AGRESIÓN SIN PRECEDENTES EN ESPAÑA

Un niño con un brote psicótico mata a un profesor en el instituto

Los servicios judiciales retiran el cadáver del profesor, ayer.

Los servicios judiciales retiran el cadáver del profesor, ayer.

J. G. ALBALAT / MAYKA NAVARRO / BARCELONA

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"Oigo voces, oigo voces que me dicen que tengo que matar a todos". M., de 13 años, abrazaba fuertemente a su profesor de educación física, que intentaba tranquilizarlo. Cuando llegaron los Mossos no podía separarse de él. «Estaba delirando y trastornado», explicaron fuentes conocedoras de la investigación. Minutos antes, a las 9.15 horas, había entrado en su instituto, el Joan Fuster, situado en el barrio barcelonés de Navas, donde estudiaba segundo de ESO, armado con una ballesta y un cuchillo de montaña; dentro de una mochila portaba un cóctel molotov. Se dirigió a su clase. La profesora de castellano le recriminó que llegaba tarde y que no podía entrar a la clase. El menor dio una patada a la puerta, la abrió y lanzó con la ballesta a la profesora una flecha que impactó en su cara, hiriéndola en el ojo. La hija de la docente, de 13 años, acudió a ayudar a su madre, momento en que el agresor le apuñaló en la pierna.

Los gritos se oyeron por todo el instituto. Los profesores empezaron a salir de las aulas donde habían empezado a dar clase. Nadie sabía lo que estaba pasando. M. salió de la clase corriendo y se dirigió al piso superior, donde había más aulas. En el pasillo se topó con Abel Martínez, de 35 años, un profesor de Ciencias Sociales de Lleida que llevaba solo dos semanas en el instituto y que había salido de su clase por el revuelo. El niño le asestó una puñalada con el cuchillo de montaña. Se lo clavó en el tórax y acabó con su vida. Otro alumno y otra docente resultaron heridos. El chico, según relató, oía voces. Igual que en otras ocasiones. Igual que la noche anterior. Pero cada vez más fuertes. Fuentes judiciales y la consellera d'Ensenyament, Irene Rigau, apuntaron que el menor pudo sufrir un transtorno mental producto de un "brote psicótico".

M., tras apuñalar al docente, no huyó del lugar. Se refugió en un aula, justo frente al lugar donde yacía el profesor, sacó la botella de cerveza con la que había fabricado el cóctel molotov y puso la mecha. Pero no tuvo tiempo de encenderla. El profesor de educación física, que también es psicólogo, llegó allí y poco a poco fue tranquilizando al muchacho, hasta que este se abrazó a él. Los Mossos d'Esquadra, que fueron alertados por alumnos y profesores, se personaron a los pocos minutos y retuvieron al niño. Al ser menor de 14 años es inimputable y no puede ser detenido ni juzgado, por lo que fue puesto a disposición de la Direcció General d'Atenció a la Infancia de la Generalitat. Los padres, avisados por el centro y muy vinculados a la asociación de madres y padres, se presentaron en el instituto, aunque permanecieron en una sala aparte. Los agentes trasladaron a M. al hospital Sant Joan de Déu, donde fue sometido a un examen médico y a una valoración de su estado psiquiátrico y psicológico. La Fiscalía de Menores ha abierto un expediente de protección, pero quien decidirá sobre el muchacho será la Administración, que tiene potestad para ello. Fuentes judiciales dijeron que lo más posible es que el niño ingrese en el servicio de psiquiatría de un centro de protección de menores.

Cosas raras

Fuentes de la investigación dijeron ayer que el menor reconoció tras ser retenido que le habían diagnosticado hace un año una esquizofrenia, y que desde entonces se medicaba. En el instituto, nadie sabía nada de ello. Sus compañeros de clase solo lo describen como un niño que «hacía cosas raras» y que tenía debilidad por la vida militar. Sin ir más lejos, ayer llevaba en la mano la chaqueta de tipo militar que siempre se ponía, y por la que sentía un gran aprecio. Las mismas fuentes indicaron que en el pupitre que habitualmente utilizaba M. había dibujos de símbolos nazis, aunque no le dieron mayor importancia, pues desconocen si los había pintado él.

Los Mossos han podido comprobar que la ballesta que llevaba el menor disponía de regulador para disparar y estaba «tuneada», aunque no era un artefacto elaborado en casa, sino un modelo comercial modificado para poder disparar objetos diferentes a una saeta. Los investigadores sospechan que las flechas que disparaba el niño sí eran caseras, y que podría haber utilizado el dispositivo para disparar bolígrafos.

El cuchillo de montaña era de dimensiones considerables, y el cóctel molotov, muy rudimentario. Los investigadores no descartan que el muchacho hubiera consultado en internet cómo fabricar un artilugio de esas características. Fuentes judiciales detallaron a este diario que estaba previsto registrar la vivienda de los padres para buscar pruebas sobre las intenciones de M., así como pistas de cómo había planeado el ataque. Los mossos han tomado fotos, huellas y han recogido datos dentro del instituto. Los alumnos que han sido testigos del asalto declararon delante de sus padres, como es preceptivo.

Las manías

Alguno de sus compañeros de clase sostienen que hace un par de meses M. les enseñó un listado con nombres en el que supuestamente aparecía alguna de las víctimas de ayer. Ellos se lo tomaron a broma, a pesar de que el muchacho insistió en que era «su lista negra». Un listado en el que figuraban las personas que, a su entender, le tenían manía. Los Mossos no han confirmado este extremo.

La consellera de Ensenyament explicó ayer por la tarde que no hay "ninguna pista extraordinaria» por mala conducta del estudiante y detalló que lo ocurrido obedece a un «comportamiento patológico de un alumno que llega con una misión enfermiza y actúa sin ninguna reflexión previa".

La muerte del profesor es el primer homicidio entre las agresiones a docentes en el desarrollo de su actividad. También es la primera vez que en España un alumno entra en un centro educativo para intentar una masacre, un hecho que tiene antecedentes en Estados Unidos. Precisamente ayer se cumplía el 20º aniversario del asesinato masivo en la Columbine High School de Colorado, donde murieron 15 personas y 24 resultaron heridas. Los autores, dos estudiantes del centro, se suicidaron tras el tiroteo. Uno había desarrolado un psicopatía y el otro sufría una profunda depresión.