Los captadores de socios para oenegés se multiplican en Barcelona

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PATRICIA CASTÁN / BARCELONA

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La carpeta les delata esta vez, así que con apenas unos metros de antelación, el paseante los divisa y cruza en plan kamikaze la rambla de Catalunya para sortearlos. Se siente algo culpable, pero desde que salió de su casa hasta llegar al centro de Barcelona ha sido interceptado por cinco grupos de captadores de oenegés que apelan a una donación solidaria. Y aún afrontará una más hasta llegar al Portal de l’Àngel. El fenómeno de la captación de fondos para el tercer sector por la vía del  ‘face to face’ (cara a cara) crece en todos los municipios, pero en Barcelona se ha traducido en la toma literal de algunas ubicaciones de gran afluencia por parte de cientos de jóvenes que buscan empleo por esta vía.

El caldo de cultivo ha sido complejo y suma años, pero en resumidas cuentas las oenegés afrontan así tanto el drástico recorte de fondos por parte de la Administración desde la crisis económica como la apertura de nuevos canales de captación fruto de las redes sociales y tendencias, así como del ansiado objetivo de independencia económica. En este marco, admite Fernando Morón, director de la Asociación Española de Fundraising (AEF), la captación de socios a pie de calle se ha convertido en un motor importante, no solo económico, enfatiza, sino porque permite “dar a conocer el papel de las entidades del tercer sector y sensibilizar a la población”.

Pero ¿cala esa sensibilización en la ciudadanía? En las redes sociales no faltan consejos maliciosos para evitar el cuerpo a cuerpo con un captador. Se habla de invasión. El enorme volumen de chicos y chicas a la caza de socios ha saciado la paciencia de muchos viandantes, que tienen preparada una batería de recursos, desde el socorrido “tengo prisa”, a “ya soy socio de la Creu Roja”, o “estoy en el paro”, o sencillamente cruzar la calle, ignorar a quien requiere nuestra atención, fingir una conversación por el móvil o dar vuelta atrás. Un rosario de mecanismos de defensa entre los que -al tratarse de buenas causas- no se suele encontrar el enviar a freir espárragos al captador. AUn con todo este suele acabar la jornada laboral mentalmente exhausto. “Hay un importante desgaste emocional en que la gente te rechace una y otra vez”, explica un veinteañero universitario, que requiere ingresos.

GRAN ROTACIÓN

{"zeta-legacy-despiece-vertical":{"title":"Ubicaciones estrat\u00e9gicas y chalecos o carpetas identificadoras","text":"Su presencia es habitual en el per\u00edmetro de hospitales como Sant Pau, el Cl\u00ednic o Vall d'Hebron. Pero incluso operan con regularidad en la plaza de Sants, en la Vila de Gr\u00e0cia y otros muchos. Algunos se identifican con un chaleco del color del logo de la entidad y otros con carpetas y una credencial.\u00a0"}}

La rotación es enorme en el sector. No es que se explote a estos trabajadores (en ocasiones casos se pagan ocho euros brutos la hora, más que a un dependiente de un comercio), es que la tarea implica tanto entrar a bocajarro a un desconocido para venderle algo como digerir muchas negativas que pueden pulverizar la autoestima. El premio llega con cada socio que se logra, solo que la presión de conseguir unos 20 al mes para mantener el empleo también hace mella. Para los mejores resultados hay comisiones.

Los cientos de anuncios publicados en portales de empleo ofrecen desde 500 a 800 euros (algunos hablan de mil), casi siempre en jornadas de 4,5 horas diarias flexibles. Las condiciones varían según si la oenegé contrata directamente a su personal, como ACNUR, entre otras, o si en medio hay empresas de gestión de personal de captación. Esta entidad de ayuda a los refugiados realiza hace más de una década este sistema de captación, por el que logra el 73% de sus ingresos. Pagan 800 euros brutos más incentivos y prefieren tener contratación directa (contratos indefinidos) para mejorar las condiciones laborales, implicar más a la plantilla y reducir costes. Incluso posibilitan visitas a países donde se desarrollan proyectos. Intentan trabajar también en espacios cerrados para mejorar las condiciones y reducir la rotación laboral, que pese a todo es del 60%. 

Los reclamos aluden a la “motivación”, "empatía" y el gusto por trabajar de cara al público. No es necesaria experiencia ni formación, porque cada entidad adiestra a sus colaboradores para que conozcan su proyecto y objetivos.

En la práctica, las calles están llenAs de universitarios y hasta licenciados que, a falta de un empleo estable, se ven abocados a estas ocupaciones temporales. Quienes comulgan con el proyecto y saben empatizar, con el tiempo suelen acabar en otros puestos de más responsabilidad en las entidades. Gran parte dejan el empleo en cuanto pueden.

CONVENCER E INFORMAR

Pero para el sufrido peatón, lo que antes era un hecho puntual se ha convertido en cotidiano. Hay ciudadanos que ya ha cumplen con su cuota solidaria y no pueden afrontar más donaciones, otros no pueden o quieren asumirlo. Ricard Valls, director de la consultora especializada Zohar, destaca que “cuesta mucho que la gente se haga socio y este método es el que mejor funciona por vía de la información y con mensajes de proximidad”. Se calcula que un 65% de socios se mantienen fieles a la causa pasados cinco años. Otros se enfrían pasados unos meses. El reto, opina, es asociar jóvenes, porque la precariedad laboral hace que muchos solo puedan dar un donativo puntual.

El alcance de este operativo es tal que la AEF, que integra a oenegés de todos los ámbitos (de la salud al medioambiente o la infancia), creó un código de buenas prácticas y aboga por cumplir la normativa laboral vigente o, cuando se trate de voluntarios (en ocasiones), cumplir la legislación correspondiente. También estipula que la entidad sin ánimo de lucro ha de conocer el emplazamiento de sus operadores, que no obstruirán entradas a comercios ni edificios, ni molestarán a los viandantes, ni entrarán en conflicto con otros grupos en los emplazamientos más deseados.

En la Creu Roja, donde trabajan con una empresa profesional de captación, despliegan hasta medio centenar de personas en Catalunya, de los que dos o tres equipos de tres a cinco componentes suelen estar en Barcelona, en función de un calendario estructurado. Casi siempre universiarios de 25 años y formados para que conozcan al máximo los proyectos de la entidad y los puedan difundir. Esta vía supone el 37% de sus ingresos, con una media de 91 euros aportados al año por ocio. En Save the Children, que en estos momentos tiene un equipo en la ciudad, consideran clave que "estén bien formados" y puedan informar bien a futuros socios "Es una de las vías de captación que mejor funciona", afirman.