ZONA FÒRUM. BOTELLÓN

«Latas, borrachos en el suelo, orín en el párking»

LORENA ARRANZ .32 AÑOS. TELEOPERADORA

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I.S.H

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«Latas, botellas de refrescos y de bebidas alcohólicas, gente en el suelo bajo los efectos del alcohol o las drogas y algún que otro madrugador, haciendo sus necesidades en la puerta del párking o en una esquina...».  Así describe Lorena Arranz los estragos de los botellones que conquistan la calle peatonal en la que vive. Un escenario con el que se ha encontrado en más de una ocasión, al salir del portal de su casa, a las 5.15 horas, para ir al trabajo.

Pero al desolador estado de la calle aún hay que sumar una noche en blanco al arrullo de ruidos, gritos, risas y  jaleo subidos de tono y bañados en alcohol de los protagonistas de la improvisada fiesta. «¿Cómo te enfrentas a la jornada laboral? Con sueño, ojeras y mal humor», sentencia. Arranz vive con su marido y sus dos hijos, de 8 y 6 años, en un edificio de viviendas de protección oficial frente al Fòrum. Cuando se instalaron en el 2008, no sabían que el piso tenía equipamiento extra: conciertos hasta las seis de la mañana y maratones de botellón bajo la ventana, previas y posteriores a las citas musicales y a los festivales que se organizan -«cada vez con más frecuencia, y en verano más que en invierno»- en el recinto del Fòrum.

«Disfrutamos de todos los conciertos gratis, incluso de los programados de 1.00 a 6.00 horas, a veces durante dos y hasta cinco días consecutivos, y de sus respectivos botellones, bajo la ventana», afirma con ironía Arranz.

PLAN DE FUGA / Tanto su marido como ella sufren por sus hijos. Intentan en la medida de lo posible que no sufran las molestias de estas reuniones al aire libre y bajo la ventana. «No es solo el hecho de beber, sino la mala educación, la falta de respeto, el vocabulario que oyes... es todo lo contrario de lo que inculcamos a nuestros hijos», apunta.  De madrugada, dice, es más fácil impedir que vean este espectáculo, pero a veces el jaleo empieza muy pronto.

Algunas problemáticas que castigan la zona, como el de la inseguridad, se han resuelto más o menos. Sin embargo, acabar con los ruidos resulta mucho más complicado. En casa de Lorena Arranz, la salida que les queda es recurrir al escapismo: «Si hay conciertos el fin de semana, nos vamos de casa. Si es entre semana, cerramos las ventanas y capeamos el temporal como podemos».