrella. Y los colapsos son mera cuestión numérica.
Martí Sarrate, que además de presidir la ACAV es director de Julià Tours y Julià Central de Viajes, expertos en excursiones en la ciudad, señala que el recién llegado (que no el repetidor) «quiere ver los iconos de Barcelona». Sin que falten la Sagrada Família, el parque Güell, la Casa Batlló y el Gòtic o el Nou Camp. Los problemas de movilidad han llevado a su empresa a buscar alternativas en la zona de la Sagrada Família, potenciando las visitas guiadas al interior, en las que el viajero llega por su cuenta a un punto de encuentro. También tratan de incorporar nuevos puntos de visita, como el Hospital de Sant Pau, aunque está claro que el primerizo con pocas horas prima el tópico. Por eso, la panorámica (sin entrar a los monumentos) de medio día, con un rato de compras, es la superventas.
Para el empresario, la regulación municipal acaba determinando las rutas organizadas. Así, las panorámicas llegan a eliminar la parada del parque Güell porque el tiempo invertido para llegar y aparcar no compensa si hay que pagar entrada y además con prisas. También el Born se escapa de los intereses del viajero con más problemas de movilidad y que busca apearse del bus para hacer unas fotos sin andar demasiado. Facilitar los accesos ampliaría las rutas, aduce, mientras el ayuntamiento apunta a la dirección contraria, tratando de apaciguar la convivencia vecinal. Otra cosa es el viajero que va por su cuenta, y decide su agenda.
En el grupo SERHS, otra panorámica popular (37,5 euros) va de 9.00 a 16.00 horas, centrada en la obra de Gaudí y rematada en Montjuïc. Y cómo no, con tiempo de compras en la plaza de Catalunya.
Martin y Louise son dos cruceristas que han tomado una excursión que salía del Moll Adossat. Han pagado más de lo que paga un viajero llegado de la Costa Brava porque la visita se vendía a través de las navieras. «No conocemos Barcelona y creemos que es la forma rápida de tener una impresión general, pero nos gustaría volver más adelante». Gaudí es la prioridad. Empatada con el shopping.
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