Un 35% más de atendidos por Cáritas en cinco años

TONI SUST / BARCELONA

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Cáritas Diocesana de Barcelona da cuenta cada medio año de su labor. De cómo está la gente a la que atiende y de qué perfil tiene. Cuántos son, qué necesidades sufren. Y desde hace casi una década, cada estudio refleja unos resultados más o menos similares pero un poco peores que los anteriores. No hay grandes sorpresas en esos balances, cogidos uno a uno. Pero puestos uno al lado del otro conforman una senda hacia al abismo, una caída progresiva. Cada día más gente necesita ayuda de Cáritas. Cada día el grupo de los que ya la reciben precisa de un apoyo mayor.

En porcentajes, las variaciones anuales son significativas, pero si se abre un poco el foco, resultan más que contundentes. Cáritas Diocesana de Barcelona presentó ayer su memoria del 2014, un año en el que la entidad ha atendido en Barcelona a 24.000 personas, un 35% más que en el 2009. Cabe comentar que hasta el año pasado Cáritas Diocesana de Barcelona incluía también a Terrassa y Sant Feliu, ahora con vida propia. Descontándolos, los números son claros: Cáritas atendió en Barcelona en el 2009 a 17.733 personas, frente a las 24.000 del 2014 (la cifra podría variar ligeramente cuando se cierre el año). Un 35% más en solo cinco años. Si contamos desde el 2007, el incremento es de un 157%.

Si se computa también la ayuda de las Cáritas parroquiales, los atendidos, sea de la forma que sea, son 174.000 personas, un 5% más que en el 2013. Pero de este gran grupo no hay información detallada.

TENDENCIAS CONFIRMADAS

Tendencias de los últimos tiempos se confirman: la pobreza se cronifica. Los necesitados están más necesitados y necesitan más apoyo por familia que antes. Porque Cáritas incrementó en ese 35% el número de atendidos, pero en un 56% el de servicios prestados. Los mismos necesitan más que antes. Otro elemento que no es nuevo: el porcentaje de atendidos autóctonos no deja de crecer, sin duda en gran parte por el retorno considerable de inmigrantes a su país, en su mayoría latinoamericanos. Hace cinco años los autóctonos atendidos por Cáritas suponían un 27% del total. En el 2014 son el 49%.

En vivienda, uno de los ámbitos más afectados por la crisis, también se da un fenómeno desde hace tiempo: cada día hay más gente que pide ayuda porque no puede pagar el alquiler. Entre los que reciben ayuda del servicio de mediación en vivienda de la entidad, un 53% tienen hipoteca y un 47%, piso de alquiler.

ALQUILER E HIPOTECA

El director de Cáritas Diocesana en la capital catalana, Salvador Busquets -que presentó los datos junto con el cardenal arzobispo de Barcelona, Lluís Martínez Sistach, y la jefa de programas de la entidad, Mercè Darnell-, vaticinó que en dos años se multiplicarán los desahucios por impago de alquiler y el problema afectará a más gente que el impago de la hipoteca. El estudio, por cierto, detecta la aparición de un nuevo grupo, el de los atendidos que viven acogidos de forma gratuita por amigos o familiares. Son un 7% del total, cuando en el 2009 nadie declaraba esta situación. Otro cambio: se dobla el porcentaje de jubilados que piden ayuda a Cáritas: en el 2009 suponían el 2% y ahora son el 4%. «Una llamada de atención», dijo Busquets. De la pobreza energética baste comentar que se ha multiplicado por ocho el número de hogares que han recibido ayuda de la entidad para pagar facturas de suministros.

Cáritas está decidida a centrarse en un aspecto muy claro: el de las familias con hijos. Ese será, anunciaron ayer, el frente de batalla principal, y los datos avalan esa decisión: de los 10.800 hogares atendidos por Cáritas, 5.600 corresponden a familias con hijos. En total, 6.700 menores de edad. Son familias sin empleo, que han agotado las prestaciones sociales y que luchan por sobrevivir.

Cáritas recibe un 90% de su finaciación de privados y el 10% restante es público. Su presupuesto para el 2015 será de 20 millones de euros. Tanto Busquets como Sistach discreparon con tacto del anuncio del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, de que la crisis acabó. «No sé si la crisis ha acabado, pero sus consecuencias se siguen notando y se han agravado», afirmó el cardenal arzobispo.