LA TENDENCIA DE COMPARTIR ESPACIOS

La isla de la creatividad

CRISTINA SAVALL
BARCELONA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Consell de Cent, 159 es un colectivo de artesanos y de creadores que trabajan en una isla oculta entre las calles del Comte Borrell y de Viladomat, en la izquierda del Eixample. Un espacio«entre industrial y cubano», como lo define uno de sus inquilinos, el fotógrafo Sergi Jasanada, que tiene entre sus ilustres vecinos al modisto Josep Abril, al joyero Marc Monzó, al arquitecto Josep Llobet y a los diseñadores Marcel Fernández y Curro Claret.

Una callejuela da acceso a un patio con geranios anclado en el tiempo. Al fondo, tras un ficus, se alza la chimenea de tejas rojas que, a principios del siglo XX, no paraba de echar humo por la fundición de metales de una fábrica de platos y de cubiertos que tenía un único cliente: el Ejército. Tras la guerra, se transformó en un taller alemán que modelaba cabezas de muñecas de porcelana a las que después incorporaban cuerpos de plástico.

Cuando cerró, los trabajadores se quedaron el local para tejer disfraces de peluche. Al negocio lo llamaron Le Man Brothers. En los últimos 15 años, el recinto se ha parcelado en una veintena de estudios, muchos de ellos compartidos por distintos artistas como F2, que se autodefine como un espacio para dar y recibir, crear y ser creado. Es un taller de creación en el que conviven ilustradores, grafistas, diseñadores, artistas, pensadores y soñadores.

Afectacción urbanística

No está permitido hacer obras, ya que es una manzana afectada. La vecindad quiere recuperarla como espacio abierto de libre acceso. En consecuencia, las escaleras y las dos plantas que envuelven al patio tienen un aspecto decadente, pero ello no implica que sea un lugar abandonado. Al contrario: la vida brota.

A pie de calle se encuentran el estudio de arquitectura de Llobet, la Galería Alegría, un obrador de vidrios y Déjà vu, una pintoresca tienda francesa de lámparas, objetosvintagey mobiliario art déco, que reparan en su taller de restauración.«La gente entra por casualidad y se sorprende cuando ve el patio. Me instalé aquí por eso, porque es un lugar inesperado que funciona por el boca oreja», cuenta Diana Vite, propietaria de esta tienda que, por sus baúles antiguos y pupitres de madera, parece salida de la página de un cuento.

La Galería Alegría es el espacio expositivo más pequeño de Barcelona. Apenas nueve metros cuadrados.«Si midiera un poco menos se consideraría un armario», bromea Sebas Rosselló, su titular, que piensa sorprender en junio con una muestra tituladaTransmetal, cuyo autor es Jordi Piñol, un artista de 13 años. Hace poco, Clemente Benito mostró en esta galería su obra por vez primera a los 94 años.«Es un lugar con encanto, una propuesta poco convencional».

Josep Abril es el capitán de esta gran nave llena de compartimentos. Fue uno de los primeros en instalar el taller en este singular espacio que en el subsuelo esconde un horno tapiado. Cuando llegó hace 12 años, todo eran artesanos. Muchos, herreros y carpinteros.«Hoy hay más artistas», considera el diseñador de moda masculina, valorado por la elegancia de sus trajes a medida.«En París y en Milán había visto lugares como este. En Barcelona es único», destaca Abril.

No obstante, no todo son ventajas.«Es incómodo, el alquiler no es barato y no está acondicionado: en verano hace mucho calor y en invierno te congelas», asegura el modisto, que a su vez valora el buen ambiente que reina entre los vecinos y la diafanidad del espacio.«Aquí tengo grandes amigos».

Consell de Cent, 159 es uncoworking, una manera de rentabilizar el espacio compartiendo estudios y talleres para obtener una doble compensación en forma de ahorro y de contactos.«Si necesito un hilo voy al taller de Abril», explica Marc Monzó, joyero con trayectoria internacional.«Tengo la sensación de estar en un entorno agradable de trabajo y eso no tiene precio, aunque a veces me distraigo».