Durmiendo con el turista

Durmiendo con el turista

Durmiendo con el turista / periodico

PATRICIA CASTÁN / BARCELONA

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Cada día son más los barceloneses que nada más despertarse por la mañana se cruzan con un turista en la cocina de su casa. Practican algo parecido al bed&breakfast bed&breakfast(aunque la mayoría no incluyen el desayuno), alquilando una o más habitaciones de su propia casa. El fenómeno ha crecido en paralelo al de los pisos turísticos, solo que en el caso de las habitaciones hay un mayor control del turista y una experiencia aún más integradora en la rutina de la ciudad. Tal ha sido su efervescencia que el Govern anunció hace unos días que legalizaría este tipo de alojamiento. Y el primer teniente de alcalde, Gerardo Pisarello, asume que el invento cuadra con la economía colaborativa que debe acompañar al sector turístico y que en Barcelona tendrá cabida, eso sí, fuera de las zonas ya saturadas.

El reconocimiento de la figura de las habitaciones en pisos compartidos es uno de los aspectos destacados de la regulación que prepara la Generalitat. Especifica que el titular ha de ser el propietario y estar empadronado en la vivienda, además de pernoctar a la vez que el turista. También le responsabiliza de cualquier infracción, le autoriza a ceder un máximo de dos habitaciones a esta actividad (con ventilación exterior), le obliga a prestar su baño, a identificar el domicilio con una placa y a ejercer de anfitrión un máximo de cuatro meses al año.

Precisamente, esta es la condición que ha creado más controversia entre los miles de ciudadanos que acogen huéspedes temporales en su casa. No hay cifras exactas, aunque el colectivo calcula que son al menos 6.000. En Airbnb, el portal estrella de comercialización del alojamiento en casas particulares, cuentan ahora con 16.000 anuncios, aunque no pueden precisar cuántos son pisos turísticos completos y cuantos se alquilan solo por habitaciones. Fuentes de la empresa aplauden el paso dado por el Govern, al considerar que «compartiendo sus casas y la ciudad en la que viven, estos residentes hacen posible que aquellos que viajan a Catalunya disfruten del territorio de una manera moderna y sostenible, al tiempo que generan nuevos beneficios económicos, sociales y medioambientales».

Joan Pere Jové, presidente de Veïsn i Anfitrions, asegura que el colectivo ha participado en las reuniones previas con representantes del Govern, por lo que están muy sorprendidos por los límites temporales que se anuncian para su actividad. «Hay demanda todo el año y funciona bien, no creemos que sea necesario imponer topes», reflexiona. Y destaca que al no ser una actividad profesional no se exija licencia, aunque sí apoyan la recaudación de tasa turística. La comunidad confía en estirar ese periodo al negociar la regulación definitiva.

Ajustes

Cada municipio podrá poner después sus propias reglas del juego, como ya sucedió con los pisos de uso turístico, que se limitaron al alcanzar la cifra de 9.606 legalizados. En este sentido, en Barcelona la mayoría de partidos políticos (incluido CiU) ya defendieron en el pasado mandato la necesidad de dar cobertura legal a esta actividad que promovía el reparto del beneficio económico del turismo, sin generar problemas de convivencia en las fincas porque el huésped convive con el propietario del piso. Con el nuevo equipo de gobierno municipal se afianza la misma idea. Pisarello señala a este diario que «el B&B con control puede ser una medida adecuada en algunos distritos, en zonas donde la carga turística no es excesiva. No lo plantearemos en la Barceloneta, por ejemplo, pero sí en otros barrios». Mantiene que «es una experiencia interesante si se pagan impuestos y hay normas claras y puede dar salida importante al turismo de proximidad y familiar».

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