Guimerà, rodeado de 'senyeres' y turistas

La imagen de la escultura de Àngel Guimerà, el viernes.

La imagen de la escultura de Àngel Guimerà, el viernes.

CATALINA Gayà

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El escritor está sentado, apoyado en una roca. Àngel Guimerà da la espalda a la Casa Fivaller, ahora en un olvido amargo y quizá la casa más hermosa de Ciutat Vella. Busco las estatuas de los intelectuales del siglo XIX y encuentro que la representación escultórica suele ser la un personaje masculino representado en busto, o de cuerpo completo, como un personaje pensativo de barba perfecta y pose contemplativa. A las mujeres, sean escritoras, cupletistas o anónimas, se las suele esculpir en movimiento. Hace meses, en esta sección, ya les contamos que Serafí Pitarra, Fredereric Soler i Hubert, reposa sobre lo que es el gran baño público del centro, en plena Rambla.

Àngel Guimerà descansa sobre un terreno que fue el cementerio de la iglesia del Pi. La plaza de Sant Josep Oriol ocupa el lateral de la iglesia y el domingo, como cada fin de semana desde hace ya 39 años, era el escenario de una muestra de arte al aire libre de la Asociaciación de Pintores del Pi, que, pese a situarse en la plaza del santo, lleva el nombre de la plaza vecina porque la del Pi está en la memoria de Barcelona.

En una silla plegable, Vicenç Curto, gafas y pose contemplativa, se sienta cada fin de semana al lado del escritor. Me explicaba que el interés por Guimerà es genuino, tanto de turistas como de locales. «Cuando me preguntan, les digo, bromeando, que es mi abuelo». Hay cierto parecido, es cierto. En las pinturas de Curto, como mínimo en las que tenía expuestas el domingo, aparece el mar. Se trata de pinturas con formas geométricas del Mediterráneo.

Aseguraba que este es el mejor lugar de Europa para exponer obra al aire libre. Obra propia, recalcaba. Le preguntaba por qué: en otros lugares de Europa, «en Venecia o en París, ya hay mucha copia hecha en China». En la plaza, Curto distinguía entre pintura suvenir, obra propia de formato pequeño y apto para compra de maleta 'low cost', y pintura de gran formato.

Estábamos a los pies de Guimerà. Un grafitero ha hecho con una plantilla el símbolo de prohibido fotografiar. En la esquina, ya en la plaza del Pi, una placa recuerda que Miracle dijo que Guimerà había entrado en el mundo de las letras catalanas traspasando la puerta de lo que antes era una farmacia, la Botica Central. Ahora es una heladería en cuyo cartel se lee la palabra «Happy».

La plaza es una gran pizarra de historia. Están las placas del Milicià Desconegut y la que anuncia un accidente que ocurrió ahí mismo a uno de los mecenas del templo. Es políticamente incorrecta: se lee que pese a la extrema gordura, el hombre no murió. Buscaba más placas, encontré 'senyeres' colgando de muchos balcones y el anuncio de una 'tourist experience'. Son las placas perennes de la historia contemporánea.