Control de la fauna en Collserola

Ordenanza contra jabalís

Un jabalí pasea por la carretera de la Arrabassada con una flecha clavada en la cabeza, en el 2011.

Un jabalí pasea por la carretera de la Arrabassada con una flecha clavada en la cabeza, en el 2011.

CARLOS MÁRQUEZ DANIEL / Barcelona

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Suele tratarse como una anécdota. Un jabalí ha entrado en la ciudad y las redes sociales se llenan de fotos y comentarios graciosos. El informativo le dedica unos segundos antes de los deportes, con imágenes que en casa despiertan una sonrisa. El fenómeno alcanza cotas absurdas cuando, el año pasado, un mosso dispara a un compañero en la rodilla mientras ambos intentan dar caza a un rollizo ejemplar que se escurre entre las calles de Sants, Sarrià y Les Corts. Eso es lo que trasciende, la historia simpática, pero detrás del manido chascarrillo se esconde una realidad mucho más inquietante: en Collserola hay más jabalís que nunca. Son más de mil, y lo recomendable sería que fueran entre 300 y 400.

El jabalí, señala Marià Martí, gerente del consorcio del parque, es un animal omnívoro. Trasladado a los humanos, vendría a ser una persona que no discrimina a la hora de comer y que tanto le da la carne como el pescado, la ensalada como la sopa de lentejas. Fruta, gusanos, raíces, caracoles, cadáveres, huevos...

La dieta de este animal complica aún más su control, pues mucha de esa comida la encuentra precisamente donde no debería estar: en la ciudad, sobre todo en la basura que se deja fuera de los contenedores. «Son auténticos depredadores», detalla el hombre que lleva más de dos décadas al frente del pulmón barcelonés y que admite su inquietud por la superpoblación de esta especie. «Desde hace algunos años bajan mucho más a los municipios del entorno. Hay más jabalís que nunca, y eso es un problema para el que debemos buscar soluciones», sostiene.

Según los cálculos de los técnicos de Collserola, por cada 100 hectáreas se otean 11 ejemplares, cuando lo propio sería que no hubiera más de cuatro. Esto obliga a actuar en las causas, además de en las consecuencias. Es así como el consorcio se ha puesto como deberes aprobar cuanto antes una ordenanza relativa a la convivencia con los jabalís o cualquier otro mamífero en estado salvaje que viva dentro de los límites de parque natural. La norma está inspirada en el texto que ya aplica el Ayuntamiento de Sant Cugat. Aunque hay un pero: no hay agentes para darle cumplimiento.

MÁS AGENTES / Explica Martí que el parque necesita más presencia policial, algo que reclama desde el día en el que ocupó el cargo. Sin demasiada suerte, por cierto. La idea es que los nueve municipios que rodean el pulmón incluyan la norma en sus ordenanzas. Destinar más vigilancia sería el paso posterior lógico, puesto que los guardas forestales pueden amonestar pero no multar.

Joan Puigdollers, concejal de Medio Ambiente y del distrito de Sarrià-Sant Gervasi asegura que Barcelona «está formalmente de acuerdo con la propuesta», que debería incluirse en la ordenanza de protección de los animales, dependiente de la concejalía de Presidencia. Sobre la posibilidad de incrementar el control policial, recuerda que la ciudad ha convocado 100 nuevas plazas para la Guardia Urbana, lo que además de servir para cubrir jubilaciones, podría dar pie a crear una unidad especial para Collserola, algo que por ahora no se contempla. Un portavoz municipal señala que se realizan «patrullajes forestales en los distritos fronterizos con el parque».

Por ahora existen tres métodos para reducir la población de jabalís. Están las cacerías, una veintena por año; las vigilancias nocturnas, los atropellos y las muertes naturales. Los últimos datos disponibles son los del 2012, y sorprende comprobar que entre enero y diciembre perdieron la vida en la carretera 56 ejemplares, algo más de uno por semana. Las batidas -30 o 40 cazadores que disparan con escopetas- se llevaron por delante a 113 jabalís. Otros 167 fueron capturados de noche y 121 cayeron por un dardo anestésico. Solo cinco perecieron por razones desconocidas. En total, fueron 462 animales extinguidos, la cifra más alta jamás alcanzada, y aun así, hoy sigue siendo una especie que goza de una salud excesiva.

La ordenanza establece sanciones de hasta 900 euros en función de la gravedad del delito. Se perseguirá a quien alimente y a quien se acerque más de la cuenta al jabalí. ¿Son peligrosos? Se han dado casos de ataques a humanos, pero solo sucede cuando se sienten amenazados o están malheridos.