BARCELONEANDO

Idos al infierno, no soy su padre

El artista Lord Gregory Byron tapizó las calles del centro con retratospolítico-humorísticos

La plantilla de Hillary Clinton en la calle del Notariat; a la derecha, una obra del pintor Philippe Wodianyk.

La plantilla de Hillary Clinton en la calle del Notariat; a la derecha, una obra del pintor Philippe Wodianyk. / GRÉGORY HERPE

OLGA
Merino

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En el Raval, justo donde se cruzan las calles de Elisabets y Notariat, hay un restaurante esquinero, el Dos Palillos, encima de cuyo rótulo alguien ha pegado un retrato de Hillary Clinton mandando al mundo a freír espárragos. «Go to hell!», dice la aspirante a la Casa Blanca en el póster.  Idos al infierno. Un cartel adherido a la pared con pasta de harina y agua, una técnica de arte urbano firmada, en este caso, por un tal Lord Gregory Byron.

Varias piezas de este artista (https://twitter.com/LGB_streetart) engalanaban las vías más recónditas del centro. Cerca del MACBA, por ejemplo, hacía guardia Iron Merkel transmutada en una suerte de RoboCop; en la calle d'en Roca, Bill Clinton ofrecía un habano a las señoritas transeúntes; y Juan Carlos I, el rey emérito, vigilaba la callejuela de Marlet disfrazado de Darth Vader, el malo malísimo de La guerra de las galaxiasLord Gregory Byron también hizo un cartel muy gracioso de Vladímir Putin: lo vistió de superhéroe soviético, capa volandera al viento, tirándose una ventosidad morrocotuda: «¿Necesitas gas, Europa?». Pues, toma. Eso decía el bocadillo que remataba el collage.

«Remataba», en pasado, porque el líder ruso duró menos que un minuto en la cama: alguien arrancó el póster al poco de haber sido encolado. ¿Para colgárselo en casa? ¿Para venderlo? A saber. Si la vida es efímera, el arte del plantilleo es suspiro de gato: ya solo sobrevive el retrato de Hillary, el de Notariat, de cuantos Lord Gregory Byron pegó con nocturnidad pero sin alevosía durante su aventura en Barcelona. Un vídeo colgado en Youtube reconstruye cómo fue aquello: la cola dentro de una botella de Fanta, la adrenalina a tope y el comecome de que apareciera la «Guardia Civil».

En ruta, desde Perpinyà

En la operación engrudo barcelonesa, el artista lleva el rostro cubierto con una máscara de lucha libre mexicana. Ahora, ya no le importa que se conozca su identidad. Tira que te tira de los hilos en la red, Lord Gregory Byron aparece finalmente y da su permiso para revelar que es el álter ego del fotógrafo y dramaturgo francés Grégory Herpe (www.gregoryherpe.fr). El pseudónimo lo escogió en homenaje a una pasión alimentada desde la adolescencia: el poeta romántico inglés Lord Byron.

«Fue en abril cuando pegamos las obras, las mías y las del pintor Philippe Wodianyk, mi mejor amigo», explica Herpe en un intercambio de correos electrónicos. «Una noche dije: '¡Vamos!', y junto con mi esposa, los tres, condujimos de Perpinyà a Barcelona. Estuvimos hasta las tantas de la madrugada encolando nuestros trabajos: reproducciones de los cuadros de Philippe y mis imágenes político-humorísticas».

Las noticias son la gran fuente de inspiración de Herpe/Lord Gregory Byron. Cuando creó el retrato de Juan Carlos I, planeaba sobre el monarca una demanda de paternidad, circunstancia que le brindó en bandeja cambiar la célebre frase de Darth Vader en la película («Luke, yo soy tu padre») por su negativa. La política y sus cloacas dan para mucho, en efecto. El «idos al infierno» lo soltó Hillary tal cual en una conferencia de prensa cuando los periodistas le apretaban las tuercas acerca de unos e-mails trascendentes que había manejado desde su cuenta personal de correo electrónico.

Una ciudad vibrante y bella

Los carteles de Herpe adornan también muros urbanos en Bristol, Cardiff y Génova, y pronto lo harán en París, Ámsterdam y Phoenix (Arizona). El artista nunca ha sido multado porque escoge con sumo cuidado la  pared donde pega: nunca en monumentos históricos. «El arte debe embellecer, desafiar, divertir, pero jamás destruir o degradar», dice. Eligió Barcelona por «vibrante, bella, auténtica y repleta de gente creativa», un escenario ideal para exhibir sus trabajos en las calles a reventar de turistas, mucho más transitadas que las galerías de arte.

En realidad, Grégory Herpe visita la ciudad varias veces al año —el trayecto es corto desde Perpinyà, donde reside—, y se encuentra ultimando un libro de fotografías sobre Catalunya, desde Girona hasta el Ebro, pasando por Lleida, Vic y Olot.

O sea, que volverá muy pronto. Y tal vez, tal vez, con una plantilla de Mariano Rajoy encajado en el plasma para encolarla a cobijo de las sombras nocturnas.