ENTRADA EN VIGOR DE LA ORDENANZA DE ANIMALES

El metro abre mañana las puertas a los perros, menos en horas punta

Un perro y su propietaria simulan su salida del metro, en la parada de Lesseps de la L-3, en octubre del 2013, cuando se anunció la medida.

Un perro y su propietaria simulan su salida del metro, en la parada de Lesseps de la L-3, en octubre del 2013, cuando se anunció la medida.

CARLOS MÁRQUEZ DANIEL
BARCELONA

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Los lectores que mandan sus cartas a la sección Entre Todos de este diario mascan y viven la información en primera persona, con toda la pasión que, por cuestiones de rigor, el periodista debe evitar. La ordenanza de animales ha dejado algunos ejemplos en los últimos días, con ciudadanos en contra de que las mascotas entren en el metro y otros a favor de que tengan acceso al suburbano. Mañana es el primer día en el que los perros pueden usar el subterráneo. También se estrena la actualización de la ordenanza de animales, aunque lo hará a medio gas, pues su punto estrella, la obligación de llevar siempre atado al mejor amigo del hombre, entrará en vigor dentro de un año y medio.

El papel del perro en la vía pública siempre ha generado división y polémica. No por los canes en sí, sino por el incivismo de algunos de sus dueños, que no reparan en el daño estético y sanitario de todo cuanto evacua su mascota. Se dan buena cuenta de ello los padres con niños pequeños. Los menores se sientan en esquinas orinadas, no distinguen el mojón junto al columpio y colocan su rostro a la altura del hocico de enormes ejemplares. No hay, en eso todos están de acuerdo, perros mal educados, sino propietarios poco o nada civilizados.

La norma que la Urbana deberá empezar a aplicar hoy a medianoche ha sido uno de los proyectos municipales que más consenso ha generado durante todo el mandato. Se aprobó con el voto a favor de CiU, PSC y ERC, la abstención de ICV-EUiA y el posicionamiento en contra del PP, indignado por el veto a las corridas de toros. El reglamento sustituye el que estaba en vigor desde el 2003, pero no será hasta dentro de 18 meses cuando se aplique al 100%. El ayuntamiento aplica esta moratoria a la obligatoriedad de llevar el perro siempre atado porque admite que la ciudad no dispone de suficientes espacios propios para estos animales. El objetivo es que todos los distritos tengan como mínimo un gran parque para que puedan correr en libertad. Barcelona cuenta a día de hoy con 103 espacios reservados que suman 30.000 metros cuadrados, insuficientes, estiman los animalistas, para que los canes puedan jugar sin la presión de la correa.

Aunque es una estampa muy habitual, la norma anterior ya prohibía que los perros fueran sueltos por los parques urbanos, a excepción de aquellos cercados pensados a este efecto, pipicanes alejados de las zonas infantiles. En cuanto a las sanciones, CiU cedió a las exigencias de los animalistas, y de los 3.000 euros de multa máxima se pasó a los 600.

Con bozal en el vagón

 Mañana sí será el primer día en el que se verán perros viajando en metro. Deberán ir atados y con bozal, y en ningún caso podrán usar el subterráneo en horas punta. Barcelona se pondrá así al nivel de ciudades como Berlín, Ginebra o Amsterdam, donde es habitual compartir vagón con animales de compañía. La medida solo se aplica para las líneas de TMB, puesto que tanto Renfe como FGC ya permiten que las mascotas usen el ferrocarril, con limitaciones muy parecidas a las que ahora pone en marcha la empresa pública de transporte.

La ordenanza, aprobada en el pleno de julio, busca dar más garantías para el bienestar de los animales, pero lo hace con normas de muy difícil control, como por ejemplo la prohibición de tener los perros atados durante más de dos horas, o en casa durante más de tres días consecutivos. Eso implicaría un seguimiento personalizado por parte de la Urbana que se adivina imposible.

En estos últimos días, las lectoras Pilar Saló y Marta Sabaté, entre otras, han tenido a bien compartir con este diario su opinión sobre el asunto con sendas cartas. Saló expresó una airada queja sobre la presencia de perros por todas partes. Le respondió Sabaté, con una encendida defensa de los derechos de los animales. En ambos escritos, aunque el mensaje era opuesto, se dejaba entrever una misma reclamación al ayuntamiento: está bien que se ordene la vida pública de los perros, pero para que sirva de algo, es necesario hacer cumplir la norma.