NOSTALGIA POR LA CIUDAD DESAPARECIDA

"El paro era muy alto, pero se vivía con dos duros"

Jaime Gonzalo. Periodista y escritor

RAMÓN VENDRELL / Barcelona

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Bendita locura la que impulsó a Jaime Gonzalo a desenterrar una escena musical barcelonesa arcana en su momento y no digamos ahora. 'La ciudad secreta. Sonidos experimentales en la Barcelona preolímpica 1971-1991' no solo documenta con inusual riqueza la trayectoria de formaciones tan subterráneas que en muchos casos no dejaron legado discográfico, sino que da al relato musical un vigoroso y crítico contexto sociopolítico. El resultado es un texto que encapsula una corriente artística pero también un momento y un lugar. De ahí que no resulte imprescindible conocer a Bueyes Madereros, Perucho's, La Propiedad es un Robo, Los Psicópatas del Norte o los más populares (es un decir) Macromassa para aventurarse en él. Al fin y al cabo es un trozo de historia de Barcelona.

-¿Qué significaron las Jornades Llibertàries de 1977, extraño punto de encuentro, al menos desde la óptica actual, de anarcos y modernos?

-El gran final de la utopía. Después vino la desintegración interna del movimiento libertario. Se empezó a gestar la política tal como la conocemos ahora, esa cultura de la democracia con la que se nos llena la boca a todos, y allí acabó el impulso contracultural. Mucha gente de la progresía fue sin tapujos a por su parte del pastel. Y también mucha gente sufrió una gran desilusión.

-No es tan habitual como debería serlo dar a una historia musical un marco social y político.

-La vida supera a la música. La música es un producto de su tiempo y no se puede comprender sin buscar las razones políticas, económicas y culturales que influyen absolutamente en lo que hace una generación determinada. La escena de 'La ciudad secreta' no podría haberse dado en otro momento. Fue un momento como suspendido en el que se dio un tejido humano ahora impensable. En la actualidad esos grupos no podrían darse a conocer o el consistorio se apropiaría de ellos. Parte de la magia fue que empezaba la filosofía del háztelo tú mismo. Poca gente se enteró de esa explosión, o más bien intraexplosión, pero esos grupos fueron un dinamizador de la ciudad.

-¿Por qué Gràcia fue el epicentro? 

-Muchos de sus protagonistas son hijos de Gràcia y habían ido a La Salle Josepets, donde se programaban conciertos desde la época del rock progresivo. De manera natural esa gente hacía cosas y tenía lugares donde hacerlas, como el Club Helena. También ayudaba a hacerlas el hecho de que, aunque el paro era casi tan acentuado como ahora, con dos duros se vivía.

-En Gràcia también estaba La Orquídea...

-Una de las experiencias más interesantes de esta sala fue ceder su escenario como espacio de ensayo. Los grupos atraían público y el local ingresaba dinero con las bebidas. Con esta fórmula La Orquídea originó una microescena.

-¿Qué tiene contra el alcalde Josep Maria de Porcioles?

-Ya oía a mi padre maldecirle. Fue quien puso en marcha el rodillo municipal de la gentrificación. Aunque si no hubiera sido él habría sido otro.

-¿Qué episodios musicales barceloneses no han sido contados todavía y merecen serlo?

-Se ha escrito ya de casi todos. De la onda layetana, de Zeleste, del punk... Quizá falte escribir sobre el rock progresivo y sobre la movida barcelonesa. Surgieron infinidad de bandas en todos los barrios.