CARA Y CRUZ DE LA PARTICIPACIÓN CIUDADANA

La llave del 10% de la inversión municipal

El Ayuntamiento de Esplugues impulsa esta línea de participación con una partida de 157.000 euros

El centro de 'coworking' creado hace dos años en Esplugues.

El centro de 'coworking' creado hace dos años en Esplugues.

CARLES COLS / ESPLUGUES

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La participación ciudadana en las decisiones municipales tiene un gran borrón en mayo del 2010, algo así como un pecado original. Fue la consulta que organizó el Ayuntamiento de Barcelona para decidir la reforma de la Diagonal. Aquello ha pasado a la historia municipal como el Waterloo político del alcalde Jordi Hereu, porque la opción que él defendía salió derrotada y por los fallos en el sistema de votación, pero se olvida a menudo que 172.161 personas, un 12,2% del censo, votaron, aunque tal vez lo hicieran por castigar al equipo de gobierno. En el Eixample fue un 21,9%. El matiz viene al caso porque Esplugues hace tres años ya que ha consolidado su propio proyecto de participación ciudadana. Un 10% del presupuesto municipal de inversiones lo deciden directamente los vecinos. Este año serán 157.000 euros. La mácula de esta iniciativa es que, pese a estar invitados a participar los 46.000 habitantes de la ciudad (a todas las casas se envió un cuestionario), apenas 100 se han decidido a dar el paso. «Son pocos todavía, efectivamente, pero aprobar el plan de actuación municipal con respaldo vecinal da un plus de seguridad que se agradece», explica la alcaldesa de Esplugues, Pilar Díaz.

La crisis, la corrupción, el desencanto y probablemente algunos elementos más han trastocado profundamente la relación de los ciudadanos con sus gobernantes. En Esplugues, por ejemplo, el ayuntamiento recabó la opinión de los vecinos para conocer qué le exigían al equipo de gobierno. Años atrás, tal vez la respuesta más común en cualquier municipio habría sido que creara empleo, que se combatiera con más eficacia la inseguridad en las calles, que rebajara la presión fiscal… «Lo que nos pidieron en realidad fue buen gobierno, que fuéramos honrados y transparentes», recuerda Díaz. Esa respuesta es un buen barómetro de cuánto camino hay que andar para recomponer relaciones. Lo de Esplugues, por lo tanto, es un ejemplo de iniciativas que se pueden llevar a cabo.

Hace dos años, en la primera edición del presupuesto participativo, la iniciativa que más respaldo recabó fue la creación de un espacio de coworking para que la falta de un local o de medios tecnológicos no fuera un impedimento, en tiempos de crisis, para quien decidiera en Esplugues iniciar una aventura empresarial. La inversión se llevó a cabo en el equipamiento municipal de Can Vidalet. Costó 150.000 euros. No cubrió el total de la partida reservada. El sobrante, unos 22.000 euros, se destinó, también por decisión colectiva, a remozar algunas maltrechas aceras de la ciudad.

Proyecto para el 2016

Este año, los proyectos a debate incluyen la creación de un espacio de ocio juvenil en el parque de las Tres Esplugues, la instalación de desfibriladores, la ampliación de la zona de picnic de Sant Pere Màrtir, la habilitación de huertos urbanos y la mejora de las zonas de recreo para perros, entre otros. En esta edición, el 10% del presupuesto son 157.000 euros.

El ayuntamiento no pone demasiados límites a las propuestas, salvo las lógicas y naturales. Deben encajar dentro de las competencias municipales, pasar un examen de viabilidad económica, ser técnicamete factibles y, sobre todo, no generar gastos corrientes posteriores inasumibles, a pesar de que las cuentas de Esplugues figuran entre las más saneadas de Catalunya.