El litoral de Barcelona, una transformación compartida

El Centre de la Platja organiza 'Memòries dels banys al mar' un encuentro que repasa la historia de las playas de la ciudad gracias a los recuerdos de los participantes

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

La evolución del espacio urbano es una de las transformaciones históricas más evidentes para la ciudadanía, y en Barcelona los cambios en la fisonomía y el uso del litoral han sido muy marcados en las últimas décadas.

Este hecho es uno de los pilares de la actividad ‘Memòries dels banys de mar’, organizada por el Centre de la Platja, un encuentro que permite comprender la evolución del litoral barcelonés gracias a las explicaciones históricas y también a los recuerdos de los asistentes.

Algunos de los participantes han colaborado en esta actividad aportando fotografías, como Rosa Maria Barba, que recuerda: "Hace 50 años veníamos a bañarnos con mis padres y mi hermana desde el Guinardó, en tranvía, y había una buena tirada hasta aquí”.

Otros, como Joan Rodrigo, han aportado su testimonio personal: “Antes pasabas por la avenida de Icària y había una cantidad de fábricas muy importante que cortaban el paso, y no te atrevías a pasar por allí. Nadie atravesaba hacia la playa; en esa zona sólo vivían cinco personas".

Una relación en evolución constante

El relato del vínculo entre Barcelona y el litoral comienza siglos atrás, cuando la ciudad ganaba periódicamente terreno al mar, que era un espacio únicamente reservado a los pescadores y los oficios que estaban relacionados.

No fue hasta finales del siglo XIX que la mentalidad comenzó a cambiar. Como explica Maria González, educadora medioambiental del Centre de la Platja: "Los primeros baños de mar eran por prescripción médica, y se recomendaba a la gente hacer ejercicio al aire libre, respirar aire fresco y estar en contacto con la naturaleza".

Aun así, la ciudad de Barcelona aún vivió muchas décadas de espaldas al mar, por lo que el litoral se convirtió en una zona marginal, llena de tejido industrial y de degradación ambiental.

El aspecto actual de las playas de la ciudad es fruto de una de las grandes transformaciones urbanísticas de Barcelona, la de los Juegos Olímpicos de 1992. Maria Dolors Viguera, que también ha asistido a la actividad, asegura: "Se ha hecho mucha obra pública, que ha influido en la vida de los ciudadanos. Me parece que este litoral ha quedado de ejemplo para el mundo. Lo he vivido como un gran trabajo que hemos hecho todos los barceloneses".