PLAN DE FUTURO

Nueva hoja de ruta hacia el residuo cero

El AMB fija las acciones para alcanzar los objetivos europeos

Recogida selectiva. Campaña a pie de calle con informadores del AMB.

Recogida selectiva. Campaña a pie de calle con informadores del AMB.

L. Benavides

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Estancamiento. Esta palabra define el momento que atraviesa actualmente la gestión de residuos municipales en el área metropolitana. Después de dos décadas de grandes avances, el nivel de recogida selectiva bruta se ha detenido en el 34% desde hace cinco años. Para cambiar esta tendencia, el Àrea Metropolitana de Barcelona (AMB) ha encabezado un proceso de reflexión a través de un grupo de expertos formado por representantes de administraciones locales y regionales, consultores y universidades. "Estas cifras nos ponen en alerta y nos piden nuevas líneas de trabajo", asegura Eloi Badia, vicepresidente de Medi Ambient del AMB.

"El modelo de gestión de los residuos municipales en el territorio metropolitano se basa principalmente en la prevención y en una recogida selectiva de las diferentes fracciones, así como en las infraestructuras necesarias para su tratamiento", recuerda Badia, quien considera necesario "cambiar de paradigma". En esta línea, el AMB aprobó ayer por unanimidad en el Consell Metropolità una declaración surgida del proceso de reflexión con representantes y expertos y que recoge las medidas para mejorar la recogida selectiva y avanzar hacia una política de residuo cero.

Se persigue alcanzar los objetivos marcados por la Unión Europea a través de la Directiva Marco de Residuos (DMR), que obliga a los estados miembros a reutilizar o reciclar el 50% de los residuos de origen municipal en el 2020. "Son niveles alcanzables. Tenemos en Europa ejemplos como Milán y Múnich, cuyos niveles de reciclaje superan el 50%. O Parma, con un 80%", apunta el vicepresidente, quien recuerda que el PRECAT20 va más allá y exigirá para el mismo 2020 un 60% de recogida selectiva bruta de residuos municipales.

La declaración contiene cuatro medidas básicas que deberían acercar a la metrópolis de Barcelona a las exigencias europeas: la priorización en la recogida de la fracción orgánica, individualizar la recogida de residuos a partir de sistemas como el puerta a puerta o los contenedores con código, compartir con la ciudadanía los costes que supone la gestión de residuos, y fomentar cambios legislativos.

Joan Pinyol, director del área de Medi Ambient del AMB, espera que la declaración marque el camino y permita alcanzar los objetivos. "Llevamos unos 30 años haciendo campañas de sensibilización. Tenemos que hacer algo más porque no cumplir los objetivos marcados por Europa tiene unos grandes costes. Además de los costes ambientales, incumplir las directivas europeas conlleva una sanciones muy elevadas", subraya el director. Al margen de las sanciones, el AMB cifra en unos 40 millones de euros el coste de no separar residuos reciclables y que los ayuntamientos y ciudadanía se ahorrarían en caso de alcanzar las tasas de recogida selectiva impuestas por Europa.

COMPROMISO LOCAL

Para mejorar los niveles actuales y cumplir con los objetivos marcados para el 2020, el AMB ha puesto en marcha un nuevo programa, dotado con 2 millones de euros para el 2017 (y otros 2 millones más para 2018, con voluntad de continuación en los próximos años), que ofrece apoyo técnico y económico a los municipios que pongan en práctica modelos de recogida selectiva más sostenibles. Uno de los primeros en sumarse al programa es Ripollet. "Aunque somos de los municipios que menos residuos generamos, la cual cosa es positiva, también estamos por debajo de la media de recogida, tanto en orgánica como en otras fracciones como el plástico", explica Pilar Castillejo, teniente de alcalde del municipio.

El programa del AMB colaborará con soluciones individualizadas, ajustadas a las necesidades y potencialidades de cada municipio. "En nuestro caso, tenemos un municipio muy vertical, morfológicamente. El 85% de nuestra población vive en grandes bloques de pisos", cuenta Castillejo. Del estudio previo de cada portal, el consistorio ha concluido que podría ser beneficioso pasar de los cinco contenedores actuales al modelo de cuatro con recogida puerta a puerta. "Nuestra intención es comenzar con el nuevo modelo a principios de 2017, por fases", añade.

Otros municipios también estudian cómo mejorar sus niveles de recogida locales después de probar diferentes acciones. Un buen ejemplo es Sant Just Desvern, que ha impulsado en los últimos años diferentes recursos y medidas como la deixalleria móvil y el aviso de sanciones a pie de contenedor. "Tenemos la voluntad de gobierno de hacer pasos adelante, pero todavía no hay consenso en el método", admite Lluís Monfort, concejal de Medio Ambiente del municipio, muy consciente de las oportunidades perdidas al no reciclar más y mejor. "Estamos perdiendo unos 300.000 euros anuales por no reciclar bien, y con ese dinero se podrían hacer muchas cosas como pagar el 60% de las guarderías", añade. 

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