Marín exige a Colau que vigile la imagen que proyecta BCN

La plaza de Europa, puerta de acceso de L'Hospitalet a la Fira.

La plaza de Europa, puerta de acceso de L'Hospitalet a la Fira.

CARLES COLS / BARCELONA

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Núria Marín, alcaldesa de L'Hospitalet e invitada de los almuerzos con conferencia de la Cámara de Comercio, reclamó ayer «más cuidado con los mensajes internacionales que se lanzan». «Nos jugamos el futuro», añadió. El dardo iba dirigido, aunque no pronunció su nombre, contra Ada Colau y su política turística. Cuando Barcelona anunció una suspensión temporal en la concesión de nuevas licencias de alojamiento turístico, L'Hospitalet ya salió en público a ofrecer su término municipal como refugio de esas inversiones. Marín insistió en ello. «Tenemos tres solares a punto por si a alguien le interesan», detalló. Lo que la segunda ciudad de Catalunya ofrece al sector no es solo suelo disponible, sino también que es ya la puerta física de entrada a la Fira. El problema es, como admitió la alcaldesa, que L'Hospitalet ha crecido económicamente gracias en parte al paraguas de la llamada marca Barcelona. De ahí su queja a Colau.

L'Hospitalet era no hace muchos años una ciudad sin hoteles. Actualmente hay 13, y además con unas tasas de ocupación anual ligeramente superiores a la media de los de Barcelona. Incluso presumió Marín de que los sueldos que se pagan en esos establecimientos «son dignos». «Antes éramos el extrarradio», reconoció. «Ahora en cambio -prosiguió- somos la centralidad». Tanto ha cambiado la ciudad que la alcaldesa reclamó ayer algo inimaginable tiempo atrás. Pidió que la totalidad de la recaudación de la tasa turística vaya a parar a las arcas municipales (actualmente la Generalitat le ingresa solo un 30% de lo cobrado) y que, además, ese impuesto no sea finalista, es decir, que no tenga que ser destinado a promoción turística, porque así fue concebido, sino que se pueda emplear, por ejemplo, para atender necesidades sociales.

Biomediciana y cultura

El pulso con Colau, no obstante, fue solo una parte de la conferencia. La alcaldesa puso como reto para la ciudad «la reindustrialización», una meta mayúscula y, curiosamente, algo olvidada en el lenguaje político de un tiempo a esta parte. La ciudad puede destinar a esa misión 994.000 metros cuadrados (casi 100 hectáreas), el equivalente a un 8% de la superficie total del término municipal. Por una parte, L'Hospitalet pretende convertir una almendra urbanística muy céntrica en un distrito de industrias culturales. Las bonificaciones fiscales serán uno de los imanes del proyecto para atraer inversiones. El otro frente de reindustrialización pasa por conseguir que la prolongación de la plaza de Europa hasta el Hospital de Bellvitge sea un potente polo de investigación biomédica. ¿Demasiado ambicioso para L'Hospitalet? La alcaldesa recordó que lo que la ciudad ofrece a las empresas es «un territorio con un alto valor estratégico», casi equidistante de Barcelona, del aeropuerto y del puerto.

En conferencias y ante propuestas de este calibre, no obstante, siempre suele haber un pero. Y lo hubo. Marín recordó que el Gobierno central tiene en su carpeta de tareas pendientes la reconversión de Rodalies. La frecuencia de paso de los convoyes -puso como ejemplo la alcaldesa- tiene que ser la misma que la de la red de metro, pero para eso es necesaria una gran inversión, unos 4.000 millones de euros, que no parece que esté entre las prioridades del Ministerio de Fomento.

En este sentido (esta vez sí que en consonancia con lo que piensa Colau), Marín criticó que se haya dado antes prioridad al tren lanzadera del aeropuerto desde el paseo de Gràcia, y todo para conseguir que la frecuencia de paso suba de dos a cuatro trenes por hora. «Es ridículo», lamentó la alcaldesa.