EXPOSICIÓN EN UN LOCAL INNOVADOR

Luz, hierro y bienvenida

Ailaic, un nuevo espacio polivalente situado a 200 metros de la Sagrada Família, abre hoy las puertas con la primera muestra de esculturas de Sergi Fernández.

Sergi Fernández, junto a una de las obras que expone en el nuevo espacio polivalente Ailaic, ayer.

Sergi Fernández, junto a una de las obras que expone en el nuevo espacio polivalente Ailaic, ayer.

CARLOS MÁRQUEZ DANIEL
BARCELONA

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Sergi Fernández empezó a trabajar el hierro con 20 años. No tuvo que ir demasiado lejos, le bastó con acompañar a su padre, herrero de toda la vida en Mataró. Pasea algo extrañado por la exposición que inaugura esta tarde, como ajeno a las formas que han salido de sus manos. Es un tímido de manual, hasta el punto de no querer firmar las piezas; hasta el punto de no ser capaz de encontrar el nombre adecuado para cada una. Alejado de discursos bohemios, Sergi explica que la inspiración tanto puede venirle «de un programa de la tele como de un paseo por Formentera». Porque todo es susceptible de ser interpretado; porque el hierro es caprichoso y él solo va tomando vida. Así, con esa naturalidad, este hombre de 37 años abre su armario artístico durante tres días, y lo hace en un entorno nuevo, un antiguo aparcamiento reconvertido en local de eventos que es otra maravilla, pero de cemento.

Patricia Masdevall es la responsable, junto a su socia Mercè Solernou, de que este espacio situado a 200 metros de la Sagrada Família sea una propuesta de factura casi única en la ciudad. La puerta de hierro de la entrada recuerda un cuadro de Mondrian; la curva que trazaban los coches para acceder al párking está repleta de pizarras, con dos bicicletas clásicas en el otro lado. Y la estancia central, con luz natural que viene del techo triangular de cristal, incluye unos insólitos baños cuyas paredes están construidas conpalets.

Patricia es consciente de que la crisis no está para grandes dispendios. Aun así, donde antes había coches, ella ve ahora «eventos, convenciones de empresa, exposiciones o proyecciones de películas». Sergi será el primero en ocupar la pequeña nave, pero la intención es que cada mes venga un artista o un diseñador distinto y que todo esté de venta al público. «Somos valientes y tenemos miedo, pero todo el mundo que ve el local le gusta, y eso me tranquiliza», se consuela.

En una ciudad azotada por la estrechez económica, llama la atención que sigan surgiendo inversiones así. Más aún si están ligadas al arte y la cultura, lo primero que suele sufrir la tijera. Por suerte para Sergi, la tijera no pude cortar el hierro. Lo suyo es moldearlo. Y que salga lo que Dios quiera.