LA TECNOLOGÍA APLICADA AL TRANSPORTE PÚBLICO

Marquesina psicoanalista

Un político en bus 8 Trias, ayer, durante el paseo por algunos de los rincones inteligentes de Barcelona.

Un político en bus 8 Trias, ayer, durante el paseo por algunos de los rincones inteligentes de Barcelona.

CARLOS MÁRQUEZ DANIEL
BARCELONA

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Las marquesinas del futuro reconocerán el sexo y la edad de las personas que esperan el bus y proyectarán una publicidad a su medida. Permitirán comprar el artículo en el momento, tendrán wifi, se alimentarán con energía solar y detallarán toda la información sobre rutas, tiempos de espera y las oferta de ocio y cultura en las calles cercanas. Los autobuses proyectarán anuncios de los comercios que vayan encontrando a su paso. Se podrá pagar el billete con el teléfono. Las luces de la calle serán inteligentes. Decidirán por sí solas si deben encenderse o apagarse. Los contenedores sabrán si están llenos y mandarán un aviso. Las zonas azul y verde tendrán sensores de presencia que permitirán conocer el estado del aparcamiento en superficie. Esta es la Barcelona inteligente; la smart city, como le gusta recordar al alcalde. Xavier Trias se subió ayer a un bus para pasear por esa ciudad tecnológica que está por venir y que se ha convertido, dijo, en «una nueva actividad económica que genera trabajo».

El tour empezó en Fira Gran Via. El articulado más moderno de la ciudad, el que circula por la línea H-12, se llenó de anónimos empresarios y técnicos que, señaló el alcalde, «han hecho posible poner al alcance de las personas todo tipo de tecnología que hace la vida más fácil». Se refería, así lo definió, al triángulo formado por «ciudad, universidad y empresa privada».

Hay quien defiende que el concepto smart city es un invento de las compañías tecnológicas para vender productos a las grandes ciudades. En el caso de Barcelona, tras el viaje del alcalde a Estados Unidos el pasado mayo, parece que ha sido más bien al contrario, hasta el punto de que en la feria Smart City Expo World, que se celebra en Fira Gran Via, se respira cierta coincidencia en que la capital catalana se ha convertido en puntera en esta carrera cuya meta es por ahora una incógnita.

Trias negó que todos estos inventos generen una sociedad de dos velocidades -los que tienen un móvil moderno y los que tiran con uno que no da para filigranas- y admitió que hay que redoblar la información. «Debemos hacer llegar todo esto a la ciudadanía; todavía se conoce poco», sostuvo.

En el terreno de la realidad, Jaume Tintoré, director de buses de TMB, explicó que las cinco líneas de la red ortogonal desplegadas el lunes funcionan bien. «La gente se va adaptando». Veremos si es tan fácil asimiliar la smart city.